La forja de un artista multidisciplinar de Zaragoza (y sus alrededores) / Miguel Angel Yus


Por Miguel Ángel Yus
http://www.arteyus.com/

    Me acuerdo de detalles de la infancia. El que más fuertemente recuerdo es la palangana.

 

     Era la dote que había recibido mi madre al casarse, una palangana bordada a mano, en la que, con agua del botijo, nos bañaban a los diez hermanos todas las partes. En los momentos que no era utilizada, se alquilaba, por buenos cuartos, a la vecindad. Eso nos permitía vivir desahogadamente e incluso comer caviar. Y sardinas.

   Un día la palangana aterrizó en la cabeza de un hermano, y la fortuna familiar acabó en el vertedero. Mi madre, una santa, con toda su energía proclamó a la familia reunida: “Los buenos tiempos se han acabado”… Todos a tomar por el culo de casa. Así se acabó mi trato con estas gentes: no recuerdo ni sus caras. La historia de la palangana no sé realmente si la he vivido o me la han contado.

   Teníamos treinta años, con barbas hasta el ombligo. Un amigo y yo, en la mansión de mi abuela, mientras la súper numerosa familia cenaba, nos poníamos nuestros tutús rositas y les bailábamos la entrada del Cascanueces. Se emocionaban. Vertían lágrimas. Nos ovacionaban. Nos aclamaban. Nos tiraban billetes. Y más de cinco minutos de aplausos. Y vítores.¡Qué época más feliz! Pasado el mes de marzo, mi amigo engordó y nuestro dúo fue a menos o a nada. Me dediqué en solitario a la danza del vientre. ¡Nunca fue lo mismo!

    Un día que pasaba el cometa Halley por el cielo al amigo infantil de Ramón José Sender se lo llevó mientras jugaba. Por intercesión de los cables eléctricos, voló y desapareció con el cometa Halley. Los familiares organizaron una parafernalia de entierro, misas y llantos. ¡Cuánto dolor! El perro y Ramón saben que, cuando vuelva el cometa Halley, su amigo volverá. A mis amigos ningún cometa se los lleva. Actúan como si estuviesen, pero el perro y yo sabemos que no están. Van dando vueltas a su mundo.

    Qué suerte tener un amigo que arrebata el cometa Halley y quedarte con su recuerdo para siempre. Esto solo les pasa a los perros y a los poetas. Mis amigos, cuando desaparecen, no me dejan ningún buen recuerdo. Mis amigos, de niños -supongo-, tendrían su encanto. Y su madre los miraría sin reírse. Pero los años, el paso del tiempo, todo lo envilece. ¡Oh!

Artículos relacionados :