Por L.F.S.R.
Visitamos el Museo del Azafrán, en Monreal del Campo, de paso hacia Albarracín, y la verdad que nos dió tiempo en el día, aun siendo ya mes de Noviembre, de días ya cortos. El trayecto por la Autovia hacia Teruel se hace con comodidad, y madrugando un poco llega para todo.
Situado en la plaza mayor, cerca de la iglesia, ocupa un antiguo edificio de estilo aragonés, con su galería típica de ventanales en lo alto, aunque cegados algunos, y con otro edificio al lado, también aragonés, pero algo avejentado y que pide una restauración respetuosa.
- El esbrinado
- La plantacion
- Interior del Museo
- El Museo
Entramos y parece albergar también la Casa de la Juventud, con un carro de varas a la entrada que nos mete ya en la idea de que vamos a ver etnología pura, como es el cultivo antiguo del azafrán, que iremos viendo y comprobando en la planta de arriba, donde está el verdadero museo, con las indicaciones de un amable guía, cuyo nombre ya hemos olvidado, y que en todo momento nos acompaña dando todo tipo de explicaciones sin que apenas nos deje casi preguntar nada. Pero en la soledad que estamos de cualquier otro visitante, el diálogo surge inevitable.
Es la planta de arriba y en el techo vemos el maderamen que sostiene el tejado y que da a la extensa sala un aire acorde con el sin fin de objetos antiguos, bien colgados por las paredes, intercalados con paneles explicativos del cultivo del azafrán, o esparcidos simplemente por el suelo. Vamos siguiendo las explicaciones del guía que casi no nos da tiempo de tirar alguna fotografía con el temor añadido de no fotografíar, pero no, se puede, y con esa tranquilidad seguimos las explicaciones que tienen su miga, al tratarse de un cultivo totalmente artesanal. Uno piensa en el cultivo de los viñedos, pero no, éste debe ser un cultivo que no admite con facilidad la incorporación de la maquinaria agrícola para siembra y recolección., incluso como, nos dice, el trabajo del arado de los surcos va unido al sembrado inmediato de la cebolla matriz del azafrán.
EL SEMBRADO: se hace sobre pequeñas superficies de terreno que soportan con facilidad temperaturas extremas, así como periodos de sequía, por eso su área de cultivo son las tierras de Cuenca, Albacete o Teruel, pero necesita que llueva en marzo cuando se forma la cebolla dentro de tierra, y en septiembre cuando se forman los tallos portadores de la flor, y no conviene suelos muy húmedos para evitar que se pudra la mata, tampoco necesita mucho abono industrial.
Su ciclo vegetativo comienza en primavera y en verano entra en una fase de parada vegetativa, pasada la cual y en otoño comienza la floración, cuando las temperaturas descienden y caen las primeras lluvias otoñales.
La plantación se hace haciendo un surco de unos quince centímetros de profundidad con la azada o pequeño arado, todo a mano, según vamos diciendo, nada de maquinaria, por lo que otra persona va poniendo la siembra de las llamadas cebollas o bulbos de plantación. Cuando se inicia otro surco paralelo, parte de la tierra extraída sirve para cubrir el surco del anterior y de paso las cebollas ya plantadas. Así hasta completar el terreno a sembrar.
Esta planta no queda libre de peligros, como el ratón del azafrán, llamado Pitimis, que hace vías subterráneas para comerse bulbos y raíces de lo sembrado. Una solución tradicional era mediante un artilugio casero, se prendía una yerba seca dentro y mediante un soplete a modo de fuelle se hacia introducir el humo por el agujero subterráneo, de modo que no le quedaba al ratón otra que escapar.
El proceso de crecimiento es el siguiente : de cada bulbo plantado, salen dos o tres cebollas, de las que salen hasta cuatro yemas florales que nos darán la flor del azafrán y convertirse a su vez en nuevos bulbos, para reiniciarse el proceso y morir por agotamiento al cabo de unos cuatro años. Entonces será necesario nuevo sembrado. En el cultivo de la vid tenemos parecido proceso que hace necesario arrancar las viejas cepas para plantar otras nuevas a cabo de unos años.
LA RECOLECCIÓN: La cosecha del azafrán suele ser a mediados de octubre. Preferible temprano antes de que se abra la flor y acudan los insectos. Es una faena que exige buenos riñones pues ya decimos que se hace a mano, sin la ayuda de maquinaria alguna, y además con cuidado de no estropear la flor. Se recoge en cestos y se lleva a la casa, donde comienza la labor de ESBRINAR, o separación de los estigmas del resto de la flor. Labor que se hace en torno a una mesa, sentados cómodamente, porque la faena requiere mucho cuidado y atención. Cada esbrinador tiene su montoncito de «azafrán verde», porque le falta el DESECADO o tostado del azafrán en unos CEDAZOS o recipientes de madera, de modo que de cada 5 kg. de «azafrán verde» viene a quedar como 1 kg.de «azafrán seco», el cual se pesa y paga a cada esbrinador su parte, y se guarda en lugar seco y cerrado hasta su comercialización.
Aunque bien guardado, el fuerte olor que desprende hace que no le ataquen polillas ni ratones, incluso tradicionalmente en las arcas con las mejores prendas de ropa familiar, la cual adquiría de ese modo el aroma típico del azafrán, y daba su prestigio a sus propietarios, en Monreal era así un modo de distinguirse como de «casa buena».
Así que bien aprendida la lección, continuamos viaje, y aún llegamos a tiempo de comer a Albarracín, donde nos recibe el paisaje otoñal, con su arbolado amarillento, haciendo un contraste único con el urbanismo medieval. Un viaje muy recomendable, y decir para los que vayan, que el Museo del Azafrán abre de 11 a 14 h. y de 17 a 20 h por la tarde, domingos y festivos sólo por la mañana, tlfno. 978 863236, pero mejor llamar para evitar sorpresas, y si es necesario pedir cita, porque la visita parece que es guiada.
El blog del autor: https://sanvalentinsorpresa.blogspot.com/