Los primeros amores femeninos  de Vicente Aleixandre: Carmen de Granada

 
Por Javier Barreiro

     La última biografía del penúltimo Premio Nobel español (1977) firmada por Emilio Calderón* obtuvo el Premio de Biografías y Memorias Stella Maris en la segunda edición que se convocaba.

    En ella se detallan los primeros amores del poeta nacido el 26 de abril de 1898 con tres mujeres: la estudiante norteamericana Margarita Ampers, la cupletista Carmen de Granada, cuyo nombre real era María Valls, y la hispanista alemana Eva Seifert. Después, aunque tuvo alguna esporádica relación femenina, tomó decididamente el camino del homoerotismo a partir de su relación José Manuel García Briz, al que Vicente entregó poemas para que los publicara como suyos y sustentaran una carrera literaria que García Briz no llegó a proseguir. Fue más duradero su vínculo con el abogado ugetista Andrés Acero, que terminó cuando éste hubo de exiliarse, acción que también intentó sin éxito el autor de Ámbito. Precisamente, una de estas relaciones posteriores, la que mantuvo con el poeta y estudioso de su poesía Carlos Bousoño (1923-2015), al que legó en vida su archivo, provocó el pleito que su sobrina nieta Amaya Aleixandre entabló y que en enero de 2014 se falló en el Supremo a favor del catedrático, que ya había acordado la venta, después paralizada por la Justicia, a la Diputación de Málaga y la Junta de Andalucía, por cinco millones de euros.

    José Luis Cano, gran amigo de Aleixandre, se había referido a las antedichas relaciones femeninas, sin citar nombres, en Los cuadernos de Velintonia (1986) y otros estudiosos las habían mencionado, desde que se tuvo acceso a los papeles de Carmen Conde, la primera mujer académica, a la que, junto a su marido Antonio Oliver Belmás, Aleixandre alquiló la planta superior de su chalet de la calle Velintonia. Daré aquí algunos datos de la artista de varietés Carmen de Granada, de la que Aleixandre estuvo muy enamorado, hasta el punto de que hay al menos tres poemas en su obra, que el propio poeta declaró estaban ocasionados por dichos amores: “Amante” y “Cabeza en el recuerdo”, publicados en Ámbito, y “Cabellera negra”, que aparece en Sombra del paraíso.  Digamos ya que Carmen le contagió una gonorrea -las populares purgaciones- que le estropeó la rótula y le produjo una leve cojera vitalicia y, por otro lado, agravó el tradicional padecimiento nefrítico que amargó la vida del vate sevillano.

Una Carmen de Granada bailarina aparece en los escenarios de varietés españoles en 1910. Actuaba normalmente vestida de hombre, recurso muy empleado para resaltar las curvas y satisfacer mejor las exigencias del público, que no solían ser únicamente las artísticas. En 1918 otra Carmen de Granada aparece como canzonetista, lo que provoca la pública protesta de la primera en la revista Eco Artístico. Pero la bailarina va a ir desapareciendo de los carteles mientras María Valls, aunque su verdadero nombre no aparezca nunca, ocupa los programas cada vez más con más frecuencia. Se suele destacar más su belleza que su arte aunque no faltan los éxitos. De todos modos, uno no debe fiarse demasiado de los comentarios de los gacetilleros que, a menudo dependen de los favores económicos o de otro cariz que las artistas les dispensan. Entre las menciones, normalmente positivas, aparece ésta, debida al mal comportamiento de la cupletista en su contrato con el vigués Salón Pinacho pero en la que se adivina a un currinche despechado:

     “Debutó la hermosa mujer y detestable artista Carmen de Granada, que al tercer día desapareció de Vigo, exigiéndola (sic) la empresa el abono de indemnización, so pena de ser boicoteados por la Sociedad de Empresarios. ¡Buenos es que sepan estas señoritas que no se puede jugar impunemente con el arte!” (Eco Artístico, 29-VII-1921).

     Por recurrir al plano contrario, el mismo semanario le dedica una página entera, evidentemente, pagada por ella, en la que la artista desea “Toda suerte de felicidades en el nuevo año 1919  a empresas, agentes, amigos y compañeros”. Allí se escriben cosas como éstas:

    “Una tontería de mujer. La belleza es tanta como su arte. Es adorable esta artista. Su voz bien timbrada, su picardía y su gracia en el decir, su elegancia en la lujosa presentación, su esmerado trabajo y, sobre todo, su divina perfección hacen que Carmen de Granada sea una de nuestras más afamadas artistas (…) En Barcelona hablar de ella es volverse loco de ilusiones. Se pondera a una mujer y, en seguida el comparativo: Se parece a Carmen de Granada”.

