Por José Julio Donoso
“La vi en el bar y no pude sino recordar”
Mi primer polvo en la primavera de mis 18 años, en casa de sus padres.
Ya llevamos 3 meses juntos y cada vez que nos veíamos nos subía la sangre a los sexos. Yo por entonces estaba loco por follar y aquel día llegó la oportunidad.
Prolegómenos al acto claro que los hubo como no los iba a haber. Mi cara entre sus tetas, mis dedos viscosos de su miel, mi lengua en su sexo, en su coño virgen. Mi falo relamido, era la melodía de mi juventud sus gemidos.
Luego de lado y ella encima ( metido en su cueva, esa montaña caída que era para mí mi novia) Al final doggystile a cuatro patas manoseando su precioso culo chocando cachete con nabo y llegando al espasmo, perdón orgasmo.
Sacarla fuera y vomitar por el glande una corrida feroz, juvenil y grande la cual fue a parar al retrato de recién casados de sus padres.
El gesto estupefacto en los dos, la risa y ella con su lengua azarosa, después del descojonamiento de los cojones y la carcajada limpiar con la lengua dilatada de nuestros orgasmos, el retrato.