Anda anda,¡qué bufanda! / Dionisio Sánchez

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Por Dionisio Sánchez Rodríguez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net

     El próximo domingo día 20 de diciembre los españoles, incluidos vascos, catalanes, aragoneses y sorianos,  estamos citados con las urnas para que, entre todos, elijamos  a los 350 diputados del Congreso y  a los 208 de elección directa al  Senado que nos van a representar durante la XI legislatura del actual periodo democrático.    A trancas y barrancas los españoles, incluidos los de Ceuta y Melilla llevamos 76 años sin liarnos a porrazos cuando desde la Guerra de la Independencia (1808) no habíamos vivido ni 10 años sin partirnos los morros entre nosotros o con otros. Para decir verdad sí hubo un periodo más amplio de paz:  el que aconteció  entre el Tratado de París tras la guerra perdida contra los Estados Unidos (1898) y la Guerra de Melilla contra las tribus bereberes que comenzó en 1909  y por lo tanto habían transcurrido ¡11 años!

    Por lo visto y acontecido en nuestra reciente historia, los españoles, incluidos los gallegos,  no somos gente de paz, nos gusta el barro y el abuelo Paco parece ser que nos inoculó una vacuna pacifista cuyos efectos, mal que bien, duran hasta hoy donde los jóvenes españoles y sus padres ya no tienen ni recuerdo de los tiempos que duró su dictadura  y que fue tiempo, para otros, de exultante juventud  y, al final, donde parecía que todo era posible y nos íbamos a comer el mundo.

    Pero el mundo no se deja comer sin orden. Los más radicales, pronto abandonaron en el fondo del armario las camisas azules (los más viejos) y las gris niebla (los más jóvenes) y se integraron sin trampa ni cartón en los sindicatos y partidos de izquierda emergente (no la clandestina) porque la anterior y famosa “revolución pendiente” estaba, naturalmente, por hacer. Pero poco a poco, el “sistema” iba limando las aristas del pensamiento juvenil  y los radicalismos se reconvertían en criterios uniformes a medida que se iba tocando poder. La izquierda quedó domesticada e, incluso, el “sistema” permitió que su lado más socialdemócrata llegara a detentar las palancas del Estado luego de que los residuos falangistas de obediencia gubernamental se hicieran, generosamente, el harakiri y aparecieran, también,  las derechas homologadas y tecnocráticas que habían acompañado los últimos bailes de Franco.

    Y así hemos vivido una buena porción de historia común manejados por una yunta donde una collera representaba a la gente de izquierda y la otra a los de derechas  constituyendo entre ambos grupos el yugo  del bipartidismo dominante completado por alguna cabra suelta y minoritaria   y  un grupo de vacas de sonoro mugido nacionalistas  que, desgraciadamente,   fueron extraordinariamente cebadas  por todos los gobernantes habidos desde la Transición  y que actualmente constituyen un elemento perturbador en la convivencia nacional.

    En estas elecciones  generales aparecen dos formaciones dispuestas a romper la dual gamella y meterse ilusionados a soportar el denostado yugo siempre que se esté en la oposición. Mandando, los collerones  se vuelven de terciopelo y forradas de euros. Podemos por la izquierda y Ciudadanos por el centro derecha aportan, sobre todo, ganas y juventud.

    Podemos, a diferencia de Ciudadanos, entró en escena despotricando del “sistema” y con la bocina de cambiarlo todo pero ahora, tras haber tocado marro en las municipales, atempera su turuta de pregonero, aplica el dedazo para traer cuneros -como lo han hecho todos- y va metiendo en la teta de la administración a su pandilla a través de “observatorios” y otros inventos de léxico novedoso pero de similar finalidad.

   Ciudadanos, después de la valentía demostrada por su líder de predicar lo español en Cataluña y hacer valer su   desparpajo inicial, aspira a concentrar a todo el centro derecha español. Es pronto porque aún queda PP para un rato pero si las elecciones le dan cuartelillo, el próximo paso  será cantar desde la orilla del camino una balada narrando la lenta disolución de dicho partido.  Algo con lo que soñaba Pablo Iglesias para él respecto del Psoe pero no ha sido tan hábil en su apuesta circular y, al contrario,  ha hecho reforzarse a los viejos lobos del PCE que han acabado cubriéndose con lanas de cordero y buscando alianzas “de izquierdas y populares” con ellos, por supuesto,  siempre a la cabeza. 

   De cualquier manera, algunos creemos que, al final, con nuevos y jóvenes bueyes, el “sistema” pedirá yugo y las cabras y las vacas cebonas habrán de buscar otros pastos. Amigos, compañeros y camaradas ¡a caballo! ¡Yihiiii! ¡Salud!

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