Arturo Hortas, premiado en un certamen granadino


Por Don Quiterio

El realizador y cantante aragonés Arturo Hortas ha obtenido el premio especial del jurado en el primer certamen de editores sociales audiovisuales celebrado en Granada por su documental ‘Yasuni, el buen vivir’ (2012), en el que refleja la problemática que vive la reserva de la biosfera Yasuni en la Amazonia ecuatoriana.

Los responsables del festival han destacado el trabajo de documentación que se ha llevado a cabo para mostrar las consecuencias de la explotación petrolera de la Amazonia y la afectación a los pueblos indígenas.


A los pueblos indígenas, a hombres y mujeres diferentes a la civilización dominante, los siguen maltratando, robando sus tierras y los siguen asesinando. Estos pueblos siguen poniendo, hoy como ayer, los muertos sobre la mesa en ese permanente conflicto abierto hace más de quinientos años contra ellos, contra el territorio latinoamericano. Desde el extremo sur hasta el norte, Latinoamérica sigue siendo diana de las balas, sigue siendo el centro escogido de la represión más brutal. Unos pueblos que defienden sus tierras de transnacionales hidroeléctricas y madereras y ante hacendados privilegiados por los gobiernos de turno. Unos y otros llevan décadas robando los recursos naturales de las comunidades, aquellas que las guardaron durante cientos de años.

Unos pueblos que reivindican derechos continuamente violados: el derecho al territorio, a la vida, a la dignidad como personas y como comunidad. Unos territorios abiertos a la plena explotación, al expolio, sin considerar que esas tierras viven personas desde hace miles de años. Pero los pueblos recuperan su dignidad y procesos de lucha y se oponen, poniendo en práctica la protesta. Más de quinientos años después del inicio del genocidio, por intereses políticos y económicos ajenos a ellos, a los pueblos indígenas se les sigue matando y resulta barato, porque, ni antes ni ahora, parece que habrá responsables que paguen por estos crímenes.

En realidad, ‘Yasuní, el buen vivir’ es parte de un tríptico formado por ‘Sucumbíos, tierra sin mal’ y ‘El caso Sarayaku’, unas propuestas sobre la Amazonia ecuatoriana para establecer unos modos de vida sostenibles y respetuosos con la naturaleza. ‘El caso Sarayaku’, realizado inmediatamente después del premiado ‘Yasuní, el buen vivir’, es otro mediometraje documental en torno, esta vez, a una comunidad indígena situada en la provincia de Pastaza habitada por mil doscientas personas de la nacionalidad kichwa, cuyo sistema de gobierno es la democracia directa mediante asamblea. En 2002, la compañía argentina de combustibles, acompañada por el ejército ecuatoriano, entra ilegalmente en territorio de Sarayaku (“Río de maíz”) y entierra mil quinientos kilos de pentolita, explosivo que se usa en el proceso de sísmica. El caso es llevado ante la comisión interamericana de derechos humanos y crea un precedente histórico en la defensa de los derechos indígenas.

Unos documentos de gran valor, realizados eficaz y honestamente, que reflejan los laberintos y particularidades de los más desfavorecidos e intenta construir conciencia ante las injusticias a través de la reflexión, la denuncia y el compromiso. Arturo Hortas, en efecto, se compromete por los valores indígenas para demostrar que la defensa de los derechos humanos es una carrera de fondo, sin límite en el tiempo, una ofensiva que se libra día a día y en la que no caben treguas. Por eso mismo, nos alegra su premio en el certamen granadino, un reconocimiento a su labor de cineasta, verdaderamente encomiable.

Ahora, el realizador y documentalista aragonés Arturo Hortas se encuentra inmerso en el proyecto titulado ‘Arara’, una pieza comprometida con la lucha indígena en Brasil, centrada en la figura de Sidney Pozuelo, que fuera padrino de la quinta edición en Zaragoza de Ecozine, ese festival que es sinónimo de compromiso social, cultural y medioambiental. Desde estas páginas de ‘El pollo urbano’, enhorabuena a Arturo Hortas y a todo su equipo técnico y artístico.

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