Por Jorge Moreno
Investigadores del Centro Médico de la Universidad de Georgetown, en Washington, Estados Unidos, han descubierto y validado un análisis de sangreque puede predecir con más de un 90% de exactitud si una persona sana va a desarrollar deterioro cognitivo leve o la enfermedad de Alzheimer en tres años.
Descrita en la edición de este domingo de la revista Nature Medicine, la investigación anuncia la posibilidad de desarrollar estrategias de tratamiento para la enfermedad de Alzheimer en una etapa anterior, cuando la terapia sería más eficaz para retardar o prevenir la aparición de los síntomas. Es la primera vez que se informa de la existencia de biomarcadores sanguíneos del Alzheimer preclínico.
La prueba, que identifica diez lípidos o grasas en la sangre que predicen el inicio de la enfermedad, podría estar lista para su uso en estudios clínicos en tan sólo dos años y, según los investigadores, es posible que tenga otros usos de diagnóstico.
«Nuestra prueba de sangre ofrece la posibilidad de identificar a las personas en situación de riesgo de deterioro cognitivo progresivo y puede cambiar la forma en la que los pacientes, sus familias y los médicos tratan, planifican y manejan el trastorno», afirma uno de los autores del estudio, Howard J. Federoff, profesor de Neurología y vicepresidente ejecutivo de Ciencias de la Salud en Georgetown.
Actualmente, no existe una cura o un tratamiento efectivo para la enfermedad de Alzheimer, de forma que, a nivel mundial, alrededor de 35,6 millones de personas tienen la enfermedad y, según la Organización Mundial de la Salud, el número se duplicará tras 20 años hasta los 115,4 millones de personas con Alzheimer en 2050.
Federoff señala que se han hecho muchos esfuerzos para desarrollar fármacos que frenen o reviertan la progresión del Alzheimer, pero todos ellos han fracasado, a su juicio, porque el fármaco se probó demasiado tarde en el proceso de la enfermedad, entre otras cuestiones.
«El estado preclínico de la enfermedad ofrece una oportunidad para intervenir a tiempo en la enfermedad -destaca Federoff–. Biomarcadores como los nuestros, que definen este periodo asintomático, son críticos para que el desarrollo y la aplicación de estas terapias tengan éxito». El estudio de cinco años incluyó a 525 participantes sanos de 70 años o más a los que se les tomaron muestras de sangre al inscribirse y en varios momentos del estudio.
Durante la investigación, 74 participantes cumplieron los criterios para la enfermedad de Alzheimer leve (EA) o una condición conocida como deterioro cognitivo leve amnésico (DCLa), con una importante pérdida de memoria. De ellos, 46 fueron diagnosticados en el momento de la inscripción y 28 desarrollaron DCLa o EA leve durante el estudio.
En el tercer año de trabajo, los investigadores seleccionaron a 53 participantes que desarrollaron DCLa/AE y los emparejaron con 53 controles cognitivamente normales para la fase de descubrimiento de los lípidos biomarcadores.
Los lípidos no eran el objetivo antes del inicio del estudio, sino más bien fueron un resultado de la investigación. Los autores descubrieron diez lípidos que parecen revelar la ruptura de las membranas celulares neuronales en los participantes que desarrollan síntomas de deterioro cognitivo o EA, un listado que se validó posteriormente al analizar a los 21 participantes con DCLa/EA restantes y 20 controles. Los investigadores estudiaron datos ciegos para determinar si los sujetos podían ser caracterizados en las categorías diagnósticas correctas basándose únicamente en los diez lípidos identificados.
«El panel de lípidos fue capaz de distinguir con el 90 por ciento de exactitud estos dos grupos distintos: los participantes cognitivamente normales que podrían progresar a DCL o EA en los siguientes dos o tres años y los que se mantendrán normales en un futuro cercano», destaca Federoff.
Los investigadores examinaron si la presencia del gen APOE4, un factor de riesgo conocido para el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, contribuiría a una clasificación precisa de los grupos, pero vieron que no era un factor predictivo significativo en este estudio.
«Creemos que nuestros resultados son un paso importante hacia la comercialización de una prueba de biomarcadores de la enfermedad preclínica que podría ser útil para el cribado a gran escala con el fin de identificar individuos en riesgo», augura Federoff.
«Estamos diseñando un ensayo clínico en el que vamos a utilizar este listado para identificar a las personas en alto riesgo de Alzheimer con el fin de probar un agente terapéutico que pueda retrasar o prevenir la aparición de la enfermedad», concluye.