El Camino de Santiago en moto


Por José Antonio Conejo

Un editor madrileño le comentó a nuestro director su interés por sacar una línea de guías que aunaran motociclismo de paseo y gastronomía de campaña y que él fuera el autor de dichos recorridos. Después de varias conversaciones, Sánchez creyó conveniente probarse a sí mismo y a la moto con la que –en su caso- se realizarían los periplos en cuestión.

      Así pues, luego de realizar varias salidas por las cercanías de Zaragoza para probar las características de la bolsa de viaje, de los soportes del GPS y de la cámara de vídeo y la respuesta de sus propios “riñones”, Sánchez le propuso al editor realizar una etapa clásica del Camino de Santiago, la primera de la vía francesa, y que no es otra que Jaca-Puente La Reina de Navarra.

   Antes de inicia rel trayecto, el motorista se documentó en varias guías que ya existen en el mercado para intentar calibrar su factura tanto en materia de documentación, comidas, visitas, etc., como en su apartado técnico en materia de mapas y rutas viales por carreteras ya que como es sabido, a los motoristas se les niega las rutas pedestres e, incluso, las ciclistas ¡Paradojas de la democracia móvil!

    Para desarrollar la etapa, el motorista salió de Zaragoza para pernoctar en Osia, Jaca, y de ese modo iniciar la etapa al día siguiente luego de santiguarse con agua bendita de la Catedral de Jaca, como es preceptivo.

     En esencia la etapa se establecía en 145 kilómetros sobre el mapa y los lugares a recorrer eran Jaca, Santa Cruz de la Serós, Puente la Reina (Jaca), Berdún, Tiermas, Monasterio de Leire, y Puente La Reina (Pamplona). Ni que decir tiene que toda ella se hizo por carretera nacional, obviando la autovía que desde la parte Navarra llega hasta casi Yesa. “No hay nada más absurdo que circular por una autopista cuando lo que se pretende es realizar un viaje de placer motero”-comenta Sánchez.

     “Jaca y Santa Cruz de la Serós ya las conocía aunque las recorrí para meterme en la piel del futuro motero y la verdad es que merecen la pena de recorrer según los intereses artísticos de los viajeros. Los bares de Jaca tienen unas tapas excelentes y ayudan a calentar motores aún a primeras horas de la mañana”- continuaba el novato peregrino. “Una de los lugares que más me impresionó fue el surrealista balneario sulfuroso de Tiermas, a la orilla del pantano. Para bajar a él, existe un polvoriento camino más apto para todo terrenos y motos de trial que para una rutera como la mía. Pero allí fuí, me desnudé y pude disfrutar de las propiedades del barro del lugar. Otra cosa fue subir el “caminito” para reincorporarme a la ruta. ¡Menos mal que todavía quedan las habilidades que adquirí con mi Montesa “Cota”! –Nos aclara el piloto.

   La siguiente parada fue en el Camping de Yesa, un desolador paraje con aspecto de abandono donde el motorista se pudo avituallar de cerveza fría y patatas para continuar camino hasta el Monasterio de Leyre, cuna histórica de Navarra, donde los peregrinos religiosos pueden disfrutan de varios paseos a golpe de alpargata.

    Y de un tirón hasta Puente La Reina para llegar al albergue del Hostal Jakue que previamente había sido reservado. Este último tramo es de gran disfrute para el motorista por las características de una carretera bien pertrechada de curvas abiertas y bien peraltadas. Y si el tiempo acompaña – como fue el caso- , miel sobre hojuelas.

     Los hoteles de Puente La Reina están montados con la mirada puesta casi en exclusiva en el “peregrino” por lo que el asunto de comer y cenar, dejaba mucho que desear. Y del personal “peregrino” mejor no hablar.”Se me fueron las ganas de continuar cuando vi a cientos de “peregrinos” tirarse al buffet libre al que se tenía derecho luego de pagar los euros de rigor. Pagué, no comí y me fui al pueblo a tomar cervezas”- apunta el aspirante a peregrino.

    Puente La Reina es un pueblo interesante pero “marcado” por el Camino. “Toda la tarde estuve dándole vueltas y al final creo que hacer una “Guía motera” tal cual sobre el Camino de Santiago no tiene ningún interés. Hay varias y son todas iguales: repiten los mismos tópicos, llevan a los mismos lugares de “turismo peregrino” donde se pueden degustar los ridículos “menú del peregrino”, “desayuno del peregrino”, “sangría del peregrino”, “fruta del peregrino” y así hasta el horror. Es más yo intente conciliarme con la cocina nacional y al día siguiente acudí al “bufé caliente” porque previo pago de 8 € servían (si querías) un par de huevos con jamón. Pedí un único huevo con jamón y me trajeron una mierda de huevo a la plancha con jamón de papel de fumar y aspecto acartonado que seguro haría las delicias de los ancianos “peregrinos” que llenaban el cuartelero salón. No hace falta una guía, pues, si no la “otra guía” del Camino. La que nos lleve a ver paisajes hermosos y a comer las excelencias de la cocina navarra (en el caso que nos ocupa) y a beber vino y no las bebidas carbónicas asquerosas “del peregrino”. Y si luego se llega a Santiago, pues bueno, mejor…Eso sí que estaba claro”- así terminaba Sánchez su corto relato “peregrino”.

    Y después de ese “suculento desayuno” vuelta a Zaragoza tras un recorrido de 300 kilómetros por las extraordinarias bodegas navarras. Y en ese extraordinario trayecto, nuestro protagonista asegura que no se encontró con ningún peregrino ¡Cómo debe ser! ¡Bienvenido y suerte con la “otra Guía!

El vehículo del caminante:

   La motocicleta en cuestión es una Suzuki TU 250 X de segunda mano, en un estado impecable y con la siguiente ficha técnica:

   Motor: Monocilíndrico, cuatro tiempos, refrigerado por aire, cuatro válvulas, 249 cm3, con un carburador Mikuni de 34 mm. de diámetro de difusor , 22 CV a 7500 r.p.m., un par máximo de 2.1 kgm a 6000 r.p.m. Los escapes se unen debajo del motor para acabar en un solo silencioso.

   Suspensiones: Delante monta horquillas convencionales y basculante con dos amortiguadores detrás con cinco posiciones de precarga de muelle.

   Equipamiento: Arranque eléctrico, llantas de radios de 18 y 17 pulgadas. El faro, el depósito, el colín y las tapas laterales son del mismo tono, asiento del conductor muy confortable, numerosos detalles cromados como son las aletas, la caja del velocímetro, el cerco del faro, el guardacadenas, los espejos y los amortiguadores, amplio hueco bajo el asiento.

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