Por Jorge Álvarez
Parece que el hombre, empeñado en hacer cada vez más insoportable su existencia, necesita crear conflictos donde no los hay, azuzar a los enemigos para que alejados de la razón ingresen en una espiral de locura, de estupidez sin límites.
Sólo basta mirar los titulares que nos muestran la prensa y las imágenes de la televisión para corroborar mis dichos. Dirigentes políticos, que de no mediar el voto de sus conciudadanos serían hoy ignotos personajes, se arrogan la toma de decisiones capaces de alterar de manera nefasta la vida de ciudades, pueblos, aldeas y del mundo entero.
Lejos de buscar la integración buscan, persiguen con su accionar la división, la desintegración del entramado social apelando a cualquier excusa. La que usted imagine. Y así nos va. Ellos han hecho una filosofía perversa de tirar la piedra y esconder la mano. No asumen sus actos y por lo tanto tampoco sus errores o delirios.
Siempre tienen a mano algo para justificarlos. Y a uno le dejan la única opción de ser meros espectadores sorprendidos a diario por sus acciones. Y no nos merecemos esto. No existe la autocrítica ni la reflexión en la mayoría de los actos de gobierno que nosotros, el pueblo, miramos azorados.
Solemos utilizar la frase «abrir la caja de Pandora» cuando queremos decir que alguno de los actos que realizamos en la vida nos va a traer nuevos males o nuevas desgracias. Y parece que es así. Por incompetencia o por mala voluntad vemos cómo no cejan en su empeño de abrir la Caja para que sus males se sumen, como si tuviéramos pocos, a los que padecemos.
