Medicamentos para ricos / María Dubón

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Por María Dubón

    Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de casos de cáncer diagnosticados ha aumentado de forma progresiva en los últimos 40 años. Sin embargo, la mortalidad asociada al cáncer disminuye. Pese a todo, el cáncer es aún, junto con las enfermedades cardiovasculares, una de las primeras causas de mortalidad en el mundo. La conclusión es que gracias a la mejora en métodos de diagnóstico y al desarrollo de terapias y fármacos, es posible detectar y tratar muchos tipos de cáncer de forma más efectiva que años atrás. La nueva situación plantea, sin embargo, el siguiente problema: esto es solo válido para aquellos que puedan pagarlo.

    En Europa y en los países con un sistema de salud universal, los pacientes están todavía a salvo de tener que pagar los medicamentos oncológicos. Pero en otros lugares como Estados Unidos o en países en vías de desarrollo, donde los gobiernos no quieren o no pueden hacer frente a estos gastos, los pacientes pagan, parcial o totalmente, el coste de sus tratamientos. ¿Cuánto cuestan los medicamentos para tratar un cáncer? Por poner algunos ejemplos: en Estados Unidos los medicamentos para combatir la leucemia que se aprobaron en 2012 rondan los 100.000 dólares anuales por paciente. En Europa, muchos de estos medicamentos son más baratos, aunque suponen un gasto importante. Y la situación puede empeorar.

    Hace pocas semanas, los medios de comunicación informaban de una de las mayores operaciones comerciales entre empresas farmacéuticas de los últimos años: la compañía suiza Novartis anunciaba la compra de la división de productos oncológicos de Glaxo Smith Kline (GSK) por 14.500 millones de dólares. Acto seguido, las acciones de Novartis subían en Zúrich más de un 2%: a 76,4 francos suizos, y el precio de las acciones de GSK en Londres, lo hacía un 5%. Una buena noticia para las empresas, ¿lo es para los pacientes?

    Si el mercado farmacéutico se encuentra en manos de unas pocas empresas, estas pueden manejar y controlar la salud pública. En ausencia de competencia, no existe la necesidad de negociar precios y pueden imponerlos a su antojo. Es decir, las empresas pueden poner precio a nuestras vidas.

    Según las últimas estimaciones sobre salud, en 2050, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres padecerán algún tipo de cáncer a lo largo de su vida. En España se ha pasado en pocos años de estar a la cabeza en la incorporación de fármacos oncológicos, a situarse a la cola. ¿Imaginan el futuro que se nos avecina?

 

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