Pollerías (diciembre y enero)


Por Martín Ballonga

    Un éxito sin igual del Pollo Urbano. Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés. Este mes, nuestras pollerías tienen destacados protagonistas polleros ¿por qué será? Veamos…

 

    Pepe Melero acudió a la capital del estado español para unos asuntos relacionados con las dedicatorias literarias. Finalizado el evento, se fue a cenar con su señora, Yolanda Polo (de Franco), a un céntrico restaurante. Se encontró con una carta gastronómica en la que no había ningún producto de su querido territorio aragonés: ni borraja (de Pedrola), ni longaniza (de Graus), ni jamón (de Cedrillas), ni ternasco (de Ossa de Cinca), ni migas a la pastora (de Tramacastilla), ni bucardo (de Cerler).

 

  Tampoco los caldos acompañaron al pobre Pepe Melero: no encontró ni tinto ni clarete ni blanco de las bodegas de Calatayud, Borja o Somontano. Para acabar de arreglar las cosas, en la televisión del comedor apareció el hombre del tiempo y en el mapa de los grados ni sombra de Zaragoza, Huesca o Teruel. Luego ofrecieron un reportaje sobre la jota navarra y, a continuación, dieron paso al deporte: Zaragoza 0, Fuenlabrada 8

  Aturdido y enojado, en los postres –ni una sola mención al melocotón calandino, los guirlaches jacetanos o los bizcochos bilbilitanos- cogió de la barra el ‘ABC’ y se puso a leer la sección cultural, en la que ponían a caldo un documental de su admirada Vicky Calavia sobre la soprano turolense Elvira de Hidalgo.

  Enfurecido, Melero soltó a todos los parroquianos: “¡Viva Labordeta!”. Le miraron mal. Entonces, ni corto ni perezoso, lanzó al respetable: “¡Viva Félix Romeo!”. Y le apedrearon.

  También ‘El Pollo Urbano’ apedrea. Sorprende, sin ir más lejos, la repercusión de las novelas de la montisonense Luz Gabás, que le viene justa para escribir su nombre. Venga, le ayudamos: la L, la U y la Z. ¡Qué cruz, Mariluz!

  De piedra a caramelo. El más argentino de los músicos aragoneses, el jacetano Cuti Vericad, está que se sale. En un país normal (y este, desde luego, no lo es, al menos en términos musicales) tendría el éxito asegurado. Pop y rock de pata negra.

  La música y los derechos sobre los catálogos de los grandes del rock and roll continúan su imparable revalorización como activos emergentes en el mercado de capitales. Ya saben de qué va la cosa: un gran negocio impulsado por la paralización de la música en vivo durante la pandemia, cuya concreción no ha sido otra que la venta de repertorios y catálogos de muchas estrellas del ‘showbizz’ a fondos de inversión o multinacionales discográficas. Entre los vendedores figuran Neil Young, Shakira, Beach Boys, Stevie Nicks o incluso el mismísimo Bob Dylan, quien precisamente ostenta el récord en este tipo de transacción con trescientos millones de dólares.

  Un récord que bien podría batirse en breve de confirmarse el rumor sobre la inminente venta de toda la obra de Bruce Springsteen: veinte álbumes de estudio, diecisiete de conciertos en vivo, compilaciones y másteres de todo ello por un montante de unos cuatrocientos millones de dólares, centavo arriba, centavo abajo. Buena noticia para la liquidez de los creadores musicales y no tan buena para un concepto romántico de la creación musical.

  Echenicón, nuestro faraón de Aragón, ha sido acusado por la policía de robar un caballo.

-Usted está aquí por haber robado un caballo.

-No.

-¿Pues por qué está usted aquí?

-Yo estoy aquí por no haber robado un caballo. Si lo hubiera robado, estaría muy lejos…

  Reveladoras palabras del alcalde de la Inmortal: “Estas navidades van a ser mejores que las pasadas”. De momento, los reyes magos, a su paso por Zaragoza, ofrecerán triple ración de caramelos que en anteriores visitas, tirando, incluso, adoquines del Pilar, de a kilo, cuando crucen por la céntrica calle Alfonso I. Incluso los cabezudos, aunque sea tradición pilarista, saldrán y portarán dos látigos, uno en cada mano. Se están estudiando otras propuestas que, en breve, serán notificadas tras su aprobación en el pleno consistorial. Ya lo dijo Salomón: el mejor alcalde, Azcón.

  Explosivas declaraciones del calandino Javier Espada después de presentar su documental ‘Buñuel, un cineasta surrealista’: “La historia del cine empieza con Griffith y pasa por Chaplin, Murnau, Lang y Renoir, para luego, a través de Godard, Rossellini e Hitchcock, llegar a Coppola, a Scorsese, a Vicky Calavia, a Emilio Casanova y a mí. El resto es irrelevante, incluido Buñuel”.

  El padre Melero nos alerta en su nuevo libro de lecturas y pasiones que la ciudad de Zaragoza está perdiendo la fauna autóctona y está siendo invadida por mapaches, cangrejos americanos, tortugas australianas y cotorras asiáticas. Además, tenemos la plaga del gallego Antón Castro, el vasco Gaizka Urresti, el extremeño Juan Bolea o los madrileños Sergio del Molino y Miguel Mena. Deberíamos protegernos. ¡Viva Aragón! ¡Viva Labordeta! ¡Viva Félix Romeo! Pescadilla viva… ¡viva!

  De la pasión lectora del padre Melero, en fin, deducimos que su autor de cabecera es Fiódor Dostoyevski, de quien tiene, además, un ejemplar de ‘Crimen y castigo’ dedicado personalmente, aunque nunca ha entendido la lengua soviet y sigue en albis.

  Dice Edgar Morin en su último libro que entre la base de la cultura y de las ideas políticas de Dostoyevski está el humanismo ruso, un sustrato que despierta la sensibilidad ante la miseria moral y las tragedias humanas. La confesión es bien explicada, dada la importancia narrativa del escritor moscovita o dada también su influencia emocional entre los autores o los pensadores de la contemporaneidad, desde Sartre a Hemingway o Faulkner, pasando por García Márquez o Parnuk.

  Seguramente en este año de 2021, tan completo de efemérides (Dante, Flaubert, Keats, Baudelaire, Highsmith…), la celebración de los doscientos años del nacimiento de Dostoyevski pase casi inadvertido para el gran público. Tal vez, pero su huella narrativa es tan apreciable como visible en la contemporaneidad la sicología de sus personajes, los contrastes existenciales en su obra o incluso la lucha interna de Raskolnikow o la profunda maldad de Svidrigailov. De eso sabe mucho el padre Melero, quien hizo esta reflexión: “Aunque en Moscú hace mucho frío, la primera frase de ‘Crimen y castigo’ desprende calor”. Esperemos que los rusos no castiguen al zar zaragozano.

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