Por Don Quiterio
Si se trata de desterrar los tópicos que las describen, las mujeres no son ni como las tratan el cine, que las ensalzan, ni como aparecen en los chistes, que las ridiculizan. De lo que no cabe duda es que son seres fascinantes y complejos, difíciles de explicar con cuatro rasgos.
Para empezar, a diferencia de los hombres, y gracias a su rica variedad emocional, ellas no son la misma persona a lo largo de toda una jornada. La mujer que se acuesta al llegar la noches raras veces recuerda a la que se levanta por la mañana, ni a la de la hora del almuerzo. Un hombre acusa, en su estado de ánimo, las incidencias del día sin que cambie demasiado su carácter, acaso porque nosotros somos seres más simples e inmediatos y el instinto nos alivia de la pesadumbre que pueda causarnos la razón.
De hecho, la razón de las pasadas jornadas de cine mudo en Uncastillo –en su edición decimotercera- se organizaron a través del mundo femenino, y el público pudo ver cómo se retrataba a la mujer en el cine mudo a través de distintas perspectivas, en un certamen que vuelve los ojos hacia sus orígenes, ya que esta iniciativa surgió para recuperar la figura de Inocencia Alcubierre, actriz uncastillera de cine mudo. Tres días de fantasía, historias y amores sin voz pero con música en directo. La localidad zaragozana de Uncastillo, una vez más, se vistió de blanco y negro para cobijar la magia del cine mudo. A lo largo de estos tres días –del 22 al 24 de junio- se sucedieron quince horas de proyecciones acompañadas de algunas bandas sonoras y de música en directo para ambientar las imágenes sobre la pantalla, como hicieran nuestros antepasados. Así, pudimos deleitarnos con piezas al piano (del donostiarra Josetxo Fernández de Ortega, el uncastillero David Villafranca, el madrileño Carlos González, el parisino Ignacio Plaza o el zaragozano Jaime López), a la guitarra (del zaragozano José Luis Lozano) y al acordeón (de la catalana Estrella Ramón o el aragonés Ignacio Alfayé). La actuación del músico fue un atractivo y sorprendió al público con su interpretación y con la magia de la unión del cine y la música en directo. Como broche, el galardón anual “Bocina de piedra” lo recibieron los festivales aragoneses de cine realizado por mujeres (Zaragoza, Huesca, Teruel), el grupo de teatro de mujeres “El cuco”, de Uncastillo, y las cineastas aragonesas Mercedes Gaspar (Goya 1995 al mejor cortometraje de animación) y Paula Ortiz, por su largometraje “De tu ventana a la mía”, rodado en parte en Uncastillo.
Asimismo, en la sesión de apertura se estrenó el cortometraje “El lazo de Carla” (Carlos Calvo y Guadalupe Corraliza, 2012), una historia de una madre y su hija entre tentetiesos, regaderas y cordones, ante la mirada enigmática de un pintor, y se inauguró una exposición sobre estrellas del cine mudo, de la colección particular del historiador Ramón Perdiguer y del archivo de la asociación cultural La Lonjeta, en la que se reúne imágenes de grandes intérpretes como Theda Bara, Mary Pickford, Gloria Swanson, Lya de Putti, Joan Crawford, Pola Negri, Marlene Dietrich, Greta Garbo… y hasta cuarenta pioneras de la constelación cinematográfica. Al mismo tiempo, la muestra ofreció una restrospectiva de la realizadora aragonesa Mercedes Gaspar, con varios cortometrajes de animación (“Sabía que vendrías”, “El desayuno”, “El sueño de Adán”, “Las partes de mí que te aman son seres vacíos”, “El sabor de la comida de lata”) realizados entre 1992 y 1997; y la proyección de varios cortometrajes de reciente ejecución como “El tomate tenía un precio” (Juan Ángel Pérez, 2011), “H-2 cero” (Javier Mesa y Vicente Reig, 2008) o “Dreams” (2011), realizado por los alumnos del taller de cine e imagen del centro penitenciario de Daroca impartido por Ignacio Alfayé.
Contrariamente a lo que se suele creer, la mujer tuvo un papel muy importante en el cine de la primera década del siglo XX, pues era una esfera pública, un espacio de diversión y un lugar de trabajo relativamente autónomo para ellas. Un factor clave del contexto histórico es la reivindicación del voto femenino. La lucha de las sufragistas por sus derechos también se reflejará en el cine. Con películas afines que, pese a usar un tono cómico, intentan subvertir los estereotipos masculinos. Y con películas antisufragistas, en las que las feministas son presentadas como mujeres que han equivocado su camino. Desde 1909, las series cómicas protagonizadas por mujeres se convirtieron en un género muy popular y, en ellas, las protagonistas aparecen como mujeres rebeldes, gamberras y astutas, en contraposición al hombre que suele ser presentado como un estúpido. De este modo, y en colaboración con los archivos Gaumont Pathé y la filmoteca de Bolonia, las jornadas de cine mudo de Uncastillo ofrecieron una muestra del rol y la imagen de las mujeres en los comienzos del cine como creadoras, guionistas o productoras en unas producciones francesas, inglesas e italianas realizadas entre 1909 y 1913: “Noticias Pathé, una selección de sufragistas”, “Tilly en una pensión”, “La pelea”, “Las mujeres diputadas” o “Lea y el ovillo de lana”.
