Presentación “Cómo acabar con la contracultura. Una historia subterránea de España” de Jordi Costa en La Ventana Indiscreta


Por Ana Asensio

    El último libro de Jordi Costa, que salió a la venta el pasado 24 de mayo, ya va por la segunda edición, todo un logro en estos tiempos en que priman las publicaciones digitales.

   Una obra llamada a ser un referente imprescindible para cualquiera que quiera embarcarse en un apasionante viaje por el fenómeno del underground español a través de un personal ensayo donde su autor recompone el puzle de las manifestaciones culturales más rebeldes o marginales mediante su habitual prosa de firme y, a la vez, sensible escalpelo.

   Esta es la crónica de la presentación de “Cómo acabar con la contracultura” en “La ventana indiscreta” este 16 de junio. La más veterana tienda especializada en cine de Aragón parecía el camarote de los hermanos Marx en “Una noche en la ópera”. Repleta y con gran expectación ante la posibilidad de conocer el libro de la mano de su propio autor, la satisfacción final fue plena, transcurriendo en un suspiro la hora larga de amena charla con Jordi Costa, que después no paró de firmar ejemplares durante otra hora.

  Arrancamos con uno de los fragmentos más recordados de “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”, ya que el libro comienza con un inteligente paralelismo entre su intrahistoria y la de la propia contracultura. Un prólogo (al modo del cine de James Bond) que, tras la pertinente presentación del autor con un recorrido a su larga trayectoria (por si se había colado algún despistado en la tienda), sirvió de enlace para hablar de numerosos temas que desarrolla esta obra editada por Taurus, colección Pensamiento. Una especie de tráiler de lo que nos espera a lo largo de sus 336 páginas.

  En la presentación no faltó el humor, como el momento en que preguntamos por la relación entre las patatas Pringles con la contracultura y con Jordi Costa. La respuesta, que acertó uno de los cinéfilos del público, era uno de los autores de ciencia ficción que más aprecia Jordi Costa: Gene Wolfe, que cuenta con una pentalogía de libros llamada “El libro del sol nuevo”. Wolfe fue el ingeniero que diseñó la máquina que corta las uniformes Pringles.

   Comenzamos ese repaso por su contenido, dada la especialidad del espacio en el que estábamos, focalizando la atención en dos de los cineastas más conocidos de los inicios de nuestro underground.

DEL MODELO TRIUNFANTE DEL CINE DE ALMODÓVAR AL MALDITISMO DE IVÁN ZULUETA, SIN OLVIDAR A OTROS MÁRTIRES

    Son dos cineastas importantísimos entre los que se suele debatir cuál de sus películas contiene o captura mejor el espíritu de la movida madrileña. En el caso de Almodóvar, sus largometrajes más emblemáticos en este sentido, “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” y “Laberinto de pasiones”, retratan la movida de una manera festiva, luminosa y colorista, mezclando el pop y las ansias de modernidad con un cierto casticismo, lo que les otorga una identidad muy marcada. Por su parte, “Arrebato” es una película en sus claves más cercana al relato de vampiros o a la historia de terror gótico. Su autor, Zulueta, contaba con una trayectoria artística y de cine experimental, con numerosos cortos, si bien su dirección en el largo se limita a dos: “Un, dos, tres, al escondite inglés”, que también es una película muy pop y positiva, y “Arrebato”, donde la heroína juega un papel importante. De forma que la primera refleja muy bien el espíritu de una ópera prima y la segunda casi de una película testamentaria.

   El crítico británico Paul Julian Smith, a propósito de una retrospectiva en el British Film Institute sobre el cine español durante la Transición, se planteaba cómo hubiera sido nuestro cine si no hubiera dominado el modelo de Almodóvar sino el de Zulueta, que no tuvo continuidad. Imaginar futuros posibles o realidades paralelas es algo que me fascina y sería interesante pensar en el desarrollo del cine español si “Arrebato” no se hubiese quedado como título maldito descubierto muy posteriormente. Otro caso a destacar sería el de “El extraño viaje”, de Fernando Fernán-Gómez, que en su momento no dejó huella y actualmente la consideramos esencial en la historia del cine español. “Arrebato” tampoco tuvo la visibilidad de “Pepi, Luci y Bom” y, sin embargo, hoy es un largometraje al que volvemos una y otra vez. En su trama subyace una interesante lectura relacionada con la adicción como tema principal: sus personajes encuentran su propia salida a la contracultura al comprender que no van a poder transformar la realidad, por lo que optan por encerrarse, creando una especie de “Neverland” donde ser niños eternos; y ese ocultarse en su trinchera, dejándose fascinar por lo que más les gusta, tiene un componente autodestructivo que también fue un elemento a tener en cuenta en la trayectoria de la contracultura española, con abundante malditismo y figura que cayó por el camino, de forma que, en toda su historia,  también hubo muchos mártires de la utopía.

