Julio:»Un paso más hacia la recuperación de los lesionados medulares»

Por Jorge Moreno

    La científica española Almudena Ramón Cueto(Vallladolid,1963)del Centro de Investigaciones Científicas(CSIC) ha encontrado una terapia para las lesiones medulares. La puso en práctica, por primera vez en los años noventa y logró en 2000, que ratas parapléjicas volvieran a caminar. Un hito que impresiono a científicos de  todo el mundo.

 

   Se puede leer , por ejemplo el monográfico especial publicado¡, en mayo de 2011, en la prestigiosa revista Experimental Neurology, editado por la propia doctora Ramón, en el que repasa su terapia basada en el bulbo olfatorio y sus células, llamadas glía envolvente.

   El implante de estas células-del propio paciente-en el pinto donde la médula espinal está dañada es el eje central de la terapia. Las células de glía envolvente olfatoria son capaces de regenerar la fibra nerviosa de una médula lesionada y recuperar las conexiones nerviosas.

   Ochenta artículos científicos publicados en revistas de primera línea  por la propia doctora y otros investigadores internacionales avalan la técnica de la vallisoletana. No solo eso. La utilización de la glia envolvente de bulbo olfatorio ha dado resultados positivos en cuatro especies animales: ratas, cerdos, perros y primates. Estos animales recuperaron la movilidad al cabo de ocho meses, pero ya era significativa a las ocho semanas.

   Esta terapia está siendo frenada por los propios compañeros de la doctora Ramón, que según ella está sufriendo acoso laboral y asegura que se ha encontrado con muchos obstáculos y que no recibe el apoyo de las instituciones.

   Por el contrario quien si le apoya es la doctora María Delgado, jefa de la sección de Lesionados Medulares del Hospital La Fe de Valencia, que lleva desde 1977 atendiendo a personas parapléjicas y que dice que merecería la pena intentar esta terapia con humanos, por otro lado se ha creado una asociación llamada Lázarus, que apoya la investigación y busca dinero para potenciarla.

   Este tratamiento no causará un daño añadido al lesionado. Es una terapia autóloga, es decir, que al paciente se le implantan sus propias células por lo que el riesgo de rechazo es nulo. Al no ser células modificadas genéticamente, tienen limitada su multiplicación, por lo que no degeneran en tumores. Otra de las ventajas  de esta técnica es un bajo coste ya que no requiere de fármacos sino de autotrasplante, el paciente es el donante y su propio receptor.

     Por otro lado los trasplantes diferidos son otra de las líneas de investigación de este grupo. “Queremos ver si los animales que llevan un periodo más prolongado de tiempo responden de forma positiva al injerto de glía”, detalló la doctora Ramón. Si tuviera éxito, la terapia se podría aplicar en lesiones medulares de larga duración.

   “Esto permitiría tener una ventana temporal, es decir, que el trasplante no tendría que realizarse nada más ocurriese la lesión, sino que podría hacerse en el momento idóneo para el paciente”, apuntó la investigadora. “Nuestro proyecto tiene un valor importantísimo por lo que podría suponer tener éxito en la terapia”.

    Unas 1.200 personas acaban cada año con lesiones medulares en España. No son los accidentes de tráfico la principal causa hoy de la paraplejía, sino los deportes de riesgo y el ciclismo. La terapia descubierta por la investigadora Almudena Ramón para regenerar la médula lesionada se basa en los beneficios de las células del bulbo olfatorio. Hoy se sabe que cuando se produce una fractura en la médula, la mitad de la parte inferior no se muere, sino que sigue con vida neuronal. Solo hace falta que los axones de ambos lados de la lesión (prolongaciones de las neuronas, como el cable eléctrico, que conducen el impulso nervioso) vuelvan a conectarse de nuevo. De ahí que implantando las células de la glía olfatoria se regeneran los axones desde el momento del trasplante y se reconecta el circuito, permitiendo el paso de la corriente. Los ensayos en ratas , cerdos, perros y primates concluyeron con la movilidad total de los animales parapléjicos. Las propiedades regeneradoras de la glía envolvente olfatoria proceden de los antepasados del ser humano, cuando el olfato jugaba un papel clave en la supervivencia.

    El ser humano tiene dos bulbos olfatorios, ubicados detrás de las cejas, en el arquicortex, la parte más antigua del cerebro, la que menos ha evolucionado.

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