   A finales de 1921 debió de conocerla Aleixandre, al parecer en el cabaret-restaurante Maxim’s. Fue este el primer cabaret que, con el nombre de Ideal Room, se abrió en Madrid en mayo de 1906 con ocasión de la boda de Alfonso XIII con Victoria de Battemberg, a imagen del cosmopolita y aristocrático Novelty easonense. Estaba situado en el número 17 de la calle de Alcalá, junto al Casino de Madrid y era un lugar altamente lujoso. En 1917 un tal Mediero se hizo cargo del establecimiento y le enjaretó el nombre del famoso local parisino, con el que se inauguró el 10 de octubre de dicho año. Como Maxim’s, funcionó una decena de años hasta que en 1927 pasó a llamarse “Fígaro”. Según César González Ruano, fue también el primer “bar americano” de la capital. El portero era un gigantesco negro que vendía cocaína de la casa Merck. En el primer salón se encontraba el susodicho bar y, en el contiguo, el baile restaurante, amenizado por la orquesta del local en el que, además, se programaban actuaciones. Había también ruleta.

 

     Allí parece que debió de conocer el poeta a Carmen de Granada, no sabemos si porque actuaba en él como asegura José Luis Cano, o porque coincidieron en uno de sus salones. El flechazo fue fulminante y vivió con ella una pasión intensa cuyo recuerdo lo acompañó toda la vida. Puede llamar la atención dada las conocidas pulsiones eróticas del poeta sevillano pero, según sus grandes amigos, los eruditos Dámaso Alonso y Pedro Sainz Rodríguez, también el joven Aleixandre se iba de putas con ellos. Por entonces no había descubierto o asumido su homosexualidad, lo que debió de producirse hacia mediados de esta década. De los tres amores femeninos que se le conocen, parece que Carmen fue el más intenso desde el punto de vista erótico. En los poemas por ella inspirados se puede leer:

     De tu almohada, la gracia y el hueco. / Y el calor de tus ojos, ajenos. / Y la luz de tus pechos / secretos (…) /Y un estrecho / latir / parece que refluye a ti de mí (…) /el bonito secreto, / el graciosillo hoyuelo, / la linda comisura / y el mañanero / desperezo. (“Amante”).

  Cabello negro, luto donde entierro mi boca, /oleaje doloroso donde mueren mis besos, /orilla en fin donde mi voz al cabo se extingue y moja (…) En tu borde se rompen, / como en una playa oscura, mis deseos continuos. /¡Oh inundada: aún existes, sobrevives, imperas! (“Cabellera negra”).

    El cabello hermosísimo navega. / Tu cuerpo al fondo tierra me parece; /Un paisaje de sur abierto en aspa. (“Cabeza del recuerdo”).

    Una larga ausencia de la cancionista en gira por el extranjero y la aludida gonorrea debió de mermar los impulsos del joven Vicente y Carmen de Granada, que también fue amante del marqués de Villabrágima y del periodista y narrador Eduardo Martínez del Portillo, pasó al disfrute del pronto especialista en mística, aunque no de cintura para abajo, Pedro Sáinz Rodríguez, con el que mantuvo una larga relación.

   El más señalado éxito de Carmen fue su actuación en la revista musical La mujer chic, estrenada en el Teatro Martín en abril de 1925, que, sólo en Madrid, alcanzó más de cien representaciones durante dicho año, que fue el del despegue de la revista musical. El género muy pronto se convertiría en el más popular en los escenarios españoles durante más de dos décadas.

  Sin embargo, las reticencias sobre las cualidades artísticas de la vedette, la acompañaron siempre. Veamos lo que, con su característica ironía, escribía Retana casi cuarenta años después en su Historia del arte frívolo:

   Cantaba cuplés como hubiese cantado ópera si se lo hubiera propuesto. Y ¿qué espectador se hubiera enfurruñado ante su incapacidad vocal, contemplando su rostro cautivador y su arrogante figura?

   Era una señorita por su cuna, educación y vocabulario, y como tal se comportaba en todo momento al ser obsequiada en el local de su actuación con una botellita de champán por sus admiradores, generalmente de elevada posición social, porque a Carmen le molestaba la ordinariez y sólo dialogaba con personas tan distinguidas como ella.

    Carmen siguió actuando como cancionista y actriz  de revista hasta poco antes de la Guerra Civil, a partir de la cual recuperaría su identidad como María Valls. En enero de 1978 moriría en su ciudad natal, Barcelona, dejando un único hijo. Aún tuvo tiempo, pues, de enterarse de la concesión del Premio Nobel a su antiguo amante. Aleixandre que murió en diciembre de 1984, le sobreviviría casi siete años.

 *Emilio Calderón, La memoria de un hombre está en sus besos. Vicente Aleixandre. Biografía. Barcelona, Stella Maris, 2016.

El blog del autor: https://javierbarreiro.wordpress.com/

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