No quiere llover en Zaragoza / DionisioSánchez


Por Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net

    Queridos amigos, compañeros y camaradas:

     Es finales de marzo y estamos a 21 grados en Zaragoza. El cielo se ha encapotado y comienzan a caer unas gotas recias que anuncian bochorno primaveral o la jodienda…

…de las procesiones de la Semana Santa. No hay nadie en los bares de los amigos. No hay dinero. Un menú de 8 euros en el burguer y otra vez al tajo. Cuando no hay trabajo la siesta se hace obligatoria. Durmiendo no se gasta.  El Pollo saldrá mañana por  noche y no hay siesta que valga. La profesionalidad es un concepto muy arraigado entre los mierderos. Yo soy de ese club, sin ambajes.                                                                                                     
   De camino al ascensor de la redacción, un moro acaricia con la mirada la hormigonera silenciosa que le da su vida anónima. Si la máquina se para, habrá que meter los sueños en la mochila y reemprender el regreso con el fracaso a las costillas.

    Me voy a fumar un porro en la redacción de mi casa. Menos mal que desde Andalucía subió la yerba hacia el norte. Cuando se está tieso de bolsillo o de ideas,  un porro te reconcilia con la vida.

  Los periódicos locales ya no dicen  nada. Todo el mundo anda acojonao recortando humo. Mi maría es de cultivo personal: únicamente dos matas (consumo propio para que no me lleven a la trena), pero como me sé administrar, tengo más kilos que el pachá de Alejandría. A mí no me pillan “endrogao”.

   Ya no se puede ni beber “ámbar”. El monopolio localista pone a 1.50 € el miserable botellín cada día más escurrido (dicen que es por el packaging ).¡Qué asco! Voy a aprender a hacer cerveza. O, mejor, beberé vino a granel. ¡Qué rico era  el vino de la cuba de mi padre con gaseosa!  O me fumo un porro y  me vuelvo a la calle para que  me moje gratis la pronta lluvia de marzo o, a este paso, la de abril.

    Qué primaveras más  raras tenemos últimamente en la ciudad desde que manda un alcalde de derechas  que dice el rojerío  que es un tapado del “negacionismo  trumptiniano”. Todavía llevo camiseta de manga larga  y camisa de franela de medio dedo de gorda. Creo que voy a comenzar a ir en pelotas por la calle. Y pronto, cuando lleguen las vacaciones, y sin un duro, igual me hago un tatuaje de colorines en los brazos y me pongo un piercing en la polla para asustar en los bares  a mis amigas.

  Aunque ya no sé si tengo amigas o sueños de que las tuve. Me acabo de quemar liando el porro porque he puesto el papel al revés, he chupado con la lengua lo que no era la goma de cerrarlo y, al prenderlo, la saliva se ha secao y se me ha caído todo entre las piernas. Y, encima, me he quemado el pantalón. Voy a volver a hacerlo pero poniendo atención. No se puede improvisar en la liada. La liada como cualquier hábito exige un poco de estar en lo que se está. Cuántas veces uno se mea porque a fuerza de hacer el gesto, te olvidas de que solo te ha salido medio nabo y con media chorra no se puede llegar al centro de la taza de loza, se aturulla la avutarda y sale la orina  a borbotones recorriéndote la pernera del vaquero. ¡Qué bochorno! Bueno, como hay poca luz, a esperar a que se seque ¿Y el olor? Que le den por el culo ¡Otro botellín, camarada!

   Ahora sí que esperamos que llueva con dos pelotas aunque se jodan los del capirote y el tambor. Debe ser lo del cambio climático. En el Pleistoceno, entre la glaciación  de  Riss o Illinois y la más reciente de  Würm o Wisconsin pasaron 120.000 años ¡Anda que no tiene cojones lo del cambio climático de cien años para acá! Estamos locos, casi seguro. Pero, ¡oye!,  es lo que hay, que dicen los neocastizos.

   Yo soy ecologista. Yo tiro todo al suelo para que trabajen los profesionales. Jamás le quitaré ni su trabajo ni su pasta a los currantes  de que seamos sostenibles ni a las ejemplares empresas que los contratan. Quién nos iba a decir que la basura era un negocio de cantidades casi inconmensurables.

  No llueve ni con  “rogativas” y ya han pasado otras dos horas de vermú. Hay que cerrar el Pollo. Me voy a la Magdalena a tomar una cerveza antes de que los ultraderechas se apropien del barrio  y nos pidan un  carné de cinco flechas que yo ya lo tengo, ¡oiga!,  para entrar en la calle Cortesías.

  Y mañana, entre reflexión y cañita, acabaremos. Ya estará en la “red”: “¡Ahora sí que si!” ¡Un nuevo Pollo al mundo! Ni más ni menos que el 224. Con dos cojones y un palo….como cada mes.

     ¡A caballo! ¡Yihii! ¡Salud!

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