ÓPERA MÍA: Agrippina. Ópera en tres actos

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Por Miguel Angel Yusta
Fotos: Bofill

     Agripina es una joya barroca que ya pude ver en alguna ocasión anterior (Madrid, 2009) y que se estrenaba en el Liceo, recreada con un respeto absoluto por la obra original y llevada a una puesta en escena de rabiosa actualidad estética.

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Por Miguel Ángel Yusta

Agrippina

Ópera seria en tres actos.

Música: G. F. Händel. Libreto: Vincenzo Grimani

Intérpretes : S. Conolly, D. De Niese, D. Daniels, F. J. Selig. M. Ernman.

Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu. Director.: H. Bicket. Director de escena: D. McVicar. Lugar: Liceu, Barcelona. 24 de noviembre de 2013.

     Agripina es una joya barroca que ya pude ver en alguna ocasión anterior (Madrid, 2009) y que se estrenaba en el Liceo, recreada con un respeto absoluto por la obra original y llevada a una puesta en escena de rabiosa actualidad estética. Poder, sexo manipulación política, todos los elementos del excelente libreto del cardenal Vincenzo Grimani están hoy en la mente de todos los ciudadanos como,o más, que hace trescientos años, cuando fue estrenada la obra.

    La producción sencillamente genial de David Mc Vicar, de 1999,  es una coproducción del Teatro de La Monnaie de Bruselas y del de Les Champs Elysées de París.     

     La escenografía de John Macfarlane es original  si bien -en mi opinión- chirría acaso el segundo acto, en un bar de copas, donde tal vez pasa el límite musical-temporal, aunque es absolutamente original con “pianista” incluído . El vestuario cuidadísimo, variado y elegante en las damas  (alta costura en Agrippina y Poppea) y la iluminación de Paule Constable resaltan adecuadamente cada momento escénico.

     Harry Bicket dirige con corrección aunque decae en algunos momentos la intensidad deseable en esta partitura barroca. Pero siempre manda sobre una bien afinada OS del Liceu  con la energía necesaria. Al clave, Jory Vinikour da una lección de interpretación y nos asombra en la ya citada escena del bar, con la que podemos estar más o menos de acuerdo, pero que tiene una frescura y genialidad y un dinamismo que nos transporta en el vehículo de la música barroca hasta la más rabiosa actualidad discotequera. Me recordó en algún momento las excepcionales versiones de los conciertos de Brandenburgo que recreó jazzisticamente el recordado Jacques Loussier.

     En el elenco de acantantes- actores ( y nunca mejor dicho) Sarah Connolly, mezzosoprano ,(Agrippina) estuvo impecable aunque sus agudos sean a veces diacretamente forzados.

     Danielle De Niesse, soprano, hizo una Poppea sencillamente espectacular, de voz cálida y potente, aunque de timbre ligeramente opaco, tiene sin embargo una impresionante presencia escénica que hace que no dejes de verla -y mirarla- cuando ocupa la escena. Sensual, cálida y atractiva, es una Poppea para recordar.

      Pero, para mí, la estrella de la noche fue  la mezzo soprano sueca Malena Ernman (Nerone). Su actuación es espectacular, como un “enfant terrible” rebelde, cínico, hiperactivo, manipulador…  Adapta su voz al papel como una segunda piel. Sorprendente en toda la obra y especialmente en la difícil aria Come nube che fugge dal vento,

      Excelente Franz-Josef Selig (Claudio) con una voz con la suficiente agilidad y bello timbre aunque más cerca de Wagner que del barroco, lo cual no es un inconveniente en este rol. David Daniels, contratenor, (Ottone) tuvo una actuación algo fría, si bien vocalmente correcta. De los personajes secundarios cabe destacar al bajo Henry Waddington (Pallante), con un ajuste perfecto de voz: me gustó mucho. El contratenor Dominique Visse  (Narciso) y  el barítono Enric Martínez-Castigani (Lesbo) tuvieron una buena actuación musical y escénica. Los figurantes, sencillamente magníficos.

     En la función del turno T (domingo 24 de noviembre), el Liceu presentó una excelente entrada y el público premió con aplausos y bravos varios pasajes claves de la obra, ofreciendo el premio final de una larga ovación a los intérpretes, muy especialmente a las féminas y, de ellas, a Malena Ernman que nos cautivó a todos con su voz y su actuación. Poppea y Agrippina se llevaron, en este caso, la medalla de plata…

     Excelente velada, en suma, con el aplauso incondicional para David McVicar, que ha convertido esta joya musical, sin alterar lo más mínimo su contenido, en una entretenida comedia que interesa y divierte al público durante más de cuatro horas que dura la representación, intermedio incluíd0.                                     

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