Israel: «La crónica cangrejo» (I)


Por David Wapner

   Nuestro coresponsal den Israel, el artista de voz y la palabra David Wapner, regresa al club pollero con una serie de poemas «La crónica cangrejo» que relatan de atrás hacia adelante, una semana que pasó recientemente en España ¡Que los disfrutéis!


David Wapner
Corresponsal del Pollo Urbano en Israel
davidwapner.blogspot.com

 

La crónica cangrejo

(Viaje Huesca-Madrid)

 

Gran éxito en España,

cantaron los gatos

y me invitaron a comer,

yo acepté por cortesía,

sabía que ellos se iban a comer todo

y no me iban a dejar nada,

así que los acompañé,

me senté con ellos a la mesa,

y los dejé hacer,

comían cada uno de su plato,

como si fuera la vez primera,

sin hablar, salvo gruñidos de placer,

aquí y allá, qué espectáculo,

me felicito por venir, aceptar la invitación,

luego me busco un bar, me como lo mío

(en España me gustan las tapas de cangrejo y bacalao),

mientras tanto disfruto del concierto,

mandíbulas y lengua.

 

 

1

 

A usted la encuentro en cada  aeropuerto,

la reconozco por el reloj,

qué suerte tengo de volverla a ver,

aprovecho que el vuelo a Canarias lleva retraso

para contarle que mi reloj se ha parado,

¿qué hora tiene usted, las once?

El mío marca las diez, se le acabó la pila,

los relojes son como nosotros,

sin comida nos morimos.

 

 

2

 

Abro la puerta

y hueles a untura,

según el taxista de Perú

que nos saca de Madrid

tengo hinchado el pie

lo destrozó un mal zapato

el ungüento es para él

bien yo decía

hueles a unto

adónde te llevo

y se descarta La Castellana

a favor de un túnel largo

pero todavía no llegamos allí

menos a la Terminal 4

todavía hablamos del ungüento

que el se ponía en Lima

cuando jugaba fútbol por dinero

lo reconozco de lejos

el olor a unto

¿y a una estafa?

también la huele

pero tarde,

cuando ya pasó

y deja un olor más fuerte que el unto,

a dinero frotado en la nariz.

 

cuando compre la combi en Perú,

dejará España,

para no perderse la infancia de sus nietos

 

antes nos iremos nosotros

que estamos de paso

 

pero primero le erramos

bajamos en T4

cuando era en la dos.

 

 

3

 

En el país de donde venimos

a quien roba un celular

le cae tal maldición

que más le hubiera valido

no tentarse jamás con el aparato

por el cual no habría sacado

más que veinte euros

y nosotros somos profundos creyentes,

señora, pero no sienta que la acusamos a usted,

ni al inquilino que ahora ocupa nuestro cuarto,

pero a la persona que haya sido,

ay, señora, le tenemos compasión,

ya sabe usted,

la maldición del país del cual venimos,

 

Ustedes tienen razón

que tengan muy buen viaje,

les ayudo a cargar las maletas

en la caja del ascensor.

 

 

4

 

Hostal,

hablo desde el país del que vine,

para contarle

que encontramos el teléfono

en el estuche de la guitarra,

y pedirle que se quede tranquila,

 

Yo no soy la señora,

pero ella me contó

que ustedes se creen

las maldiciones de su país,

mejor es buscar bien

antes de ponerse a acusar,

no importa,

¿cómo han llegado,

como ha sido el viaje?

 

 

 

5

 

Llueve en Madrid,

y no nos marchamos

del Café del Príncipe

por proteger los pies

sin zapatos, en sandalias,

doble par de medias,

de modo que disfrutamos

dos tazas con  poleos

y llegamos a la conclusión

de que un japonés

se parece a un japonés

cuando acentúa el japonés

de otro modo,

Occidente se lo come

y lo devuelve maquillado,

eran cuatro del Japón,

como las medias en cada pie,

que reían modelados por Madrid.

Dos poleos,

de la garganta del mozo a la taza.

y un gesto raro el azúcar

diez gramos cada sobre.

 

(Continuará)

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