EL VALENCIANO CARLES MIRA

   Puesto en valor a través de uno de los libros de Jordi Costa: “Carles Mira: plateas en llamas” (2001), recordamos una de sus colaboraciones habituales en el programa televisivo “Historia de nuestro cine”, en particular presentando el largometraje “La portentosa vida del Padre Vicente”.

   Carles Mira es un director que se ha subestimado porque dirigió películas muy populares. Además, tenía una teoría del cine muy interesante, pues decía: “Mis películas son como fallas, no están ahí para perdurar sino para ser quemadas después de ser vistas”. Esa idea de la fiesta mediterránea la sublima en su cine, creando una especie de mitología en torno a la presencia árabe en el Mediterráneo, un personal Al-Ándalus como utopía integradora donde convivían todas las religiones y donde no se condenaba el placer del cuerpo ni el mundo dionisíaco de las sensaciones. En relación con ello, Mira tenía la idea de que solo se podía realizar cine contracultural si se reformulaban los medios de producción (lo que era especialmente difícil en aquella época, no solo porque el cine está asociado a una industria donde crear productos rentables, también por la necesidad entonces de contar con un carné o credencial profesional para ejercer tu trabajo), para lo cual se inspiró en la labor de los teatros independientes. En particular, con el ejemplo de la compañía El Joglars, realizó “La portentosa vida del Padre Vicente” en cooperativa.

  Tal experiencia funcionó mal económicamente. Además, provocó un revuelo considerable por diversos motivos: por un lado, la noche de su estreno en un cine en Alcoy, donde se rodó, estalló una bomba colocada por la ultraderecha valenciana, de forma que los exhibidores tuvieron miedo de programarla, viéndose antes en otras ciudades españoles que en Valencia, donde llegó años más tarde. Por otro lado, el protagonista de la película, Albert Boadella, no pudo asistir a su estreno porque en ese momento era fugitivo de la justicia por su anterior representación teatral de la obra “La Torna”, montaje de Els Joglars donde se aludía a las últimas ejecuciones en España y que fue objeto de un consejo de guerra que llevó a varios miembros del grupo teatral a la cárcel. Boadella se fugó a Francia y lideró el movimiento de la libertad de expresión de esos años que se popularizó con el icono de una máscara teatral con una tachadura roja sobre su boca. Siendo que la figura de Boadella actualmente se parece muy poco al de entonces, cabe establecer un paralelismo entre su evolución y uno de los destinos tomados por la contracultura con el paso del tiempo.

   Carles Mira, en todo caso, cuenta con tres películas esenciales: además de la citada “La portentosa vida del Padre Vicente”; “Con el culo al aire” y “Que nos quiten lo bailao”. Formalmente, las tres son deliberadamente feístas e imperfectas, teniendo muy claro que la contracultura no podía aspirar a un discurso académico o producto profesional impecable. Temáticamente hablan todas de una España posible definida en el mestizaje y en el intercambio entre culturas. Por ejemplo, Mira veía a su protagonista, basado en el Padre San Vicente Ferrer, como el primer fascista, al atribuírsele la creación de las juderías y las morerías, segregando lo que hasta ese momento convivía unido. Y precisamente el reunir lo que antes estaba separado es uno de los proyectos de la contracultura. A diferencia de lo que sucede en el presente, donde hay posibilidades de discursos contraculturales y muy transgresores y, sin embargo, da la impresión de que todo está mucho más fragmentado; en los arranques de la contracultura hubo un gran intento de entender la música, el teatro, las historietas, el feminismo, la lucha por los derechos de la comunidad homosexual… como parte de un todo para conquistar un mundo mucho más igualitario y justo donde todo estuviera felizmente mezclado.

