Pollerías (marzo)


Por Martín Ballonga

    Un éxito sin igual del Pollo Urbano. Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés. Este mes, nuestras pollerías tienen destacados protagonistas polleros ¿por qué será? Veamos…

 

    Los paisajes y retratos de Pepe Cerdá se han asomado al Retiro de Madrid. El pintor oscense (Buñales, 1961) ha expuesto en la Casa de Vacas, una sala convertida en referencia de la pintura realista contemporánea. En la inauguración, vimos al alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, invitado de excepción. Y de los treinta y cinco cuadros expuestos solo quedaron treinta y dos.

  Al pepero Azcón le gustó mucho la exposición, sobre todo un cuadro grande de un atardecer en un campo abierto. Y declaró la posibilidad de construir en ese terreno. Pero el alcalde de la Inmortal no estuvo ni diez minutos en la exposición de Cerdá, pues había quedado con su gran jefe, el superagente 007 Pablo Casado, para conspirar. En su lugar, Azcón dejó como representante del consistorio zaragozano a la Consejera de Residuos y Basuras, Pepita Tocino.

  Todo esto no gustó a los barones peperos y, unos días después, Pablo Casado tuvo que comparecer, ya extinto, en la sesión del control al Gobierno. Y acudió asumiendo el control de su propia ejecución. Lo peor de Casado es que su final ha sido un torpe suicidio. Y lo mejor, esas ovaciones homicidas que pegan en el PP a los líderes que van a exterminar.

  Y en la ovación, Casado se quitó la mascarilla para recibirla, como diciéndole a los suyos: “A la cara, aplaudidme a la cara”. Solo Pablo Montesinos, vicesecretario de comunicación y último casadista sobre la Tierra  -Azcón, el traidor, cambió de chaqueta al verlas venir-, pareció a punto de llorar mientras aplaudía a su presidente. Después se apresuró a acompañarlo en su salida del Congreso. Se está celebrando mucho ese gesto, pero en realidad es escalofriante. De qué estarán hechos los políticos si el que les aventaja en humanidad es periodista.

  Mientras tanto, Ana Bendicho, relaciones públicas y compañera de fatigas de Pepe Cerdá, explicó la exposición para los medios de comunicación: “De la pintura es mejor hablar poco; cuanto más se habla, peor”.

  Pero nosotros seguimos hablando, porque la exposición, una vez clausurada en Madrid, viaja a París, ciudad en la que Cerdá vivió varios años. Y esto afirma, siempre con su peculiar modestia, el pintor oscense: “Borges decía que escribía libros para no pasarse la vida corrigiendo manuscritos. Esta es la razón por la que se expone, para no hacer una y mil veces el mismo cuadro. Esos cuadros insistidos son los que dan origen a las exposiciones, son cuadros que generalmente no sirven pero son el germen de toda exposición”. De París al cielo.

Eva Armisén expone en la Lonja. Recomendamos a los visitantes que alcen la vista y se dediquen a mirar el techo de ese emblemático edificio zaragozano. Gracias.

  Magdalena Lasala, después de sus últimos fracasos literarios, está escribiendo un best seller sobre finanzas, corrupciones y banqueros, que sucede en Zaragoza a la sombra de una importante caja de ahorros. El banquero protagonista acabará durmiendo en un banco de la plaza de Los Sitios. Ya lo dijo Salomón: no te fíes, tontorrón.

  El escritor, cineasta y redactor pollero Antonio Tausiet fue denunciado por un policía local con trescientos euros de multa por quedarse atascado con su coche en medio de una intersección, entre la puerta del Carmen y la plaza Paraíso. Dicho agente iba con un superior, al que tenía que impresionar. Cuando acabó de denunciarle, el guardia se fue y el atasco seguía ahí. Quedarse en un atasco tiene multa. Está claro que el poder utiliza a las fuerzas de seguridad para lo que las utiliza: para proteger al sistema, no a la ciudadanía.

  Por cierto, Antonio Tausiet y José María Ballestín escriben a dúo, para ‘El Periódico de Aragón’ del domingo, una serie de reportajes semanales sobre la ciudad de Zaragoza, de su historia, de su leyenda, de sus personajes, de su arquitectura, de su cultura, de sus escabechinas, del precio del poder, ya sea político o religioso, que son una delicia. Un buen complemento a estos textos sería el documental del propio Tausiet ‘Zaragoza vil’. No dejen de leer esos textos y tampoco dejen de ver el imprescindible documento, con panfleto final incluido, ay.

  Quien acaba de publicar un libro sobre la ciudad de Zaragoza, en la editorial Xordica, es el panadero y escritor zaragozano Julio José Ordovás, ‘El peatón sentimental’. Un brillante ejercicio de estilo, la certeza de una prosa tan escasa e improbable, tan única y delicada, tan sencillamente envolvente, que ante ella solo queda la posibilidad del entusiasmo. No se lo pierdan.

  El libro de Ordovás, con una ilustración de portada a cargo de Saúl Irigaray, es un homenaje a Zaragoza, en efecto. Y la resume en un matiz de la luz, una ráfaga atmosférica, una perspectiva que solo se insinúa. “Una ciudad bipolar, a medias beata y a medias golfa, en la que conviven, en permanente equilibrio, El Pilar y El Plata”, escribe el autor, quien homenajea igualmente a nuestro quiosquero de la esquina, al que compara en sus andares con el gran Jacques Tati.

  “¡Tengo un cuerpo que no lo merezco!”, exclamó Juan José Vázquez al verse en una de las páginas interiores del decano de la prensa aragonesa. Y ahora quiere recurrir, para volver a sus fechorías de antaño, a una máquina del tiempo que está ultimando el famoso ingeniero de caminos Santiago Calomarde. ¡Calomarde, la cosa está que arde!

  Luis Alegre, el amigo de todos, le pidió a Carlos Calvo la dirección de un local de rejuvenecimiento con la idea de recuperar el pelo de su cabeza. Dicho y hecho. Y ya se le ve con melena. Y se ha vuelto más coqueto que nunca. Y dicen los mentideros de la ciudad que cuando pasea por la calle no puede evitar mirarse en las cristaleras de los portales y comercios. Ya lo dijo Salomón, ¡viva la melena del león!

  Si Julio César se pasaba hasta cinco horas frente al espejo acicalándose los pocos pelos que tenía en la cabeza, ¿por qué no va a dedicarle cinco minutos a la suya Alegre?

  Otra cosa es que esos cinco minutos se los robe a uno de sus infinitos amigos. Pero ahí está Carlos Calvo, nuestro subdirector pollero, para recordarle la sentencia de Jules Renard: “No hay amigos, hay momentos de amistad”.

  Quien se ha quedado como un pincel es nuestro director pollero, Dionisio Sánchez, quien también se ha apuntado a ese local de rejuvenecimiento. Eso sí, “la calva que no me la toquen”. Y, más contento que unas pascuas, razonó, como es habitual en él: “Me he quitado veinte años de encima, pero debo reconocer que mi esfuerzo me ha costado. Hay que contraer los abdominales sin bloquear la respiración, apretar los omoplatos para abrir los hombros y crecer imaginando que tienes un hilo tirándote de la parte alta de la cabeza, como en yoga. Y en lugar de arrastrar los pies como si nos pesaran los años, hay que adoptar los andares de las modelos cuando llevan tacones”. ¡Jo!

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