Por Andrés Sierra
¡Hey, toro, hey!. Yo citando al toro. No es que sea mi devoción los toros, ni las vaquillas, etc.
Por mi parte aunque se acabara la fiesta nacional no me importaría, pero tampoco estoy en contra como los animalistas. De hecho la primera vez (he estado muchas más) que fui a los San Fermines, ¿cómo no probarlo? Me metí a correr en el encierro.
No era lo mío, ¡una vez y nunca más Santo Tomás! Soy de aventurarme y arriesgarme, pero precisamente ese riesgo de que me pille el toro, es superior a mí.
Sí he asumido otros riesgos, ¡hey, toro, hey! Sobre todo en la montaña. Afortunadamente allí tampoco me pilló nunca el toro, al menos no de una forma fatal.
Fui motero muchos años. Tuve en una época un accidente grave (un semana en la UCI) y sin embargo al poco tiempo como si no hubiera pasado nada. Ahí volví a nacer.
Como no soy creyente no puedo decir que se me apareció la virgen, así que tuve buena suerte; el toro no me corneó de pleno y seguí citándolo.
Hace algunos días, en el barrio de La Magdalena corrió el rumor que había muerto. Es que casualmente no aparecí por el barrio en una semana ya que me había ido al pueblo a coger olivas. Estando allí, por circunstancias, me enteré del bulo. Me dio risa y luego con socarronería pensé, otra estupidez de las mías, he sido toda mi vida un currela y ahora muerto todavía estoy aquí deslomado y pasando frío cogiendo olivas.
Alguien me dijo que cuando volviera, me acercara al barrio poco a poco, no de sopetón para evitar que le diera un infarto al verme a alguna persona.
Con la pandemia se acentúa mi caso de ir citando al toro. Reconozco que desde el primer día me he arriesgado mucho, y sigo haciéndolo, de hecho no estoy vacunado –y no soy antivacunas- pero tengo mis motivos.
Gente creyente haciendo una enorme fila para poder entrar en El Pilar y pedirle a la virgen que le salve de la enfermedad –la famosa COVID-, yo no veo que relación tiene una cuestión con otra, pero ya se sabe, la fe mueve montañas.
Cada uno tiene su fe, también tengo fe, además muy arraigada, mi fe es que un día moriré, pero mientras tanto voy citando al toro, que de momento no me cornea fatalmente. Lo de ¡hey, toro, hey! es una metáfora. En realidad lo que siempre he hecho a lo largo de mi vida ha sido: ¡hey, parca, hey!. De momento estoy en el ruedo, sabiendo que cada día estoy resucitando.