ELOY DE LA IGLESIA

   Cineasta contracultural y paradójicamente también muy taquillero y popular. Lo más interesante en este sentido resulta que aglutinaba varias disidencias, considerando el contexto histórico del fin de un régimen dictatorial: era comunista, homosexual y toxicómano. Esas tres identidades se filtraban en sus películas, grandes éxitos de público, como “El diputado”, “El pico”, “El pico 2”, “Colegas”, etc. Al verlas masivamente la gente algo de esa sensibilidad contracultural quedaba impregnada. Como desarrollo en el libro, no deja de ser curioso que en los mismos años de “Pepi, Luci y Bom” y “Arrebato” no pueda rodarse “Galopa y corta el viento”, proyecto de Eloy de la Iglesia que contaba la historia de amor homosexual entre un abertzale con una hermana etarra  y un guardia civil, y ello no solo porque la industria consideró que era material inapropiado por demasiado delicado, sino también porque la izquierda abertzale inició una campaña en contra. De este modo, la fuerza del amor homosexual puso nervioso no solo al orden establecido sino también a la que podemos considerar la disidencia política.

En el fondo de la filmografía de Eloy de la Iglesia subyace un interesante discurso: después del desencanto democrático hay una posibilidad de revolución en la vida privada, en cómo vivas, y esto también es una gran herencia de la contracultura, pues esta no era un programa político sino un programa de transformación de la vida, al modo de “convierte tu vida en una forma de arte y, sobre todo, en una forma de resistencia”.

   La idea del deseo como motor en todos los ámbitos contraculturales. El deseo antes que el programa.

PUBLICACIONES UNDERGROUND Y EL RROLLO ENMASCARADO

   Fundamentales en mi crecimiento y forma de ver el mundo han sido los tebeos, sobre todo de Bruguera. Sigo viendo situaciones o arquetipos y comparándolos con 13 Rue del Percebe, Don Pío, Apolino Tarúguez… Ahora nos planteamos hasta qué punto facilitar a los niños el acceso a cosas “inapropiadas”. Puedo contar que yo tenía un primo hermano de mi madre que, sin querer un día, dejó al alcance de mi mano y de mi curiosidad los volúmenes que publicó la editorial Fundamentos en el año 1972 “Comix underground-USA” con las primeras historietas de Robert Crumb, Gilbert Shelton, Victor Moscoso… que, al principio, no tenían ni sumario, con contenido a granel sin preocuparse de las firmas. Curiosamente, implicados en esa selección estaban dos personajes que ahora mismo no asociaría a la contracultura, como Chumy Chúmez (que venía del mundo de La Codorniz) y como El Roto (que antes firmaba como Ops). Esos tres volúmenes influyeron bastante en los que luego se convertirían en los dibujantes underground de El Rrollo Enmascarado, La Piraña DivinaNasti de plasti, etc.

   Y aunque España bajo el franquismo vivió en cierto aislamiento que impedía que llegasen cómic de tipo marginal, eso provocó, como opinaba Pau Malvido (gran cronista de la contracultura barcelonesa) que la contracultura española no fuera mimética. De forma que los dibujantes no querían imitar, por ejemplo, a Robert Crumb (aunque lo hicieran ocasionalmente) sino que reflejaban lo que veían en la calle, capturando sus distintas jergas. Así, el fenómeno del cómic underground español para mí es uno de los más puros y complejos que da nuestra contracultura, porque cumplía una función novedosa; por ejemplo, si alguien quería saber qué lugares podía frecuentar un hombre homosexual en la Barcelona de los años 70 para ligar, contaba con las historietas de Anarcoma de Nazario, toda una gran enciclopedia de una ciudad invisible dentro de la ciudad.

   También destacar que en España hubo como un efecto de polinización a través de una especie de emisarios que transportan la energía contracultural de un sitio a otro. Todo empieza en Sevilla, de donde es Nazario, que viaja a Barcelona, donde se encuentra con un valenciano, Mariscal. Juntos ponen en marchan el fenómeno del cómic underground. Ello tendrá en Ibiza y Formentera otros dos puntos importantes. La ciudad que se ilumina después, en los años 80, y que acoge todo lo anterior y lo transforma en otra cosa con la Movida será Madrid.

