OPERAMÍA: La ópera rusa del XIX

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Por Miguel Ángel Yusta

    Esta ópera narra la leyenda medieval de la ciudad de Kitege, que se salvó del ataque de los tártaros gracias a la petición de la doncella Fevroia, que consiguió con su bondad y oraciones que Dios la hiciera invisible para los atacantes. 

LA LEYENDA DE LA CIUDAD INVISIBLE DE KITEGE (N. RIMSKI-KORSAKOV)

Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 13 Abril 2014.

 Dirección musical: Josep Pons

Dirección de escena y escenografía

Dmitri Tcherniakov

Vestuario

Elena Zaitseva y Dmitri Tcherniakov

Iluminación

Gleb Filshtinsky

Nueva Coproducción

Gran Teatre del Liceu / De Nederlandse Opera (Amsterdam) / Teatro alla Scala (Milán)

Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatre del Liceu

Intérpretes: Eric Halfvarson, Maxim Aksenov, Svetlana Ignatovich, Dmitry Golovnin y otros.

 

    Es una obra de Nikolai Rimski-Korsakov, uno de los componentes de “El gran puñado” de compositores rusos (junto a Balákirev, Cuí, Músorgski y Borodín), que produjeron un tipo de música específico de Rusia en el tercer cuarto del siglo XIX.

     Su ritmo y desarrollo es, pues, peculiar y tal vez alejado de la mentalidad ocidental y del estilo operístico más asequible a ella. No obstante se trata de una magna obra musical cuyo desarrollo deja prendido al espectador a lo largo de las cuatro horas ( con intermedios) que dura la representación.

    La dirección de escena, del inefable Dmitri Tcherniakov apenas sorprende esta vez por sus excentricidades e incluso es brillante en los actos inicial y final, con la representación de un bosque onírico, con un adecuado uso de la luminotecnia que agrada al público que, en esta sesión, aplaudió al levantarse el telón inicialmente sorprendido por la belleza y luminosidad de la escena.

    Muy seguro Josep Pons en el foso con una orquesta y coro ( titular del Liceu reforzado por el Coro Intermezzo) con espectaculares intervenciones en una obra cuya parte coral es especialmente bella.

   El elenco de cantantes, si bien no provisto de voces particularmente extraordinarias, es de destacable por su buen hacer y profesionalidad, en especial la soprano Svetlana Ignatovich, en el papel de la protagonista Fevronia, Dmitry Golovnin en el papel de Grishka Kuterma y el elenco de secundarios muy seguro en todo momento.

    En resumen, una ópera muy intensa, interesante, bien puesta en escena y musicalmente deliciosa, a pesar de que al espectador “occidental” le cueste adaptarse al ritmo de la obra, aunque la lejanía se va acortando conforme nos sumergimos en la belleza de la música de Rimski-Korsakov.

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