Fernando Usón, de estreno en la filmoteca

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Por Valentín Corraliza

   Un público compacto, atento, acudió a la sala de proyecciones de la filmoteca de Zaragoza para ver ‘Angustias y Remedios’, primer largometraje de Fernando Usón, el cineasta zaragozano que con este título evidencia con creces ser poseedor de un universo propio y de un discurso cinematográfico diáfano desde que rodara su primer corto allá por el año 2000.

  Presentado por Leandro Martínez, director de la filmo –en cuya sede ya le organizó años atrás una retrospectiva-, Fernando Usón estuvo acompañado por Gema Cruz, protagonista del filme junto a Eli Val. El realizador y la actriz se entregaron a sus seguidores, hablaron de la memoria y la muerte, de las convenciones burguesas e infidelidades, del cine clásico estadounidense de los años cuarenta y cincuenta.

  El autor vuelve ahora su cámara a los enigmas del pasado. Y destapa una suerte de violencia verbal y física, no exenta de notas humorísticas, con esa contención y ese desafío que le son tan propios. Una herida latente, que sangra despacio, como su manera de filmar.

  ‘Angustias y Remedios’ es una película que posee los mejores recursos narrativos del cineasta zaragozano. Es una apoteosis de su estilo, y la aplicación de su idea de que es la forma de narrar lo que hace la película, la que da sentido a la historia que cuenta. Lo que queda es un juego de sombras y recuerdos que son como un realismo mágico bañado por las aguas del Ebro.

  Las secuencias de Usón, en un principio, transcurren como un arroyo manso con meandros en donde la memoria de los días forma remolinos, como en las avenidas. Es una búsqueda, llena de preguntas sin respuesta. Es la esencia del cine, su clasicismo. Son las cenizas del amor, los espejismos, el particular duelo a la sombra.

  De hecho, Usón irrumpió en la sala en forma de homenaje a los antiguos directores que han iluminado su pasado, su presente y ese futuro por venir, en especial King Vidor y Leo McCarey. Eran directores a destajo. Son los secretos de la historia que narra Usón. Como cualquier gran desfile. Como cualquier ave del paraíso. Como el pan nuestro de cada día. Como el manantial ambiguamente cristalino.

  Los aplausos, al final de la proyección, arreciaron en la sala. Como colofón al estreno, el equipo técnico y artístico, junto a las amistades, nos fuimos a cenar a un restaurante cercano. Y bebimos. Y degustamos las especialidades de la casa. Y hablamos, entre risas y lamentos, del rodaje, de la financiación, del estado del cine aragonés.

  Usón, a fin de cuentas, encontró esas referencias en que anclar como un barco a la deriva el relato de un tiempo cada vez más escurridizo, menos dispuesto a ser presa de ninguna estrategia cinematográfica, siempre a cubierto de una épica que solo podría convertirlo en un vulgar inventario de la nada.

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