MÚSICA Y LA EDAD DE ORO 

   Aunque al escribir sobre la cultura alguien pudiera pensar otra cosa, lo cierto es que no he tenido un pasado de rebelde ni he sido hippy,  pero sí que recuerdo que cada noche que se emitía La edad de oro, esa irrupción de lo contracultural y de determinadas imágenes provocaba en mi casa, un hogar de clase media de Barcelona, un pequeño drama, porque yo quería ver el programa y no me dejaban. Viendo ese programa me eduqué mucho.

   Aunque ahora existe un cierto discurso especialmente crítico hacia la Movida, pues en ella la utopía de la contracultura llegó un momento en que se convirtió en una mercancía, en una marca-ciudad, perdiendo valor de transgresión, en su origen se alimentó del sustrato contracultural, con individuos como Carlos CeesepeAlberto García-AlixEl Hortelano y Fernando Márquez El Zurdo. Luego la Movida acoge y genera cosas muy lindantes con el pop comercial.

   Simultáneamente a La edad de oro se emitía otro programa que educaba a los niños en la insumisión: La bola de cristal, donde la Bruja Avería te demostraba que el mal era la tecnocracia y el capitalismo, lo que no era nada habitual… En la televisión infantil subsisten también ahora algunos rasgos contraculturales, sobre todo en la animación norteamericana, caso de series como “Hora de aventuras”, “Historias corrientes” y “Tito Yayo”.

  Volviendo a La edad de oro, un día emitió un vídeo y una actuación del grupo Vagina Dentata Organ y de Psychic TV, que provocó un gran escándalo nacional(programa íntegro aquí, con la presentadora Paloma Chamorro advirtiendo al inicio que su contenido podía herir sensibilidades), de forma que muchos medios de comunicación iniciaron una campaña para que se suprimiese de la televisión. También resulta interesante recordar que en su primer programa entrevistaron a los supervivientes de Kaka de Luxe, que ya no existían en ese momento como grupo y de cuya formación nacería Alaska y los Pegamoides, lo que anticipa que de lo underground van a surgir dos direcciones.

EFEMÉRIDES DEL DÍA: RECORDANDO A LEOPOLDO MARÍA PANERO, QUE HUBIERA CUMPLIDO 70 AÑOS, EL LARGOMETRAJE EL DESENCANTO Y A HIPPIES COMO ALEJANDRO VALLEJO-NÁGERA

   “El desencanto” es una película importantísima que sintetiza muy tempranamente la idea de que tras el punto de inflexión de la muerte del padre, en el caso del largometraje, o de la muerte del dictador en el caso del país, va a existir una sensación de vacío y de incumplimiento. Leopoldo María Panero no sale mucho en mi libro pero sí en otro que recomiendo plenamente: “Culpables por la literatura. Imaginación política y contracultura en la transición española (1968-1986)”, de Germán Labrador Méndez, más centrado en el ámbito de la poesía y del autor maldito.

  En mi libro aparece como un figurante en una ficción urdida por Nazario en la última entrega de las aventuras de Anarcoma, que se lo encuentra en la celda de un psiquiátrico.

   Los Panero fueron una de las diversas familias ilustres que en su interior parece que contienen gran parte de la historia de España, con la presencia de una madre, un padre afín al régimen y tres hijos simbolizando tres formas de malditismo. Precisamente la figura del niño bien que, rebelde, se desafilia, es muy importante como motor de la contracultura. Cabe hablar también de otras familias como la de Rafael Sánchez Mazas, de donde salen los hermanos Sánchez-Ferlosio, si bien la que más abordo en el libro es la de Vallejo-Nágera. Aquí apuntar que los vistos por según qué miradas como los mad doctors del régimen fueron López Ibor y Vallejo-Nágera, pues a través de la psiquiatría intentan contener, controlar y neutralizar las disidencias ideológicas, políticas y sexuales. Y precisamente Antonio Vallejo-Nágera tuvo un hijo que está considerado el primer hippy español: Alejandro Vallejo-Nágera, aunque un hippy bastante particular porque nunca llegó a desafiliarse del todo del padre ni de los ideales conservadores de la familia. En un fascinante documental televisivo titulado “El último hippie” (verlo aquí), dentro del programa de TVE “Por tierras lejanas”, rodado en Goa, Alejandro se reconoce hippy legionario, por paradójico que suene.

