Por Daniel Sevillano Sánchez
“Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad”, Russell Crowe en la película Gladiator. La selección española de balonmano ha hecho historia, ha conseguido su segundo título mundial tras el de Túnez 2005 dando la mayor paliza de la historia en una final de un campeonato del mundo con una diferencia de 16 puntos frente a Dinamarca (35-19).
El Palau Sant Jordi de Barcelona se vistió con sus mejores galas para arropar a la selección nacional en la final del mundial del que era anfitriona. Comenzó arrollando a los daneses con un parcial de (3-0). Muy pronto comenzó la fiesta y la lección de balonmano que dieron los hombres de Valero Rivera llegando al descanso (18-10)
El deporte español vuelve a triunfar, vuelve a demostrar que la situación que vive el país no va con ellos y vuelve a demostrar al mundo que España es una gran potencia deportiva. Los “hispanos” dejaron en el camino a Serbia, Alemania, Eslovenia y finalmente a Dinamarca que vio un ciclón pasar a su lado sin que nada pudiera hacer, siendo aplastada y machacada como si de una selección menor se tratara.
Nuestros deportistas nos están acostumbrando a verles en finales de todo tipo. La victoria que consiguió el balonmano en 2005 alzándose con el primer cetro mundial abrió la senda triunfal del deporte español seguida por los chicos del baloncesto en 2006 y por la “roja” con la consecución de dos Eurocopas y un Mundial y un largo etcétera de victorias de muchos de nuestros representantes.
Los guerreros del balonmano nos hicieron vibrar, saltar, reír, llorar, gritar, disfrutar y celebrar otra alegría. El deporte español es grande y no para de brindar triunfos a sus aficionados. ENHORABUENA CAMPEONES.
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