Por Luis Gareta
La Diputación de Zaragoza vuelve a sumarse a la conmemoración del 800 aniversario del monasterio de Piedra. Y lo hace con una exposición que muestra la importancia que los jardines de este emblemático cenobio cisterciense…
…tuvieron en el imaginario popular del siglo XIX gracias a dos inventos capitales para la técnica de esa época: la litografía y la fotografía.
La exposición, titulada ‘Monasterio de Piedra. La imagen romántica del monumento y su vergel (1861-1914)’, se ha inaugurado esta tarde, puede verse hasta el próximo 18 de noviembre en la sala 4º Espacio y exhibe distintas litografías y fotografías tomadas entre mediados del siglo XIX y principios del XX y conservadas en los ricos fondos bibliográficos del archivo-biblioteca de la propia DPZ.
La muestra ofrece también una historia singular de los orígenes del turismo no solo en Aragón, sino en España y en Europa. Un ‘grand tour’ que, gracias a otro invento fundamental, el ferrocarril, llevó a visitantes de todo el mundo a este bello monasterio enclavado en el término municipal de Nuévalos.
Además de organizar esta exposición con motivo del 800 aniversario de la abadía, la Diputación de Zaragoza colaboró activamente con la muestra ‘Ex Petra Lux: reencuentro con la Historia’, que abrió sus puertas a mediados de mayo en el propio monasterio de Piedra. A la inauguración de esta tarde han asistido la diputada delegada de Cultura, Cristina Palacín, y la presidenta del consejo de administración del monasterio de Piedra, Mercedes Heras Gironella.
La exposición ‘Monasterio de Piedra. La imagen romántica del monumento y su vergel (1861-1914)’ estará expuesta hasta el 18 de noviembre en la sala 4º Espacio (Coso, 50). Puede verse de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 21 de martes a sábado y de 11.00 a 14.00 los domingos. Los lunes, la sala permanece cerrada.
La imagen prefotográfica: Piedra en los ‘Recuerdos y bellezas de España’. Aragón (1844).
La serie ‘Recuerdos y bellezas de España’, editada en diez volúmenes entre 1839 y 1865, es un caso ejemplar de la recuperación romántica del pasado histórico español y de su patrimonio histórico. El erudito menorquín José María Quadrado fue el encargado de redactar el volumen relativo al viejo reino de Aragón ilustrado por las ingenuas litografías de Francisco Javier Parcerisa, dibujante y litógrafo de la serie completa. No es casual que, de los tres grabados dedicados al monasterio de Piedra, dos muestren la naturaleza pintoresca (y hasta sublime) del paisaje. Son un referente primordial de la imagen prefotográfica de Piedra amplificada posteriormente por la obra de numerosos fotógrafos desconocidos y la reedición en 1886.
Los primeros fotógrafos locales en Piedra: las vistas de Mariano Júdez (hacia 1866-1871).
El potencial turístico del monasterio de Piedra no pasó inadvertido para los primeros fotógrafos locales de Aragón. El pionero Mariano Júdez y Ortiz (1832-1874) inició su trabajo como fotógrafo profesional en Zaragoza hacia 1856. Una de sus principales dedicaciones laborales fue el retrato y por su galería pasó toda Zaragoza. Sin embargo, el fotógrafo supo encontrar nuevas fuentes de ingresos económicos para su negocio en otros géneros como la fotografía de monumentos y paisajes. El exhaustivo libro de firmas de los visitantes de Piedra que mandó Muntadas documenta al menos dos visitas de Júdez al monasterio: el 26 de julio de 1866 y el 25 de julio de 1871.
Fruto de la primera estancia fue la publicación propia de un pequeño álbum de vistas del monasterio. Está formado por veinte fotografías realizadas con la técnica de la albúmina, copiadas una a una y pegadas sobre cartulina presentadas en un marco de madera rústico litografiado en un tono encarnado y con un pie de ilustración. Un rápido análisis del contenido muestra la importancia dada a la fotografía de paisaje pues diecisiete de las imágenes reproducen el pintoresquismo de sus cascadas, grutas, paseos, etcétera mientras la arquitectura del monasterio solo aparece en tres vistas. El libro fue un lucrativo souvenir que comprarían los viajeros y cuyas fotografías Júdez y su sucesor Coyne explotaron durante años.
El retablo del monasterio de Piedra publicado en ‘Los monumentos arquitectónicos de España’ (1852-1881).
