Un día cualquiera a finales de febrero.

Por Cristina Beltrán

     Pasando por el puente de hierro temprano, en estas mañanas aún frescas, observo el rico entorno de la ribera del río. Me relaja antes de empezar mi jornada laboral.

       En la última riada bajaron grandes troncos de árboles secos, dos de ellos se cruzaron en uno de los pilares laterales que soportan parte del puente, y ahí sigue, meciéndose por el cauce, sin poder despegarse, al pairo de la fuerza del agua, sus raíces en forma de muñón muerto y empobrecido, para mí, se asemejan a la cabeza de un gigante que lleva encima bien agarradita a una sirena de largas y alborotadas melenas. (me gusta mirar al rio, a sus orillas y lo que el agua nos trae, como queda el cauce, la variedad de animales que viven en sus orillas…)

    Día tras día me asomo para asegurarme de que aún está ahí, probablemente hasta la próxima riada no saldrá de su atasco, también es posible que alguien que cuide el río le ayude a proseguir su rumbo con la corriente a favor, o terminen haciéndolo serrín. No Deja de ser una percepción muy personal, probablemente nadie más vea esas caras en las raíces de un árbol caído, nadie pare a mirar el cauce en ese punto o desde luego podrían verse multitud de parecidos desde mi misma posición o variándola unos centímetros, sin embargo, para mí es indudable, la cabeza de un bravo gigante con una sirena de largas y alborotadas melenas, los primeros días con el agua al cuello, día tras día va emergiendo el tronco total y cediendo su peso al cauce, que al final lo arrastrará no quedando nada de esta singular visión.

     El reflejo del río queda lejos cuando empiezo a trabajar.

   La inauguración de la exposición – instalación – fiesta “EN NEGRO”, convocada por Miguel Ángel Gil Andaluz en su estudio “Incógnito” de la calle Arcadas, donde cuarenta y dos artistas inauguramos el miércoles seis de febrero; un encuentro cuyo nexo eran las medidas y la elaboración de un 85% de la obra de color negro, con el paisaje sonoro performativo de Gustavo Giménez y Antuán Duchamp. Lo pasamos muy bien, espectacular la intervención de éstos. Abarrotado de gente el estudio y la calle, curiosa aparición final de 3 coches de policía local, llamados por alguien de la vecindad, a las once de la noche, escuchaban música y veían a gente vestida de negro en la puerta del local. ¡qué barbaridad! Es sorprendente que la gente envíe a la policía a una muestra de arte y cultura altruista. Alternativa a la oficialidad, tranquila y pacífica; digna del mejor de los Museos de Arte Contemporáneo Internacional y sin embargo exenta de personas que representaran a las Instituciones y a la cultura oficial, ausencias de todo tipo de personajes políticos que antaño gustaban de codearse del arte y de los artistas. Apareció en uno de los periódicos locales una pequeña reseña no digna de mención, una penica el panorama artístico el de nuestra tierra, un devastador paisaje EN NEGRO. Los días sucesivos de exposición hasta la clausura del 22, hubo permanencias de varios artistas dando lugar a tertulias y encuentros entre disfrutadores del arte y algunos artistas. Las ventas, mejor no mencionarlas, la acción, mejor repetirla.

   No bulle ni importa lo que sale del marco. La gente está ocupada en otras cuestiones, decidir lo importante y las prioridades está convirtiéndose en algo inmovilizante. Parece alejado lo que se vive de lo que se pretende, porque buscamos lugares para el encuentro y la diversión, para la cultura y el arte juzgándolo como no relevante, amordazándolo. Sin embargo, es lo que nos gusta compartir y vamos a continuar en esta línea las artistas.

    El arte es algo tan fresco, profundo e imprescindible para la que lo realiza, como lejano, incomprensible y banal para la que no lo valora.

    El encuentro mensual, en PAC 17 ARQUITECTURA fue un halago de la tarde, un regalo para la salud, como escribía antes, el encuentro y la conversación, el arte y lo común. Visionar un vídeo de arquitectura contemporánea, exponer unos Mándalas antiguos llenos de sabiduría sobre telas orientales en compañía de buena gente, con buen diálogo, hacen a una preparar la semana con buenos augurios. Los lunes en el Vinagre con los manjares que trae el compañero de turno, dejan buen sabor, un oasis fugaz dentro de la jungla ciudadana.

     El trabajo semanal se produce entre un sol de mediodía que empieza a calentar y frescos amaneceres y atardeceres hacia el aún tímido despertar de la primavera, sin impedir lo que sucede alrededor, son emociones temporales de las que ya no hablamos.

   El jueves en la bodega de la AAVV Lanuza Casco Viejo, la asociación incógnitus a través de Carmen Rábanos, presentó la exposición “contraste” de Val Ortego y Paloma Marina, la fuerza de los óleos de Alfonso contrastada con las fotografías de Paloma saltan y hacen añicos las paredes medievales del sótano vecinal, obras contundentes que hablando diferentes idiomas se entienden a la perfección como un complemento perfecto van a dar que hablar entre nosotras porque además dinamizan, en días puntuales, el espacio con muestras de poesía y danza butho, 2 artistas polifacéticos imprescindibles en el Centro de Zaragoza. Se puede visitar hasta el 14 de marzo.

    Mientras esto sucede por la capital, aprovechar el fin de semana para subir a la sierra, a ver ¡la explosión de las almendreras! hace despertar todos los sentidos y purificarnos entre el aroma suave y fresco de los campos, pocos paisajes son tan bonitos como el que se puede percibir en ésta época del año, demasiado pronto ha estallado la floración “Flor de Febrero, no llega al puchero” está el monte blanco y rosado, depende de la variedad de almendra, es frágil, limpia, exquisita, surgiendo de ramas oscuras, en constante amenaza de abejas y abejorros que van a sacar su néctar, polinizando y buscando formar sus enjambres.

   La naturaleza está en un sin vivir, no para, frenética. Es la vida misma, todo es importante, en un día cualquiera.

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