   Todo un ejemplo de esas contradicciones que a veces ha generado la contracultura en España.

YA QUE ESTAMOS AQUÍ, MENCIÓN ESPECIAL A EL POLLO URBANO Y ZARAGOZA REBELDE 

   No podía faltar alusión a parte de la historia del underground aragonés que también tiene cabida en el libro.

     Cierto, en la imagen, viendo a los fundadores de la revista El Pollo Urbano en su redacción-trinchera, creo que está capturado un momento de espíritu contracultural puro. El Pollo Urbano es una de las manifestaciones de esa contracultura expresada fuera del ámbito que más ha pasado a su historia oficial. Otro ejemplo es el proyecto Zaragoza Rebelde (del que Jordi se llevó el libro, que calificó como todo un nuevo y valioso yacimiento de información para él), que apuesta por reconstruir la memoria contracultural de la ciudad. En este sentido, a medida que escribía el libro me daba cuenta de lo mucho que me quedaba por explorar. Me faltaría conocer en otros territorios una célula colectiva de trabajo comparable con la de Zaragoza Rebelde que recogiera todos sus testimonios contraculturales (la fundamental labor de compañías de teatro independientes, movimientos vecinales…). Y precisamente porque la contracultura implica también una naturaleza de existencia frágil y efímera, resulta tan importante levantar acta y registrar su trayectoria. Su historia completa está aún por escribir.

   En este apartado, tuvimos también una mención especial para otra experiencia multicultural zaragozana desarrollada en los márgenes de lo oficial, íntegramente autogestionada por sus creadores y participantes: las diversas ediciones de Artepacagarte (ver el audiovisual que visionamos para conocer su contenido). Contando con un par de los representantes de tales jornadas, nos hablaron de su origen vinculado a la generación de una oferta alternativa a la de los años de la Expo 2008: “primando la cultura no desde la faceta comercial sino desde la del disfrute colectivo, aportando desde nuestra individualidad aquello que podamos contar y que resulta a veces difícil por la escasez o falta de espacios institucionales”.

ÚLTIMO CAPÍTULO DEL LIBRO: EL TIEMPO DE LOS MONSTRUOS

    “Freaks” es un largometraje de 1932 que cabe también interpretar en clave de contracultura, en cuanto unos seres diferentes y marginados crean una comunidad en el circo donde conviven y articulan su particular rebelión o venganza respecto a los que les excluyen. Precisamente el término freak entra en el vocabulario de la contracultura norteamericana convirtiéndose en una especie de enseña de orgullo. Remontándonos más atrás en el tiempo podemos encontrar anticipaciones del espíritu o identidad contracultural como el de George Herriman, que, paradójicamente, publicaba en los periódicos del magnate William Randolph Hearst, con lo que tenía una gran visibilidad pero cuyos lectores no compartían demasiado sus audacias gráficas. A pesar de ello, a Hearst, capitalista convencido, le gustaba su trabajo y decidió protegerlo. Era la época en que el cómic nacía y construía su lenguaje y ya Herriman creaba unas viñetas diferentes, con una composición de página basada en la rampa, a modo de gag visual, casi Buster Keaton convertido en poesía gráfica. En sus tiras cómicas de la serie Krazy Kat, que mereció una exposición entre octubre de 2017 y febrero de 2018 en el museo Reina Sofía de Madrid, había importantes transgresiones de roles siendo la historia de un ratón que agrede a un gato-gata que, a pesar de ello, no deja de manifestar su amor hacia su atacante, todo ello bajo la mirada de un perro policía que, a su vez, está secretamente enamorado del ambiguo felino.

   En el capítulo final es donde me acerco más al terreno de la crónica, sirviendo de hilo conductor narrativo la visita a la citada exposición de Krazy Kat en compañía de la ilustre millennial Esty Quesada, más conocida como Soy una pringada, joven youtuber que precisamente hace poco ha escrito un libro autobiográfico titulado “Freak” (Ediciones Hidroavión, 2017).

