Por Eugenio Mateo
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Menos mal que el Comandante Sánchez nos da un permiso y podremos hacer frente a la canícula a través de las abluciones rituales por las pocetas de la Galliguera.
Es lo que tiene el trabajar para los grandes medios como el Pollo (aparte de la generosa soldada, nos dan a los gorrillas tres meses de asueto, que no es moco de pavo). En fin, que ha llegado el verano y todos sabemos como ha sido (menos el zanahorio y los nuevos mandamases de Madriz)
La verdad es que no tengo el ánimo para festejar la llegada del verano como solía. Antes eran tiempos de jolgorio, de aire libre en los garitos sin aire acondicionado, de ir jugando con la ruleta rusa de las siete vidas. Bueno, tampoco era para tanto, pero las vacaciones tenían un mucho de talismán que se ha perdido en gran parte. Ahora soportaría un vis a vis a ciegas antes de hacer cola interminable para mear la cerveza en el Belushi`s, muy cerca de la Plaza Dam, o verse cercado por las turbas organizadas en la cumbre del Aneto, al que han confundido con el Everest. Vacacionar ha perdido su significado. Hace mucho que esto es así, nada que sorprenda, pero es que ahora es mucho peor. Infinitamente peor. Hasta se está consiguiendo que la gente haga cola en el buffet del tres estrellas.
Como no me quedan más que dos soluciones, (lentejas estofadas o puré de lentejas) me entran ganas de tirarme al monte, ligeramente metafísico para abominar de los tubos de escape de las Custom que ronronean con estruendo por la calma de mi gruta de eremita, y como esta prisa que acomete me vuelve no sé si nostálgico o metafísico, me pongo a pensar que ya no existen las serpientes de verano. Ya no. Ahora no hay nada irrelevante que contar. Ahora, la actualidad en este verano que asoma feroz la patita de recién llegado es toda importante e inaplazable. Ya sudamos y todavía andan jugando al mus nuestros gestores ¿¡? Con nuestros votos se han montado unas timbas que dejarían en ridículo a los Pelayo. Antes, los políticos de cualquier extracción cerraban el despacho y se iban a lucir unos bañadores a tope de glamour y todo se paraba. Qué bien aquellos carteles en la Administración: cerrado por vacaciones. Qué bien aquello de: vuelva el mes que viene; y no pasaba nada. Ahora no se van, no sea que les muevan el sillón. Total, que, aunque tengas un botijo y una radio, perdido en la España vaciada, estos ardorosos caballeros/ras no te van a dejar en paz ni en verano. Con la que está cayendo…y lo vulnerables en que nos hemos convertido.
Los mosquitos, ¿alguien puede asegurar que no hace mucho había tantos como ahora? Los tenemos ya de todos los tamaños y voracidad. Pensando en abstracto, pareciera que los han soltado para vender más protectores antibichos, pero no lo creo; el tema es mucho más peliagudo. Queramos o no, los insectos picadores han pasado de compartir el verano a ponérnoslo más difícil. ¿Y del Sol? ¿Qué me dicen? ¡Tela marinera para pieles exquisitas! Realmente, la perspectiva de usar el burka no es tan peregrina. Es una prueba más de que el verano nos excede. Van a pensar que soy un cenizo; olvídenlo y váyanse tranquilos. No olviden cerciorarse si su hotel tiene cocina propia. Es muy importante si no quiere acabar en el misterio proceloso de los menús de ciertas empresas de catering.
Al respecto, no sé si los reportajes de Alberto Chicote en la tele sobre las comidas en colegios, residencias y cuarteles van a servir para algo. Despojándolos de amarillismos, el programa amaga en una punta de iceberg que se sabe cómo es pero que no se sabe hasta donde llega. Huele mal, y se intuyen turbias conexiones detrás de esos negocios, que no tienen ningún reparo en enriquecerse con la salud de niños y mayores a costa de unas dietas lamentables. Sería todo un tanto para los gerifaltes que llegan montar toda una minuciosa investigación y depurar responsabilidades. El que lo hiciera a fondo, llevaría mucho ganado. No digamos si se pusieran todos de acuerdo para enderezar el rumbo de esta vieja Tierra. Eso sería la política que interesaría a todo el mundo. A los que estamos incluidos en el concepto generalista de “pueblo” nos gustan las cosas sencillas. Salvar el planeta no parece sencillo. aunque valoramos los intentos. Alguna vez habrá que empezar en serio, el tiempo vuela cada vez más borde.
Llegado el momento de sentir las carnes al punto de brasa, se adormece el pensar y se enturbia la mirada. Necesitamos vacaciones, urgentemente. Antes de caer definitivamente en la modorra me queda tiempo en reparar el hecho de que en España no haya un Partido Verde que ilusione y que pinte algo. Debe ser porque el término ecologista suene a perroflauta o hippy trasnochado. Es un gran error confundir la ideología con la defensa del mundo que habitamos. A la vista de como el tinglado se va deteriorando, deberíamos cambiar la política del poder por la épica voluntad de prevalecer como seres vivos. Creo que en esta tarea inexcusable caben todos los que caben bajo la cúpula siniestra del agujero de ozono.
Con la esperanza de que las olas de calor no mermen el ingente número de lectores polleros y podamos encontrarnos de nuevo cuando todo esto haya pasado, les deseo que lo lleven como puedan, que ya vendrán las tormentas perfectas, (todos saben deletrear la palabra ciclogénesis), a refrescar tanto desvarío.
O no….