Y, por supuesto, si hablamos de mujeres en el cine mudo no podían faltar los clásicos. De Alice Guy Blaché (1873-1968), pionera del cine francés y la primera mujer que dirigió una película en la historia del cine, contemporánea de los hermanos Lumière, las jornadas ofrecen un buen puñado de sus más de seiscientas cortometrajes, realizados entre 1897 y 1907: “Bob Walter, danza serpentina”, “Escena de desaparición”, “Danza de las estaciones”, “El hada de las coles”, “La Cake Walk del nuevo circo”, “Los resultados del feminismo”, “El pegamento”, “La señora tiene antojos” o “El piano irresistible”. También se programó el cortometraje norteamericano “La carrera de Barney Oldfield por una vida” (Mack Sennett, 1913), interpretado por Mabel Normand, que llegó al cine de la mano de ese genio precursor del humor cinematográfico llamado Sennett, con quien se casa y es la protagonista exclusiva de sus producciones. O “Cenicienta” (Frederick Ireland, 1920), otro corto estadounidense interpretado por una las más destacadas actrices cómicas del momento, Alice Howell, y que poco tiene que ver con el personaje del cuento clásico. O el mediometraje danés “El abismo” (Urban Gad, 1910), un melodrama erótico con una Asta Nielsen en el papel de una profesora de piano de buena familia, inocente y conformista, hasta que se enamora de un integrante circense.
Junto a esta selección, las jornadas programaron una serie de películas de metraje largo. Así, la alemana “La caja de Pandora” (G.W. Pabst, 1929) está basada en dos obras de teatro de Frank Wedekind y la interpreta Louise Brooks, una “femme fatale” entregada a los placeres del amor y que lleva a la perdición a los que caen en sus garras. La francesa “Corazón fiel” (Jean Epstein, 1923) es una obra poética e intimista, experimental e impresionista, protagonizada por Gina Manés en el papel de una camarera explotada sin reparos por sus jefes. “Lirios rotos” (D.W.Griffith, 1919) está basada en una novela de Thomas Burke sobre una joven, interpretada por Lillian Gish, que vive en un claustrofóbico ambiente, continua y brutalmente maltratada por su padre, un exboxeador alcohólico y obsesivo. Finalmente, “Ello” (Clarence Badger, 1919) es una típica comedia americana con el tono alegre de la época y consolida a una Clara Bow como “sex symbol”, representando el papel de mujer “devora-hombres”, descarada y provocativa.
Cualquiera que sea su condición social, las mujeres resultan siempre un espectáculo impresionante. Aun en las peores circunstancias puede obtenerse una visión novedosa sobre el orbe de la feminidad, un hallazgo expresivo, un detalle ilustrativo y sorprendente. Lo saben muy bien Josu Azcona y Carmen Giménez, coordinadores de esta muestra de cine mudo dedicada a la mujer, de Lillian Gish a Clara Bow, de Asta Nielsen a Alice Guy, de Louise Brooks a Mabel Normand, de Gina Manès a Alice Howell, de Mercedes Gaspar a Paula Ortiz, de Guadalupe Corraliza a Carla Calvo. Mujeres del cine y para el cine, nacidas en los siglos XIX, XX y XXI, que son un misterio insondable de muy difícil acceso, algo plural e inconcreto, matices volubles en los que se mezclan en dosis muy personales la fisiología y la sensibilidad emocional, de manera que cada una es en sí misma un modelo irrepetible y admirable, un complejo mecanismo difícil de conocer e interpretar, un espacio en el que prosperan la realidad y la conjetura.
Hay gestos femeninos que desorientan mucho a los hombres y forman parte del fascinante misterio de la feminidad, como cuando con motivo de un dolor de cabeza se pueden llevar las manos al vientre. ¿Residirá, acaso, en el vientre el sagrado resorte de la feminidad? ¿Sería en el vientre remoto de las mujeres dondo fuimos algunza vez lúcidos los hombres? ¿Quién ignora que las mujeres resultan más accesibles bajo la luna llena? ¿Quién no ha lidiado alguna vez con esa amiga murciélago que revolotea tenebrosamente en torno a la mariposa macaón? ¿Quién no ha abordado en lobuna manada a las gráciles ciervas que nos ojeaban desde la barra? ¿Cómo es la mujer si se desmontan los prejuicios?
Después de todo, ¿qué es una mujer? Estas jornadas, una de las pocas dedicadas completamente al cine mudo en Europa, repasan el papel de las pioneras en este género, al tiempo que se reivindica la igualdad de mujeres y hombres en el mundo del celuloide, e indagan en la visión que han venido dando las mujeres en el cine de sí mismas y de los problemas a los que se han tenido –y tienen- que enfrentar en busca de una afirmación personal lejos de los prejuicios que siempre han rodeado al hecho de ser mujer, sin morir en el intento, y su situación en la sociedad. Pero también existen hombres imprescindibles en el universo femenino. Ese binomio entre lo femenino y lo masculino ha creado una guerra patriarcal heterosexista. Tres días, en fin, de fantasía, historias y amores sin voz pero con música en directo. Uncastillo, una vez más, se vistió de blanco y negro para cobijar la magia del cine en una selección de películas dedicadas al universo femenino. Cine, pues, en estado puro.