Roma, en su laberinto. Un ex terrorista negro, conchabado con empresarios y concejales, amaña contratas, subvenciones y fondos europeos. Mafia Capital, así dice el cartapacio de la policía, es una trama de favores y concesiones para embolsarse dineros públicos, y hasta ahí nada nuevo: la corrupción del día a día, pero además explota el negocio de la inmigración a través de casas de acogida o, en puridad legal, de «identificación y expulsión» (la expresión española, «internamiento», no es menos pavorosa).
Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia
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Gracias a operaciones como Mare Nostrum o Emergenza Nord Africa, prófugos, asilados, exiliados de cualquier guerra o primavera árabe, pero también mendigos, gitanos, nómadas, afluyen a centros gestionados por entes asistenciales de aire muy honorable: Mesa Nacional para los Refugiados, Protección Civil, Consorcio Eriches, Archiconfraternidad del Santísimo Sacramento, Domus Caritatis… Mafia fascista, en realidad: otra de las etiquetas que estos días salta a los medios. Mis amigos de la cooperativa Lotta contro l’Emarginazione, que hace años hunden sus manos en el fango desde su unidad de calle, también prefieren llamar a las cosas por su nombre: trata de seres humanos, tráfico sexual, nueva esclavitud. Nigerianas son la mitad de las prostitutas en las carreteras italianas, unas 15.000, concentradas sobre todo en las regiones industriales del norte. Cada una prestará miles de servicios, entre amenazas a la familia que dejaron y la férrea custodia de las maman que con ardides las captaron, antes de saldar la deuda contraída mediante rito vudú delante del Baba-loa. Los permisos de residencia son aquí muy restrictivos, mientras la ley Turco-Napolitano (sí, el respetable bi-presidente, entonces ministro del Interior) facilitará su deportación porque, más que víctimas de nefanda explotación, se las considera reas del delito de clandestinidad. Mis amigos siguen batiéndose por la multiculturalidad, por la libertad y el derecho de cada hombre y cada mujer a decidir dónde vivir su vida, con dignidad, sin que nadie les cosifique, pero los intereses a la contra son muchos, demasiados. Y este es el verdadero escándalo, en esta tierra escasamente santa.