Desde el diván: ‘La vida de Flynn’ de Peter Weitz


Por José María Bardavío

       Jonathan Flynn ha transformado un barril de cerveza en improvisada bañera.

     Y celebra el invento allí sumergido con un vaso de vodka en la mano que es su bebida preferida más que nada por el matiz machista de eso de beber vodka cosaco (en plan macho) y de beberlo como un cosaco (a raudales). Y no lo digo yo, que lo dice él a lo largo y ancho de la película.

Título: La vida de Flynn
Ficha técnica
Dirección: Paul Weitz
Producción: Michael Costigan y Andrew Miano
Guion: Paul Weitz
Basada en: Another Bullshit Night in Suck City de Nick Flynn
Música: Badly Drawn Boy
Fotografía: Declan Quinn
Montaje: Joan Sobel
Protagonistas:  Robert De Niro y Paul Dano

      Y cuando entra su hijo Nick (interpretado por un grandioso Paul Dano) que hace muchos años que no ha sabido nada de su padre le dice a su hijo apenas sin preámbulo: “Estás en este mundo para ayudar a los demás”. Una tan bonita pero hipócrita admonición escenificada surrealistamente por un hombre que al no tener donde caerse muerto (la bañera improvisada sugiere también un ataúd precolombino, por lo tanto, un zigzagueo entre pasado (los enterramientos precolombinos y la tecnología ultramoderna del enterramiento en (papel de) aluminio), se va a dedicar desde ahora a aprovecharse de su hijo como sea.
La bañera añade indefensión, el vodka regresión (el alcoholismo, según Bolkian, es fetalizante). Así que la bañera improvisada es una confirmación inconsciente de la inspiración regresiva en cuanto que eso de estar (1) dentro de la  bañera; (2) el agua; y (3) la espuma, está gestado desde protofantasías, desde luego maternas, probablemente trucadas, falsificadas, por tácticas inconscientes de defensa al pasar desde el inconsciente larval al consciente cristalizador.

 

      El tema fundamental consiste en cómo impresionar a mi hijo para que pueda yo vivir a sus expensas, pues lo que está tratando de hacer Jonathan desde ya es de pegarse a la vida de su hijo para vivir a su costa. Ha comprimido su calenturienta imaginación para montar esta escenografía atroz y sentimentaloide pero que como ni él mismo se lo cree el resultado se desmorona, desmorona su sentido y todo queda demasiado ridículo. Es como si un mediocre director de escena montara una representación en la que un padre contara escenográficamente a su hijo la relación que debería exsitir entre los dos:  que el padre es un ser nuevo y la bañera es la madre de la que brota un padre renacido que aspira a convertirse en el hijo de su hijo: ¿Esquizofrenia, delirio, alcoholismo galopante…?

Repasemos:

1 la bañera parodiada es el último lugar en el que hubiera imaginado Nick encontrar a su padre.

2 El hecho de encontrarlo allí proporciona al encuentro un elemento de sorpresa inolvidable.

3 Y el levantarse cubierto de espuma preludia elocuentemente al ser grotesco que resultará ser cuando Nick le siga a partir de ahora. La composición con la bañera ha errado su mensaje cuando -y sobre todo- cuando el presunto ángel de blanco deja de ver que es la copa en ristre, el alcohol, el autor de la patética composición mini teatral titulada  «Padre renovado naciendo en la bañera»

 

4 Que ese estar cubierto por la espuma muestra sutilmente el encroquetado níveo de su personalidad:  el pan frito y el aceite virgen de la paranoia. Sí. Que Jonathan Flynn está al remojo de los impulsos paranoicos que gobiernan su vida. Nótese que la exaltación neurótica de la personalidad es precisamente lo que motoriza su supervivencia, lo que le permite seguir tirando, sobrevivir. No hay nada que pueda abatirle porque -cree de sí mismo- es un ser excepcional, un escritor merecedor del premio Nobel, un superviviente del desastre de la Cultura, un ser único y excepcional.

5 La bañera es el símil de la cueva en donde al levantarse, al alzarse, al ponerse de pié, recrea el nacimiento, la expansión de su ser, para impresionar (monstruosamente, fetalmente) a su hijo (en un  perverso “quiero ser tu hijo”). Cuando en realidad se trata de un espantapájaros azotado por el viento de la verdad enturbiada con la que recubre su personalidad. El espantapájaros es el salvavidas que le permite mantenerse a flote, seguir viviendo. Como él mismo afirma: Soy un superviviente en un mundo infectado.

El blog del autor: http://bathtubsinfilms.blogspot.com/

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