‘Los monumentos arquitectónicos de España’ (1852-1881) fue una de las mayores iniciativas editoriales protagonizadas por el arte gráfico europeo en el siglo XIX. Este extraordinario proyecto nació al amparo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y bajo el control científico de la recién creada Escuela Especial de Arquitectura. Desde el principio contó con el patrocinio estatal a través del Ministerio de Fomento y con la alta protección de la reina Isabel II. El objetivo del proyecto fue crear un catálogo visual, recogiendo en imágenes la totalidad del patrimonio arquitectónico de España, en una publicación de lujo con estampas de la máxima calidad. La obra pretendía reunir los principales monumentos de las tres culturas existentes en suelo español: “pagana”, “mahometana” y “cristiana”, utilizando esta nomenclatura como primera y fundamental clasificación de la obra.
Pese a la especialización arquitectónica, también se dio cabida a otras obras como el retablo del monasterio de Piedra (1877), una de las obras maestras de la pintura gótica española. Muntadas, como “viajero rescatador de monumentos”, salvó de la destrucción o el robo el extraordinario tríptico-relicario gótico del monasterio (1390) conservado desde 1851 en la Real Academia de la Historia, en Madrid. Una iniciativa notable que compartió con los eruditos Pascual de Gayangos, Luis López Ballesteros (director de la Academia de la Historia) y Felipe Canga Argüelles (ministro de fincas del estado).
Juan Laurent en Piedra: un fotógrafo “rescatador de monumentos”.
La obra fotográfica del francés Juan Laurent Minier (1816-1886) y su compañía de fotógrafos comisionados fijó la imagen de España en la Europa romántica. Laurent fue el principal responsable de la divulgación a través de la fotografía -entonces un medio moderno y novedoso de propaganda- de la naturaleza y el arte de Piedra. Su visita al monasterio está documentada en 1861, al poco de inaugurarse la hospedería del monasterio, a la que sucedieron otras más debido a la documentación fotográfica que llevó a cabo del progreso de las obras del ferrocarril de la compañía MZA. La fotografía, como el turismo y el progreso de la civilización, avanzaron al paso del ferrocarril y de la modernización de la red viaria; la construcción de la línea Madrid-Zaragoza-Alicante fue crucial para la historia y el desarrollo de Piedra como un hito del turismo español y europeo en el siglo XIX.
Laurent y Compañía dedicaron decenas de fotografías al monasterio (o, dicho con precisión objetiva, al “vergel” de Piedra) en su extenso catálogo empresarial, el más importante de España, que fueron explotadas en copias de diversos formatos y reproducidas en muchas publicaciones nacionales y extranjeras. A comienzos del siglo XX fue su marca continuada por J. Lacoste la encargada de realizar las primeras tarjetas postales del monasterio, otro de los hitos de la democratización de la imagen cuya comercialización discurre en paralelo con el desarrollo del turismo.
En este ámbito se muestran algunas de estas primeras fotografías junto con otras de sus sucesores e ‘imitadores’ realizadas en muy diversas técnicas (albúmina, estereoscopía, etc.), medios de reproducción (fotograbado, fototipia, etc.) y formatos que abarcan desde la década de los 60 del siglo XIX a los comienzos del novecientos.
Juan Federico Muntadas, el artífice de Piedra
«El Niágara, por ejemplo, es magnífico pero a mí me encanto más el monasterio de Piedra cuando lo vi». Así de rotundo fue el político y escritor Juan Valera en una carta privada suya remitida en 1885. Nada tiene que extrañar pues para la época de la Restauración la ruina romántica comprada tras la Desamortización por el industrial Pablo Muntadas, en 1840, había sido convertida en un “paradisíaco vergel” por su hijo Juan Federico Muntadas (1816-1912). Este barcelonés dedicó su casi completa existencia hasta su muerte en el propio monasterio a los 86 años de edad, a la promoción de Piedra, que convirtió en un próspero negocio familiar que todavía continúa en la actualidad.
Abogado, político (diputado en Cortes desde 1858 a 1863), erudito académico, autor de poesía, teatro y relatos, traductor, viajero… fue un emprendedor empresario que hizo de Piedra el eje de sus negocios. Convirtió las celdas del monasterio en una hospedería donde disfrutar de la paz del lugar y de sus aguas mineromedicinales; fundó, en 1867, la primera piscifactoría de España -la fama gastronómica de sus truchas ha llegado hasta hoy-, ‘creó’ -a veces ayudado de explosivos- el jardín de Piedra con sus grutas, cascadas y lagos…pero sobre todo ‘vendió’ Piedra como destino del incipiente turismo nacional. Para ello, invitó al monasterio a políticos, intelectuales, hombres de estado y de negocios que le ayudaron a extender la fama del lugar que supo divulgar mediante la fotografía, la pintura -fue amigo del principal paisajista español del XIX, Carlos de Haes-, el grabado, la literatura… El propio Muntadas escribió unas poesías y una guía del lugar que junto con las obras de su amigo, el político y escritor catalán Víctor Balaguer, se convirtieron en embajadores de papel de Piedra.