El patrullero de la filmo: De Luise Rainer a la CNT

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Por Don Quiterio

     La filmoteca de Zaragoza que dirige con tan buen criterio cinematográfico Leandro Martínez –y su inseparable compañera de fatigas Toña Estévez- ha ido programando ese “otro cine” que rara vez podemos paladear en las salas comerciales.

    Al amplio ciclo en torno al productor y ocasional realizador Luis Miñarro –con filmes dirigidos por Marc Recha, Fernando de France, Sergio Caballero, Manoel de Oliveira, José María de Orbe, José Luis Guerín, Albert Serra, Pablo García, Julio Wallovits, Juan Barrero, Pere Vilá o el propio Miñarro-, hemos podido ver películas de reciente cuño y en riguroso estreno: la ucraniana ‘Plemya’, una originalísima historia sin diálogos dirigida por Myroslav Slabonshpytski; la interesante coproducción entre Alemania, México, Dinamarca, Francia, Holanda, Argentina y Estados Unidos ‘Jauja’, de Lisandro Alonso, y la francesa ‘Adiós al lenguaje’, toda una declaración de intenciones por parte del gran Jean-Luc Godard.

    Se han programado, asimismo, dos montajes experimentales, a cargo de Ernesto Sarasa y Carlos Villar, y el también reciente largometraje de ficción ‘Novatos’, de Pablo Aragüés, sobre el problema de las novatadas universitarias y su relación con el conjunto de la sociedad. Es la historia de un zaragozano de dieciocho años (trasunto del propio realizador) que se marcha a estudiar periodismo a Madrid y se instala en un colegio mayor, pero los veteranos harán que su estancia en el mismo sea una auténtica pesadilla. Aragüés, desgraciadamente, no maneja bien los elementos del relato, pues todo resulta tan falso como artificial, con un desenlace de traca, y cuesta creer el comportamiento sumiso de los novatos ante unas vejaciones más propias de pandilleros al estilo del Walter Hill de aquellos amos de la noche.

    Igualmente, se ha programado la sección de documentales del festival de cine de Zaragoza de este 2015, con títulos dirigidos por Carlos Troncoso (‘Algo más que una pasión’), Diego Erreka (‘Eres lo que comes’), Antonio Aguilar (‘Garbanzos con azúcar’), Álvaro Merino (‘Pepín Bello, el hombre que nunca hizo nada’), Nacho Arantegui (‘Trilogía de una ribera’), Alex Muntada (‘The accelerating universe’), Sergi Pitarch (‘El último abrazo’), Jokin Pascual y Javier Dampierre (‘London reflects’), Ander Iriarte (‘Sumud’), Juan Antonio Moreno y Silvia Venegas (‘Boxing for fredom’), José Ángel Gimera (‘Gira’), Javier Sanz (‘Lejos de la orilla’), Marta Solano (‘Mujeres de la mar’), José Manuel Herráiz (‘En un lugar llamado Foces’), Ricardo Macián (‘En clave de Ortifus’), Álvaro Pastor (‘Salvando distancias’), Carlos Sánchez-Llibre y Eloi Tomas (‘Gira: construye tu pasión’), Daniel Burgui y Andrés Salaberri (‘The last voyage of Eva Jocelyn’), José Luis Martínez Cruz (‘150 años de bomberos’) o Rubén Señor (‘Around them’).

    Pero uno destacaría de esta sección los documentales ‘Maestros’, de Javier Macipe, una inteligente propuesta de uno de los mejores realizadores de Aragón; ‘La encrucijada de Ángel Sanz Briz’, de José Alejandro González Baztán, el perfil humano de un diplomático zaragozano que explica la estrategia que siguió, con denodados esfuerzos, para salvar del exterminio nazi a más de cinco mil judíos húngaros; ‘Relevos’, del turolense José Manuel Fandos, un entrañable y elegante relato sobre adversidades y  superaciones, en torno al retrato de un grupo de deportistas con discapacidad que forman un equipo de natación (sus entrenamientos, sus competiciones, sus actividades), o ‘Mi tío Ramón’, del oscense Ignacio Lasierra, una indagación en la búsqueda de la memoria y el olvido, la herencia y el legado, el pasado y el presente. Lo bueno de tener un pasado es que puedes olvidarlo casi a voluntad, por trozos, y da frutos como un sarmiento que creías muerto.

