Manifiesto a favor de Libia y Muamar El Gadafi


Por Antonio Tausiet

     Libia es un país del norte de África con reservas de petróleo, gas y agua dulce, que han logrado situarlo a la cabeza de todos los países del continente mediante la correcta gestión y distribución de sus aportes económicos.

  Ante la ocupación militar del país

 Libia y Gadafi

    Muamar el Gadafi es líder de la revolución socialista Libia que derrocó la monarquía de ese país en 1969. Desde entonces el sistema político es denominado jamahiriya, «democracia de las masas», mediante el cual las decisiones políticas son tomadas por medio de la participación ciudadana directa. Gadafi y el pueblo de Libia son, lógicamente, antiimperialistas y anticolonialistas.



El porcentaje de personas que viven por debajo del umbral de pobreza es del 7,4, mientras que en España es del 19,8. El nivel educativo y la esperanza de vida son de los más avanzados de África. La mayor obra de ingeniería libia es el Gran Río Artificial, canalización que lleva el agua de los depósitos naturales del sur a la población del norte.

    Libia es un país del norte de África con reservas de petróleo, gas y agua dulce, que han logrado situarlo a la cabeza de todos los países del continente mediante la correcta gestión y distribución de sus aportes económicos.

    En las cuatro últimas décadas, Libia ha dado su apoyo a los movimientos socialistas de liberación nacional en América Latina y África. En los últimos años, Gadafi ha estrechado lazos tanto con América Latina y sus revoluciones en curso como con las potencias occidentales. En el primer caso, propuso un tratado de cooperación del Atlántico Sur entre Sudamérica y África. En el segundo, impulsó la participación de empresas petrolíferas con convenios justos para su país, lo que le valió la acogida calurosa de los líderes políticos de Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania y España.



    La revolución libia ha conseguido obtener e impulsa cualquier solicitud de perdón por parte de las potencias colonialistas. En 2008, Italia efectuó una declaración y firmó una compensación económica para Libia -5.000 millones de dólares-.

    Libia apoya la creación de un mundo justo y la cooperación entre los países. Muamar el Gadafi impulsó la Unión Africana en 1999, inspirada en la Unión Europea, para fomentar la cooperación pacífica en el continente. También lanzó una propuesta en la ONU de pacificación entre Israel y Palestina, una propuesta de mediación en la guerra de Irak y aboga contra la hegemonía del bloque imperialista y los restos del colonialismo, como las bases militares estadounidenses (expulsadas en 1979 las cinco que hubo en Libia) o la ocupación británica de las islas Malvinas en Argentina.

    Desde su presentación en 1975 del llamado Libro Verde, Gadafi se ha declarado en contra del integrismo islámico, factor que también ha sido hasta ahora motivo de simpatía por parte de Occidente. Además, en 2010, la Unión Europea y Libia firmaron un tratado para frenar la inmigración clandestina de los países subsaharianos.



La ocupación militar

   A partir del 17 de febrero de 2011, en Libia el pueblo se vio obligado a enfrentarse con grupos poco numerosos que atacaban comisarías de policía y cuarteles del ejército y se apoderaban de las armas. Ocuparon varios edificios, y de noche abrían fuego, aterrorizando a la población local. En las comisarías se produjeron tiroteos entre estas bandas y los policías. El total de los fallecidos entre ambas partes fue entre 150 y 200 personas.

    La llamada Conferencia Nacional de Oposición Libia, un grupo minoritario sin apenas representación, había convocado el Día de la Ira contra el régimen socialista, pese a que en Libia no existía el descontento de la población de sus países limítrofes (Túnez, Egipto). Este evento fue aprovechado desde el exterior por grupos extremistas islámicos (lo que, generalizando, se ha dado en llamar Al Qaeda) y el 21 de febrero se comenzó a propagar la mentira de que allí habían muerto miles de personas por bombardeos del régimen.



    El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución de condena el 26 de febrero y otra de intervención el 17 de marzo, basándose en las notas erróneas de agencias de noticias árabes, difundidas luego por todos los medios occidentales. Gadafi pidió que se enviara una comisión internacional para investigar los hechos, solicitud que no fue aceptada. Algunos diplomáticos libios renunciaron a sus puestos, creyendo la versión de la supuesta masacre. Los destacados en Estados Unidos fueron comprados.

   El 19 de marzo, una coalición internacional liderada por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, atacó el territorio libio con el pretexto de salvaguardar a la población de los supuestos ataques de Gadafi. El 31 de marzo se trasladó el mando de la operación a la OTAN.

    En meses anteriores, los regímenes de varios países musulmanes habían caído tras las protestas pacíficas de sus ciudadanos, contexto en el que se ha pretendido situar el conflicto libio, que no tiene ninguna relación.

    A raíz del ataque occidental contra el país, que llevaba un mes camuflado como guerra civil, el ejército de Libia inició la defensa, provocándose una guerra abierta en la que los llamados rebeldes, apoyados por las fuerzas de ocupación extranjeras, tomaron posición en Bengasi, la segunda ciudad en importancia, mientras que Trípoli, la capital, continuaba sin ser ocupada.

    Se ha calificado a Gadafi de dictador sanguinario, se le ha acusado de bombardear a la población civil y se han identificado con él los depósitos de divisas libias en bancos de Occidente. Se ha insistido en que el ataque a Libia es distinto al perpetrado en Irak en 2003, que inició una guerra que duró siete años y obtuvo respuesta masiva en contra por parte de las poblaciones de todos los países del mundo.

     Sin embargo, la guerra contra Libia es un capítulo más de la expansión neocolonialista e imperialista por parte de los países occidentales, exactamente igual que sucedió en Irak.

    El estado libio continúa abogando por el fin del conflicto. La desestabilización de la zona, iniciada por grupos integristas islámicos, provocó la subida de los precios del petróleo, situación que no conviene a Occidente, que no ha salido de la crisis de 2008. La intervención contra Libia ha provocado que Gadafi mire ahora hacia Rusia, China y la India para sus intercambios comerciales. Ahora sólo quedan dos opciones para Estados Unidos y sus aliados: derrocar al líder de la revolución socialista o pedir perdón al pueblo libio por la intervención armada.

 Abril de 2011

 Actualización en octubre de 2011

    Siete meses después del inicio de la invasión de la OTAN, Muamar Gadafi fue linchado en su país por los mercenarios de los países atacantes. El Consejo Nacional de Transición, formado por traidores que habían trabjado en altos cargos del gobierno socialista libio, ha sido reconocido como representante legal de Libia por la ONU, la Unión Africana y la mayoría de países del mundo.

    De las dos opciones que se manejaban al final de este texto, las fuerzas golpistas han optado no sólo por el derrocamiento del líder de la revolución sino también por su asesinato. Los mandatarios mundiales, con la excepción de algunos representantes latinoamericanos y africanos, han mostrado su alegría por la muerte de Gadafi.

   No conocemos el futuro de Libia, pero los acontecimientos sucedidos durante 2011 ya forman parte de la historia de las vergüenzas de la humanidad: un régimen político humanista e igualitario ha sido eliminado mediante la invasión de un país para apoderarse de sus riquezas, eliminando la ilusión emancipadora. Y todo ello perpetrado por la extraña -aunque ya repetida- alianza entre los extremismos occidental e islámico

Fuente: http://www.tausiet.com/

Artículos relacionados :