Historias de Sánchez, de alimañero a jefe de la USMC (IV)

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Por D.S.

Han sido muchos los lectores polleros y seguidores de facebook y twitter que me han pedido que publicara en orden cronológico estos humildes hechos de mi vida que me han llevado de comenzar como un simple alimañero a convertirme en el orgulloso jefe de la Unidad Secreta de Matacochinos primero del Ayuntamiento de Zaragoza y luego, finalmente, del Gobierno de Aragón. Aquí continúa  pues, la cuarta  entrega …

El albino asesino

Nos avisó Lionel Valls a través de la gendarmería francesa de Urdós porque unos cazadores habían divisado nuestra pieza más perseguida ultimamente: el jabalí blanco asesino que recientemente fue visto en los alrededores de la Peña Oroel luego de haber embestido y herido de muerte a tres montañeros italianos que hacían la ruta del Camino de Santiago Cabezón y que atraviesa dicha peña por un error de transcripción de los monjes de San Juan de la Peña en su Códex Regularis Caminantis, traducido por Willian Factachi en el 2008.

Como comprobamos al revisar la información, la velocidad de traslado del jabalí albino es extraordinaria así que una vez avisados, preparamos el equipo y nos desplazamos hasta el Hotel-bar-restaurante “Les Voyageurs”,de Urdós, donde establecimos el cuartel general. Después de afilar los cuchillos, nos dirigimos hacia les Forges d’Abel, donde pudimos avistarlo a la entrada del monumental túnel helicoidal del ferrocarril que permite superar un duro desnivel de forma casi imperceptible. Avisamos a los responsables para que durante tres horas no permitieran el paso de tren alguno y nos metimos en la negrura de la caverna. En silencio, pronto comenzamos a oír su jadeante traqueteo al tropezar con las traviesas y las piedras sueltas. En un momento, volcamos al suelo medio saco de bocadillos de chorizo que habíamos llevado con nosotros y conectamos un gran ventilador a baterías para que desplazara el olor hacía el interior de la galería.

Nos escondimos pegados a los costados del corredor en una suerte de covacha que utilizaban los guardavías para almacenar herramientas varias. Al poco, el jabalí asesino captó el olor a chorizo y dando un feroz gruñido volvió la grupa y ora arrastrando el hocico ora batiéndolo al aire para impregnarse de sabroso olor del pimentón, aceleró su marcha hacia el cebo. Mandé retroceder a mis ayudantes y me pegué a la pared de roca. En cuanto se agachó a morder un bocadillo, acaricié mi cuchillo finlandés y le asesté un certero mandoble que le perforó el corazón. Con una vagoneta que nos había prestado la SNCF sacamos al albino asesino fuera del túnel, lo fotografiamos y le hicimos una extracción de sangre antes de entregarlo a las autoridades francesas Inmediatamente regresamos a Zaragoza para reportar al delegado del Gobierno el éxito de nuestra misión. Gustavo Alcalde me felicitó y me entregó un sobre con 500 euros con los que nos fuimos cantando al Tubo todo el equipo y fundirlos en cerveza a velocidad de vértigo ¡Un asesino menos!

 

El terror de los bañistas 

27 de Agosto 2014:  Apenas terminadas las vacaciones oficiales, el valido concejal millonario de gravas y barquitos del Ayuntamiento de Zaragoza Jeromín de los Bosques, envió una circular al Servicio de Fauna Salvaje del Ayuntamiento de Zaragoza (SFSAZ) ordenando la detección y posterior eliminación de un “presunto” jabalí asesino que había sido visto en la Peña del Cuervo, lugar habitual de bañistas en el río Gallego y próximo a la ciudad. El capitán Fulgencio Bautista Batista –como era de esperar-, me encomendó esa misión pues tiene órdenes directas del concejal de adjudicarme  todas las misiones susceptibles de  ocasionarme la muerte, tal es la inquina irracional del político gravero hacia mi persona.

Acompañado por dos hombres de confianza de la Unidad Secreta de Matacochinos (USMC) y de paisano, nos desplazamos al anochecer hasta la pedanía de Peñaflor. Metimos una pequeña barca neumática en el río y nos dejamos deslizar aguas abajo hasta aproximarnos a la Peña del Cuervo donde,  tal y como había escrito Chema Ballestín en sus “Apuntes sobre Zaragoza y su entorno”, sentimos claramente que: ” …del soto ribereño nos llegan sonidos de cogujada, torcecuello, oropéndola, pito real, ruiseñor, urraca y corneja negra, mas sin noticias del famoso cuervo que da nombre al lugar. El agua pasa con rapidez, que el desnivel natural aún es importante en esta zona”.

Antes del amanecer colocamos todas las trampas-bocadillo por los alrededores del lugar donde avistamos sus últimas huellas. No había duda: era un poderoso macho y estaba solo en el entorno lo que le hacía más peligroso. Amanecía cuando escondidos entre los tamarindos, escuché como hozaba  en los alrededores de un bocadillo colocado cerca de mí. Acaricié el cuchillo finlandés y ascendí sigiloso hasta una horquilla aparente de un chopo cabecero cercano a un puente sobre una acequia que desaguaba en el río. Desde allí le chisté. Subió su cabeza sorprendido y caí sobre él propinándole un certero machetazo en el corazón. Ahí acabo la historia de este asesino que había mordido a trece excursionistas  días pasados y que hacía impracticable para el baño la popular Peña del Cuervo zaragozana.

El concejal, una vez más, no pudo celebrar mi muerte. Ni siquiera un rasguño.

Continuará

Cápitulos anteriores:

-Capítulo III

-Capítulo II

-Capítulo  I

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