Por Jorge Moreno
Una familia con un hijo con discapacidad gasta de media 4.800 euros al año en costear los tratamientos y las terapias que necesita, algo que el 15% de estos hogares no puede permitirse.
Según un estudio revela que el 85% de las familias con hijos con discapacidad emplean unos 400 euros mensuales en terapias y tratamientos, lo que supone entre un 20 y un 30% del presupuesto familiar en un tercio de los casos y hasta un 40% para el 18,4 por ciento. En el 4,8% de las familias, afrontar este gasto supone emplear más del 40% de los recursos disponibles.
Estos tratamientos, que un 15% de las familias no proporcionan a los hijos con discapacidad por «la imposibilidad de afrontar el gasto», suelen ser de larga duración y tienen un objetivo médico o terapéurico, como mejorar la calidad de vida, el estado de salud, la autonomía física y/o psíquica, la integración laboral o el desarrollo psicosocial.
Además, casi la mitad de los tratamientos son de tipo terapéutico (hidroterapias, fisioterapias, equinoterapias, logopedias, etc); seguidas de las formativas (26,1%) y las relacionadas con el ocio y el deporte, para fomentar las habilidades físicas, sociales y de comunicación (19,2%). El 33 por ciento de las familias cree que serán muy útiles; el 43% bastante útiles y el 20%, algo útiles.
El impacto de esta inversión sobre las familias tiene una mayor relevancia si se tiene en cuenta que en el 58% de los casos sólo trabaja uno de los progenitores, «en muchos casos, por una elección por parte de los padres, quienes optan porque uno de los dos trabaje fuera de casa, mientras que otro se encargue de manera directa de los cuidados que el hijo con discapacidad requiere».
Así las cosas, el 75% tienen dificultades para llegar a final de mes, tasa que en el conjunto de la población es del 65 por ciento, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE. El 29% de los hogares con hijos con discapacidad tiene que afrontar «muchas dificultades», un 17% «dificultades» a secas y otro 29%, «ciertas dificultades», conforme los datos de Adecco.
En este sentido, el 97 por ciento de los encuestados demanda más apoyos para facilitar la vida de las familias que tienen a personas con discapacidad: un 66% considera que hace falta más sensibilización en la sociedad y en los entornos educativos, un 63% y un 56% demandan más ayudas económicas, en bienes y servicios o en subvenciones, respectivamente; y un 30% apela a la accesibilidad.
«Tengan o no dificultades para llegar a fin de mes, los encuestados tienen claro que el bienestar de su familiar con discapacidad está por encima de todo», dice el estudio, para incidir en que el 90% de las familias considera que tener un hijo con discapacidad «le ha aportado una nueva perspectiva de la vida y se ha enriquecido como persona y ser humano».
Con todo, un 58% de las familias no confía en que su hijo llegue a conseguir empleo algún día, en un 30 por ciento de los casos por «prejuicios y estereotipos fuertemente asentados en la sociedad y en la empresa» y en el 28 por ciento, porque «su discapacidad le impedirá tener la autonomía suficiente como para poder trabajar». El 42% cree que su hijo accederá al mercado laboral como cualquier otra persona.
El estudio incide en este asunto y apunta que «la propia familia también puede suponer un freno para que la persona se realice plenamente», ya que un 38,9% de los encuestados tiende a la sobreprotección, aunque sin ser consciente de ello. El 61,1 por ciento, por contra, intenta fomentar la autonomía de su familiar.