Devociones y reliquias de nuestra época / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano

El año pasado participé en unas jornadas transversales de estudio e innovación organizadas en la Universidad de Zaragoza, en las que expusieron un resumen de sus investigaciones tanto profesores como alumnos sobre “El culto a las reliquias”.

    Este año he vuelto a hacerlo titulándose ahora las jornadas “Svpra devotionem: reliquias, cultos y comportamientos colectivos a lo largo de la historia”. La magnífica iniciativa, protagonizada en las dos ediciones por los profesores Francisco Alfaro Pérez y   Carolina Naya Franco, ha puesto de manifiesto un cambio de análisis sobre estos temas.

   Se decía a finales del siglo XX que el actual sería el “siglo de las religiones”. Pretenciosa predicción, ya que el siglo XXI se definirá por sus principales características, con solvencia, cuando haya perspectiva histórica, al menos muy a finales del mismo o comienzos del siglo XXII. Pero lo que estas jornadas ponen de manifiesto, dentro de la notable mayoría de aportaciones sobre temas cristianos y, en concreto, católicos, es que hay que redefinir lo que es una reliquia y una devoción.

    Por obra y gracia de los directores de las jornadas, ya en la primera ocasión se pusieron sobre la mesa cuestiones como las reliquias veneradas antes del cristianismo, caso de los restos de Mausolo de Caria en su monumento conmemorativo en la actual Turquía o los del rey Antíoco I de Commagene en el impresionante santuario religioso que se hizo construir también en Anatolia. Equivaliendo a ello en el siglo XX y en una versión laica ideológicamente muy distinta, el “culto” rendido a Lenin, Mao Zedong, Hò Chí Minh, Kim Il-Sung, o Néstor Kirchner en sus mausoleos.

   Este año se enriqueció el asunto con nuevas aportaciones sobre cultos y reliquias laicos, lo que de alguna manera vendrían a ser las reliquias de la Masonería de las que se nos ofreció una breve intervención fuera de programa (a cargo de Antonio Candado), hablándose también de fenómenos dentro del catolicismo que, arrancando desde la base popular y creciendo rápidamente como una marea efervescente, se convierten en devociones de masas que llegan a congregar un millón de personas en sus manifestaciones públicas (caso del culto madrileño a la Virgen de la Paloma, expuesto por la investigadora María Antonia Díaz Sanz).

   Queda mucho por saber sobre estos aspectos, que ahondan en la condición espiritual humana, no necesariamente en el ámbito religioso. En los debates finales se plantearon varias cuestiones que habrá que ir definiendo. La primera, qué entendemos por reliquia, para diferenciarla del coleccionismo fetichista, que tiene muchos siglos de antigüedad. Segundo, qué debemos entender por devoción. En este segundo aspecto, hay que diferenciar entre devociones religiosas y civiles, estas últimas laicas, como las mencionadas antes. Y en el primero, tener en cuenta que una reliquia como tal, religiosa o laica, suele ser objeto de veneración de masas y hallarse en un marco adecuado al efecto (santuario, mausoleo, etc.).

   No sé, en absoluto, si este será el siglo de las religiones, pero han comenzado fuertes sus influencias, si bien igual de intensas que las devociones civiles o laicas, estas vinculadas con frecuencia al culto a la personalidad en vida de quien será venerado tras su muerte, en un marco que el pueblo, su pueblo, considere adecuado.

     En días como los que estamos, de elecciones políticas y campañas encadenadas, me permito escribir sobre este tema que tendrá, sin duda, un desarrollo influido no ya por las nuevas tecnologías y las redes sociales, sino también por herramientas como los algoritmos discriminantes de público-objetivo y los intereses de quienes los utilizan. Esperemos que de una forma controlada por normativas éticas para no anular, de hecho, la libre elección del ciudadano, lo que equivaldría a la implantación de una dictadura.

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