Nueva etapa, para todos / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

     Hay elecciones. Y una campaña que va a durar tres meses. Los ciudadanos podremos votar (y es muy aconsejable hacerlo) en abril  al Congreso de los Diputados, al Senado y, después, en mayo, al Ayuntamiento, a las Cortes autonómicas (parlamentos regionales), y al Parlamento Europeo.

      Por tener, hasta tenemos las elecciones sindicales en la Universidad de Zaragoza, también en mayo.

     Importancia del momento político, toda y más. De los resultados de abril saldrá un nuevo Gobierno de España que regirá nuestros destinos durante cuatro años, con unas Cortes Generales que controlarán su gestión y legislarán sobre nuestros intereses y nuestras vidas. Y de los de mayo dependerán los gobiernos autonómicos que harán lo propio con más proximidad, que determinarán políticas educativas, sanitarias y culturales de cercanía. Siendo los ayuntamientos el elemento más próximo que de ahí surgirá, y ojo con ellos, que es lo más cercano que tenemos al devenir cotidiano.

    Durante tres meses escucharemos propuestas y programas y, también, ataques y guerras sucias, difamaciones y verdades a medias, esto último para desprestigiar al adversario y apelar al voto que surge del hígado, no del cerebro. Quizá, también, veremos un uso abusivo de la inteligencia emocional y de los prescriptores que nos dirán qué marca “comprar”.

    Bueno, es lo habitual. Aunque puede que algunas tácticas pierdan efectividad por manidas. El que escribe lleva viendo la política de cerca desde hace décadas, con las interrupciones lógicas propias de la dedicación profesional, en mi caso la docencia y la investigación. Pero ya con 17 años recuerdo mi participación en los Comités de Estudiantes, que se organizaron en los años 70 del pasado siglo como una estructura de agitación democrática  constituida por gente joven de varios partidos (o independientes) tratando también de dar la puntilla a los múltiples ámbitos de poder que controlaba aún el Franquismo, lo cual no se ha logrado todavía, ya que el Franquismo Sociológico sigue imperando en muchos lugares, incluyendo la forma de hacer y decidir de organizaciones que se suponen muy de izquierda, plurales y tal.

   A lo que vamos: estamos en un escenario concreto, aprobamos la actual Constitución hace ya cuarenta años, y lo que interesa es nuestro porvenir. Por favor, justo medio, moderación, equilibrio. Y, en los gobiernos, preparación, dedicación, entrega, saber hacer, mano izquierda. Los golpes de efecto huecos y las algarabías para los ratos libres, que deberán ser pocos. Más eficacia y menos fotos y vídeos.

    Pero ahora es el momento de las fotos y vídeos, estamos en campaña. Para mi sorpresa, escucho a tres ciudadanos tomando cañas en un bar de barrio hablar de que han oído que la participación podría acercarse el 80% en las votaciones. Y otro día a dos chicos que no llegan a la veintena comentar que los líderes políticos “no son gente como los demás”, no en sentido peyorativo ni de admiración, sino valorando esta idea. ¡No hablaban de fútbol! Tampoco las tres parejas de la sesentena que viven en un barrio rural echando un ojo a la prensa mientras toman el vermú, y valorando liderazgos y credibilidad. Y así, observamos como la política entra en muchos comentarios, se sopesan cuestiones, se analizan declaraciones y propuestas programáticas, vamos, lo nunca visto.

    El ámbito político europeo queda aún lejos para la inmensa mayoría de ciudadanos, pese a que cada vez influye más en lo que nos interesa, y hay sobre la mesa una cuestión fundamental: si Europa será, no será, o se convertirá en un apéndice del gran juego entre Estados Unidos, Rusia y China. Entre otras cosas, a mí me preocupa que hace una década, cuando viajabas a países latinoamericanos o norteafricanos, ser europeo (y español en concreto) se veía como un valor sólido y, hoy, se percibe cierto deterioro en esa consideración especial. No siempre, pero se nota y, cuando hay confianza, te lo comentan. Eso no es bueno, no me gusta, y habrá que solucionarlo. Ser europeo debe decirse y exhibirse con orgullo: somos la cuna de la democracia, de la solidaridad bien entendida, y de una buena parte de la Cultura mundial.

    Vuelvo a lo dicho: votemos, apostemos por la moderación, por la efectividad, por la mejor opción posible que garantice una España y una Europa fuertes en el mundo. Por unos gobiernos (nacionales, autonómicos y municipales) que traten de lo que nos interesa y remen, con energía y sin desfallecer, por nuestro bienestar y nuestra concordia como ciudadanía. Ya sabemos que tenemos la posibilidad de apostar por opciones viscerales, y también hemos visto que esto no conduce a nada. Entre otras cosas, porque esas opciones tienen las cartas marcadas, programas ocultos (como la bolita de los trileros) y hojas de ruta sembradas de favoritismo que no gobiernan para todos, sólo para sus círculos de amistades.

   Amigos y amigas, vosotros sabréis, pero llega la hora de mojarse, que en estas elecciones nos jugamos mucho. Si nos mantenemos al margen, o nos equivocamos, dará igual que luego nos quejemos. El mal, y para años, estará hecho.

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