   Algo que me preocupaba al escribir el libro era dónde identificar hoy el lugar de la contracultura. Los de mi generación tenemos el acto reflejo de mirar un poco por encima del hombro a los millenials, considerando ridículos términos como el de influencer o hacerse continuamente selfies, pero, en el fondo, eso es una actitud de viejo, y de viejo malo… (risas), con paralelismos a lo que hacían muchos abuelos con los hippies de los años 60 y 70 (fenómeno viral curioso es el llamado unboxing, consistente en que alguien desenvuelve ante su webcam y canal de YouTube el paquete que le acaban de entregar). Por ejemplo, el tema de los selfies yo lo asociaba a un narcisismo muy patológico al enfocar la cámara a ti mismo en lugar de al mundo, si bien en el libro “Historia alternativa del siglo XX”, de John Higgs, este propone en torno a los selfies algo que a mí me parece muy interesante: que en esa actitud de un millenial de tomarse una foto subyace su pensamiento no tanto narcisista como de compartir. Y, en este sentido, de repente me encuentro con la youtuber Esty Quesada, que en los últimos años ha logrado un rápido ascenso a la fama, incluso con serie propia (“Looser”, disponible en Flooxer). Una chica que no lo ha pasado bien en su vida (sufrió acoso escolar, vivió en el seno de una familia disfuncional…) y que usa su cámara y rabia para decir no a la cultura youtuber, no a los tutoriales de belleza; yo soy así con este físico y me identifico como tal; a pesar de ser heterosexual me reconozco en el mundo transgénero… De este modo, crea un discurso que no está intelectualizado y que resulta puramente contracultural; una chica, además, no solo movida por referentes cercanos sino también consciente, por ejemplo, del cine de John Waters y de Todd Solondz. Con esto me acuerdo del documental “Barcelona era una fiesta underground”, de Morrosko Vila-San-Juan, donde se decía que la contracultura no estaba destinada a conquistar el poder y a triunfar, pero sí servía para poner sobre la mesa una serie de ideas, algunas de las cuales siguen estando ahí y siguen transformando, como está sucediendo este año con el enorme avance del feminismo. En cada conquista que suponga una mayor libertad notamos que la contracultura sigue vive.

   No quería que el libro fuera una elegía, sobre unos buenos tiempos que no volverán, lo que sucede es que actualmente todo existe mucho más fragmentado. La canción de Jaume Sisa “Qualsevol nit pot sortir el sol”, ofrecía una buena metáfora de lo que pretendía ser la contracultura: una fiesta en la que todo el mundo estaba invitado, algo que creo que ahora no funciona igual al predominar los compartimentos estancos con discursos, a veces, bastante radicales, siempre con el peligro de la captación inmediata por parte de la cultura del mercado, más visible (como muestra, que el Festival Sónar lo haya abierto Puto Chino Maricón, artista que ha convertido la exclusión en su arma y que nació en cauces underground). En todo caso, queda mucho por hacer, sin tener sentido oficiar un nuevo funeral por la contracultura.

   Con esa frase final del libro, una interpelación a tod@s, y una breve ronda de preguntas, se concluyó la presentación, dando paso a la firma de libros con el fondo de un videoclip animado de la canción citada de Jaume Sisa.

    Para terminar, mi agradecimiento a Jordi Costa por su generosidad y profesionalidad, a Sergio Guiral por confiar nuevamente en mí para la introducción y moderación del acto en su tienda, a Pimontes por las fotos, a Oskia por su cartel alternativo, a quienes ayudaron a divulgar la sesión y, por supuesto, a todo el público asistente (con algunos desplazamientos desde muy lejos para la ocasión) por su implicación y acogida.

    Parafraseando las últimas frases del libro, que no nos venzan nunca, que aún hay mucho por hacer.

Publicado en: https://atmosferacine.com/2018/06/29/presentacion-como-acabar-con-la-contracultura-una-historia-subterranea-de-espana-de-jordi-costa-en-la-ventana-indiscreta-y-ii-cronica/

Artículos relacionados :