Argentina: Haciendo frente al Covid-19


Por Gloria Cohen

     En un mundo cada vez más impredecible, el gobierno argentino enfrenta al Coronavirus poniendo el énfasis en el aislamiento social ante la pandemia.


Gloria Cohen
Corresponsal del Pollo Urbano en Argentina   

    Si bien hay un par de provincias que nunca registraron casos (Catamarca y Formosa) y otras que hace varios días que no reportaron nuevos contagios, sigue preocupando la situación en el Área Metropolitana de Buenos Aires –AMBA-, que comprende a la Ciudad de Buenos Aires y a la zona urbanizada que la circunda e incluye a varios Municipios de la Provincia de Buenos Aires: en un territorio reducido se concentra casi el 30 % de la población del país y muchos habitantes del Gran Buenos Aires trabajan o tienen que movilizarse  por diversos motivos a la Ciudad de Buenos Aires y viceversa.

    La cuarentena obligatoria que comenzó el 20 de marzo se endurecerá en el AMBA, con controles más severos para cruzar de distrito, poniendo especial énfasis en los barrios vulnerables, precarios, muchos de los cuales no cuentan con agua potable y además hay hacinamiento, por lo que se hace difícil sobrellevar una cuarentena con las mínimas condiciones de higiene.

   Según dicen muchos se trata de la cuarentena más larga del mundo, y sería así, dado que estamos a las puertas del invierno, estación que agrava el contagio de todo tipo de enfermedades respiratorias y virales, cuyos síntomas se confunden con los del tan temido Covid-19 y favorecer así los contagios en los centros de salud, entre otras formas de transmisión.

   El país sigue aislado externamente sin vuelos regulares que lo conecten con el resto del mundo y, los distritos permanecen cerrados, salvo en el AMBA donde se requiere validar los permisos para cambiar de jurisdicción con el objetivo de realizar actividades esenciales y/o para el cuidado de personas.

   Además, en un contexto económico de absoluta depresión se está renegociando trabajosamente y en tiempo de prórroga, la deuda con los acreedores externos con la intención de llegar a un acuerdo que impida que el país entre en un nuevo “default” de la deuda externa.

   De más está decir que el Coronavirus  frenó todas las posibilidades de reactivación de la economía doméstica y, en plena cuarentena este sábado 30 de mayo hubo protestas de comerciantes en Buenos Aires y en otras ciudades del país; también se manifestaron los médicos exigiendo condiciones dignas para ejercer su trabajo.

   La incógnita es cómo será la vida cuando llegue la “nueva normalidad” cuántos restaurantes, gimnasios, peluquerías y pequeños comercios, entre los rubros más afectados, podrán volver a abrir sus puertas. Si bien el gobierno dio ayudas a los sectores de menores recursos y a muchas empresas, hubo toda una franja de pequeños y medianos que no tuvieron asistencia alguna, además de muchos cuentapropistas y aquellos con trabajos precarios. Además, hay empresas y gremios que implementaron reducciones de sueldo para sus trabajadores.

   Al 31 de mayo lamentamos 539 muertes y un total de 16.851 contagiados por Covid-19, desde el paciente 0 en los primeros días de marzo. Cifras lamentables por la pérdida de vidas humanas pero que, comparadas con las de España, Italia, Estados Unidos de América, Brasil y Chile, resultan bajas.

    Siempre se está esperando el famoso “pico” de la pandemia pero en la medida que se mantengan los cuidados y el distanciamiento social, los contagios no avanzan tan rápidamente.

   Los “anticuarentena” protestan por la imposibilidad de poder ejercer muchas actividades libremente, pero quedan dudas si en esta situación de temor existiría demanda real para muchos bienes y servicios no esenciales y, si la toma de conciencia temprana por parte de la mayoría de la población (por supuesto que siempre hay excepciones) impidió que se produjeran muertes masivas y colapsos en el sistema sanitario.

   Cuando se producen catástrofes evitables todos lamentan con posterioridad no haber tomado las medidas correctas; pero cuando éstas no se producen, la gratitud hacia los “pilotos de tormenta” nunca llega a ser la suficiente.

   Lo cierto es que la economía agoniza  en nuestro país. Por otro lado, hay quienes aún sin padecer penurias monetarias, les resulta opresiva esta situación de “encierro en sus casas”; aunque cabe aclarar que en muchas jurisdicciones los controles no fueron lo suficientemente estrictos por parte de las autoridades competentes. También estamos permanentemente preocupados por el Coronavirus, pero se descuidó la atención de otras enfermedades habituales, como cáncer, dengue, infecciones intestinales, afecciones psicológicas y trastornos psiquiátricos, entre otras patologías, vale decir que en estos momentos mejor no estar enfermo ni de Coronavirus, ni de ninguna otra cosa.

   En mi última nota intenté acudir a metáforas literarias sobre la Odisea de transitar este año tan fuera de lo común: como un viaje largo, penoso y lleno de vicisitudes (“La odisea” original) o, como un viaje interior dentro de cada persona, indagando nuestras propias inquietudes, fantasías, paranoias, logros, frustraciones y deseos más profundos (en el “Ulises” de James Joyce).

    Nuevas tecnologías, como el Zoom y otras aplicaciones de Videoconferencias, multiplicaron no sólo las reuniones de trabajo, sino también las reuniones de amigos y de familiares que, aún viviendo en la misma ciudad o diseminados por el mundo, nunca antes encontraban el tiempo para poder encontrarse en un espacio físico; muchos encuentros hubo en el espacio virtual y acudir a la creatividad siempre es estimulante. Pero no todos pueden hacerlo pues no tienen sus necesidades básicas satisfechas: oigo ahora por TV que en Perú empezaron temprano la cuarentena al igual que nosotros, pero no pudieron mantenerla porque un gran porcentaje de hogares no tienen nevera (en Argentina decimos “heladera”); aquí luego de muchos años de economía en caída, aumento de la pobreza, inflación y recesión, hay graves carencias y muchos no logran satisfacer sus necesidades básicas.

     Vivimos en un delicado equilibrio para “sobrellevar y aguantar” esta cuarentena que puede salvar muchísimas vidas del Covid-19, pero que a la vez puede llevarse a muchas otras por innumerables otros motivos.

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