    También ha dedicado la filmoteca un miniciclo a Luise Rainer (1910-2014), actriz estadounidense de procedencia austriaca que sufraga en parte el rodaje de ‘Tierra de España’ (Joris Ivens, 1937) y es una ferviente defensora de la segunda república española, para la que recauda fondos entre las gentes de Hollywood y habilita un castillo en Francia en la acogida de niños republicanos que huyen de la guerra. De ella se han programado ‘El gran Ziegfeld’ (1936), ‘La buena tierra’ (1937) y ‘El gran vals’ (1938). Con los dos primeros filmes obtiene sendos ‘oscars’ consecutivos. Hija de un comerciante, estudia declamación en Düsseldorf, donde se da a conocer como profesional en 1928. Su talento le vale un contrato de Max Reinhardt e interpreta en 1932 la película de Max Neufeld ‘Sehensucht’. En 1935 se traslada a Inglaterra y seguidamente a Norteamérica, donde inicia ese mismo año su actividad cinematográfica con ‘Escapade’, de Robert Leonard, nueva versión de ‘Mascarada’. Igualmente protagoniza ‘El secreto del candelabro’ (George Fitzmaurice, 1937), ‘Frou-Frou’ (Richard Thorpe, 1938) y ‘Hostages’ (Frank Tuttle, 1939). A partir de esta película, abandona Hollywood para dedicarse exclusivamente al teatro, faceta en la que es dirigida por Erwin Piscator en las obras ‘Joan of Lorrain’, de Anderson, y ‘El círculo de tiza caucasiano’, de Brecht.

    El artesano Robert Leonard dirige a Rainer (¡soberbia la escena del teléfono!) en ‘El gran Ziegfeld’, aparatoso y espectacular musical de casi tres horas de duración, una biografía bastante entretenida del flamante agente artístico Florentz Ziegfeld, interpretado por William Powell. Dirigida por el eficaz y comercial Sidney Franklin, y basada en la novela de Pearl Buck –de ambiente chino y adaptada por Talbot Jennings, Tess Slesinger y Claudine West-, ‘La buena tierra’ es una algo lenta y artificiosa historia de una familia de granjeros en la que crece la semilla de la avaricia, con una magnífica fotografía en blanco y negro del gran Karl Freund. ‘El gran vals’, por su parte, es la primera película americana del prolífico cineasta francés Julien Duvivier, realizada con grandes medios, una biografía del músico Johann Strauss para envolver una típica historia amorosa triangular, con una excepcional fotografía de otro grande, Joseph Ruttenberg.

    Para terminar un año de lujurias y azoteas, la filmoteca zaragozana programa una serie de películas relacionadas con el congreso de la CNT, en un ciclo compuesto por dos largometrajes de ficción, ‘Carne de fieras’ (Armand Guerra, 1936) y ‘Cartas desde Huesca’ (Antonio Artero, 1993), y una decena de documentales sobre movimientos anarquistas y libertarios. Son unos documentos que hablan de los bombardeos de 1937 en Colmenar Viejo, de las colectivizaciones en el Alto Aragón cuando estalla la guerra civil, del mitin de la CNT en San Sebastián de los Reyes en 1977, de la organización de las mujeres libres durante la segunda república o, entre otros discursos, de la propia confederación nacional del trabajo: ‘El tiempo de las cerezas’ (Juan Felipe, 2015), ‘Memoria viva’ (Antonio García de Quirós, 2014), ‘Libertaria y anónima’ (corto colectivo con guion de Ángel Gonzalvo, 2012), ’15-M: libre te quiero’ (Basilio Martín Patino, 2012), ‘Furia libertaria’ (Antonio Artero y Pablo Nacarino, 2011), ‘Sueños colectivos’ (Manuel Gómez y Marco Potyomkin, 2011), ‘La espiral de la pobreza’ (Rafael Fuentes de Toro, 2015), ‘Indomables’ (Juan Felipe, 2011), ‘Cuervos negros’ (Pablo Nacarino y Fernando Colmenarejo, 2013) y ‘Celuloide colectivo’ (Óscar Martín, 2009).

    Proyecciones para este final del 2015 de ese “otro cine” que a duras penas encontramos en las salas convencionales y que alimentan otra perspectiva de la vida y de nuestros sueños.

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