El narco pobre: crítica de una montaña rusa literaria.


Por Enrique Gomez Arnas
     Voy a comenzar con unas palabras del propio libro que aquí quiero referenciar:

     «Ser como yo, es como ser como tú, solo que los narcos preferimos el olor de la pólvora al de la tinta, el de la sangre al de las lágrimas y el de las putas al de las doncellas, los de tu especie se matan despacio a tragos y a bocanadas, a veces se permiten, como en tu caso, visitar el infierno de vez en cuando para dar un vistazo, se roban un par de ideas, las hacen cuentos y los imprimen y les regalan premios y les aplauden todas sus pendejadas y los invitan a todas partes y les convidan de todo y se las maman riquísimo, pero nunca dejan de matarse, no les gusta la vida del color que está pintada».

      Seguiré diciendo que, por fin, ha caído en mis manos un libro adecuado para la jauría que suele leer estas virtuales páginas (entre los que me incluyo); un libro alejado de los trending ( antes llamados best sellers y, antes todavía, superventas), no es que no quisiera vender más, a todos nos gusta que nos lean aunque escribamos para nosotros, es que en este caso… no podría ser.

     El libro comienza como uno de esos policiacos en los que el protagonista se enfrenta a una situación peligrosa y poco habitual: ir a pagar el rescate de un secuestro yo, naturalmente, pregunté al escritor si era ficción (tengo la suerte de conocerlo) y no, no lo era, eso le hizo subir muchos puestos en mi estima y sobre todo en su credibilidad. Todo lo que le pasa por la cabeza en ese momento y las pendejadas que se le van ocurriendo hacer están descritas con mimo cinematográfico. El tipo escribe re bien.

     Y así vamos llegando al meollo de la narración: el conocimiento que traba con Ismael, el narco don Ismael. Un tipo de maneras rudas y violentas y de un hablar totalmente mexicano (tened al lado un diccionario) que nos muestra lo aburrido que es nuestro castellano peninsular.

    Vamos conociendo su día a día y cómo llegó a esa posición de cierto privilegio en la pirámide criminal.

    Individuo sin escrúpulos pero con una visión de la vida no exenta de fina ironía y con una filosofía y comprensión de las cosas de la misma que, salvo por la no baladí cuestión del asesinato y la tortura que practica, podrían ser la nuestra.

      Políticos, militares y policías, criminales y sádicos, gente corriente, el pueblo, van pasando e interactuando en unas páginas que te dejan sin aliento; es cierto, léanlo en chándal y dúchense después, la prosa y la acción son extenuantes incluso cuando nuestro protagonista (en realidad don Ismael, no el periodista) nos proporciona conocimientos y reflexiones sobre la propia existencia: reflexiones doblemente valiosas al proceder de quién sabe cuál es el valor de la vida y la poca importancia que puede alcanzar y que su experiencia le dicta sobre la misma.

   Por cierto, si el diccionario de mexicanismos es conveniente, también lo es la libreta de notas, pues aunque el mensaje importante del libro, si es que lo tiene, es acercarnos humanamente a quien es tildado de despojo sin remisión por la sociedad, no falta una muy densa información sobre el origen y el desarrollo del narco en México y toda Centroamerica; para culturetas.

    Su estructura se nos presenta en forma de “contextualizaciones” con títulos de movimientos musicales, muy adecuado dado el ritmo frenético de su lectura, lástima de la espantosa edición (a las que nos están acostumbrando el internet y el bajo coste), porque os aseguro que esta obra merecería una edición especialmente cuidada dado su muy valioso contenido.

   Me ha divertido y, qué queréis que os diga, acercarnos a los límites aceptados por nuestra adocenada sociedad en estos banales tiempos, sin tiempo para la reflexión o la filosofía, y que además, nos divirtamos, no es un logro menor.

    Además, tenemos el autor cerca, en el barrio (barrio letrado este) por lo que podéis ir a darle la brasa cada vez que prefiráis un contacto directo al respecto de su obra en vez de un e-mail, esa suerte tenemos (nosotros, no él).

     Descarnado sí, cruel, enérgico, brutal, acelerado, rico en palabras inhabituales en nuestro mundo; despertador de curiosidades.

     Al final comprendemos(o no) por qué este conductor de montañas rusas acaba siendo víctima de sí mismo (vamos, como todos, eso sí mucho más florida y peligrosamente en su caso).

    Solo es conseguible el libro en la cadena de distribución infernal ( como no podía ser de otra forma), y es muy barato, que también es importante.

   Queremos más Antonio.
 
  Ándale.