Colectivo Los Diletantes: Monográfico «Pulp Stories».

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Por Susana Vacas

     Hay cosas que nunca mueren. ¡Ay!, qué sería de la vida sin personajes inmortales como Georgie Dann o El Puma; qué haríamos si no se mantuviera ahí, fuera de cualquier moda, el colectivo heavy; qué aburridos serían los días sin el conejito Duracell, que dura y dura… Venga a darle al tambor, el conejito y todos los comiqueros del mundo también.

   Llamémosle «tebeo», luego cómic, ahora álbum ilustrado, llámese como se llame, las historias ilustradas vinieron para quedarse y pasan por modas y remodas, varían los gustos, los contenidos, las técnicas e incluso las formas de mostrarlos pero no decaen jamás de los jamases. Para demostrarlo, desde el 2012 tenemos en Aragón un colectivo de activistas totales, dícese de Juan Ros, Óscar Sanz y David Tapia. Los Diletantes se hacen llamar y como tales, amén de sus carreras individuales, vienen editando una revista anual del mismo nombre, con un éxito de considerable altura.

   Característica de los comiqueros, además de su apoyo incondicional al gremio, es su constancia y capacidad de trabajo. No salen de una para dejarse embolicar en otra mayor si cabe, y esta es que ahora Los Diletantes editan un par de monográficos monumentales; uno con una historia exclusiva de Óscar Sanz  y otro sobre el género pulp.

   «Pulp stories» recorre el género para los profanos y para los entendidos, con historias de autores como Fermín Alonso o Ana Albares. A los pinceles gente como Víctor Romano o José Antonio Ávila. Revisionan todos aquel formato de revistas que surgiera en los años 30 y 40 del pasado siglo y que se hiciera famosísimo entre el lumpen y el underground, al retratar precisamente esos bajos mundos bajos, olvidados hasta entonces, habitados por gente inmigrante mayormente. El lenguaje era directo y sencillo y, de hecho, muchos lectores aprendían inglés con estas historias. Relatos tremendos cual puñalada o balazo directo al corazón… Historias que desarmaban a cualquiera, ponían el alma en un puño, hacían temblar hasta al más osado… La calidad del papel era mala, amarilleaba y casi era mera pulpa, sin guillotinar. La producción hipermegaseriada y sin seleccionar. Con todo esto, junto a obras que no pasarían a la posteridad (una vez acabada la serie, la basura era su destino habitual), otras destacaban por su potencial. Herederas de las dime novels (one dime=10¢) y de las penny dreadfuls (sí, de ahí la serie de TV ahorita famosa) (penny=1 centavo) y cercanas también en lo baratas que eran, no había duda, en revistas como «Black Mask» empezaron a verse portadas de Bob Macguire o en «Dime Detective» los trabajos de Robert Mcguinnis. El mundo tal vez se hubiera quedado sin poder leer las posteriores obras maestras que escribieran unos entonces novatos Hammett, Asimov, Chandler o Bradbury.

   David Tapia, también Diletante, nos ilustra perfectamente el género con una exposición de sus versiones de estas portadas, un conjunto de piezas con los tradicionales lápiz y tinta china pero rematadas con un coloreado digital Se presentan el mes de noviembre en el Súper Espacio de Zaragoza. Después, podremos tener los monográficos y las revistas en nuestras mejores librerías especializadas, otras incombustibles, Taj Mahal, El Coleccionista, El Armadillo Ilustrado y EXCELSIOR! Cómics. Y que dure… y dure…

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