Por Rafael Gabás
Una maestra jubilada de 71 años decide emprender un viaje desde Batumi, capital de Georgia, hasta Estambul para encontrar a su sobrina Tekla; se le une Achi un joven de 21 años y ambos emprenden un viaje en barco hasta Turquía donde llegan con muy poco dinero.
Allí conocerán a una abogada que lucha por los derechos de las transexuales…
Hay dos maneras de entender el cine: El cine como arte, cultura y creación por un lado y el cine como industria y producto de consumo por otro. El hecho de asistir a una sala de cine tiene algo mágico, nos proporciona la posibilidad de empatizar con personas completamente alejadas de nuestro entorno habitual y viajar en el tiempo y el espacio, especialmente en las películas del primer tipo, como es el caso que nos ocupa.
Crossing es un excelente ejercicio de cine narrativo, comprometido y concebido con libertad, heredero del realismo social de Ken Loach y del neorrealismo (el director ha manifestado en varias ocasiones su pasión por Pasolini y Fellini) y que no responde a meros intereses de rentabilidad y explotación económica; mantiene una ligazón con ese tipo de cine citado por tres razones: la primera que recurre a actores desconocidos y la mayoría no profesionales que transmiten autenticidad; la segunda por la importancia de la improvisación y el dejar hacer a todo el staff del rodaje con un excelente montaje final; y la tercera por la ausencia de flashbacks y flashforwards de los que tanto uso y abuso hacen los directores del presente siglo… si una historia puede contarse de manera lineal y en orden cronológico por qué dar saltos temporales innecesarios.
Hay últimamente (y por fortuna) algunas películas que han tratado el tema de la transexualidad (Laurence anyways, Joyland, The crying game, Emilia Pérez, Tangerine, Close knit, Girl, Todo sobre mi madre, etc.). Lo que nos muestran estas películas, Crossing especialmente, es la importancia del cine para plasmar realidades y cambios sociales, mostrando ágilmente lo que de otra manera sería difícil…
Muy interesante la reflexión inicial de Levan Akin acerca del turco y del georgiano como lenguas que no tienen género. E interesante es también su reflexión acerca de cruzar y traspasar barreras, fronteras, géneros y sobre todo estereotipos mentales: Crosssing. Nuestra protagonista (una señora mayor que vivió la época soviética y que es mucho más abierta que las generaciones posteriores (otra de las paradojas del film) emprende este road-movie junto a un joven de 21 años con muchos más prejuicios que ella en busca del único miembro familiar que le queda, intentando superar pasados recelos. Tekla, la mujer transexual “protagonista” y objetivo de la película aparece poco, Akin deja que el espectador construya y resuelva parte de este puzzle, nos la muestra como un iceberg donde la parte escondida es lo más importante y todo ello parece tener un objetivo: diciendo poco el espectador puede imaginar y componer mucho.
Akin no recurre a la reivindicación, al proteccionismo, al exotismo o a la denuncia y nos presenta un abanico de personajes impredecibles a través de una trama que fluye con asombrosa naturalidad, capturando la esencia; la atmósfera de Istambul es hipnótica y fascinante, sus calles, sus casas, el Bósforo, todo mostrado a través de un trabajo de fotografía brillante. Original la pareja protagonista y la excelente empatía, la cómica sintonía, la comprensión mutua y el paradójico vínculo que se da entre ellos. Crossing es una película que huye de los tópicos y los lugares comunes y nos presenta los hechos, las personas, incluso los lugares desde un punto de vista nuevo, fresco y diferente, rozando incluso el documentalismo.
Mención especial y parte importante del film son los personajes que se cruzan: transexuales en Turquía (la transexualidad es presentada como una opción más, como una forma más de estar en el mundo), la abogada de Estambul, los dos niños que se buscan la vida por las calles y aparecen de forma intermitente, el taxista, etc. La mayoría de ellos muestra optimismo y confianza en el género humano, Amor con mayúsculas y en su versión menos almibarada.
Una excelente película de un sueco cuyos padres son georgianos aunque nacieron en Turquía y sus abuelos en la Unión Soviética: Crossing.