Elena Laseca. Escribir, regalar, aportar.


Por Cristina Beltrán

  Elegir lo que quiere hacer y ser, sumar a personas y actos de buen rollito, amar  en el más amplio sentido y compartir con todas aquellas que estimen o valoren su trabajo.

   Nadar entre libros, bucear por sus páginas, respirar palabras es vivir para Elena.

   Con timidez, nada improvisada; un buen día , hacia 1995, decidió empezar a regalar  los relatos realizados con cariño y solamente para ella. No tiene noción exacta del momento en el que puso sus escritos sobre un papel, si tiene claro el objetivo, la necesidad de contar auto realizándose.

    Si llevas una botella de vino a una cena de amistad vas bien, es buen detalle de agradecimiento, pero si la acompañas de una pequeña historia escrita es un regalo tan exclusivo y sorprendente que es de nota. Como  regalo de cumpleaños quien haya recibido una de sus historias, encuadernadas en un canutillo, tiene una joya o un lujo exclusivo con el que pocas cuentan.

Así de natural empezó a mostrar lo que esta mujer puede darnos y el camino no tiene vuelta atrás, el ánimo se eleva y el salto a relatos cortos, cuentos infantiles, actualizar su blog… Lleva su tiempo. Mantener la disciplina de la escritura diaria, asumir lo evidente sobre la necesidad de transmitir, la van introduciendo en un círculo que aumenta y multiplica sus capacidades y posibilidades.

   Nunca es tarde para empezar a escribir, nunca es tarde para tomar decisiones importantes, nunca es tarde para acometer nuevos proyectos. Siempre es buen momento para la creatividad.

   “Leche de almendras”, “Desayuno en Urach” y “Las hermanas” son los últimos relatos anotados en su blog. Cada historia totalmente distinta a la otra; cortas, directas, con un poco de enigma o dejando flotar, para terminar, las posibilidades que se abren en cada uno de sus relatos. Frescos, alumbrados en este caluroso mes de agosto en el reposo de un retiro más o menos voluntario por los tiempos de virus.

   Para definirla, van como anillo al dedo las palabras de la escritora Irene Vallejo: “ En la obra de Elena Laseca palpitan a la vez la sensibilidad y el compromiso. La vida oculta de las mujeres emerge gracias a una voz apasionada”. En su blog va poniendo dedicatorias que otras mujeres, interesantes para ella, le dedican sobre su forma de escribir, Gloria Labarta, Teresa Coma, Elisabeth G. Iborra, Camino Ibarz, comentan sobre su incidencia en las relaciones humanas, la importancia de servir de espejo para las chicas jóvenes y la fragilidad de los derechos conseguidos, su voluntad feminista y reivindicativa, su dominio del lenguaje y la documentación sobre los escenarios elegidos… En definitiva, nos ponen sobre aviso de las lecturas que podemos empezar o continuar a través de una autora que escribe lo que siente, que puede aportarnos algo a través de singulares historias que bien podrían ser protagonizadas por cualquier mujer “normal”.  Elena las transforma en historias para aprender, para recordar, leer o releer en cualquier momento.

    El primer relato de ficción que escribió es inédito, el título: “El destino en la piel”. Su primer libro editado “Alex y otras historias”. A él le siguió “ Mis cinco fuentes de tormento”. Posteriormente “El pulso de mi sangre” y a principio de verano nos presentó “Voces”. Para presentar sus obras en sociedad le gusta rodearse de gente cercana, las acompaña de actuaciones musicales, comentarios de otras mujeres y en definitiva en lugares acogedores al aire libre, si es posible, para respirar entornos agradables que rememorar ligados a su figura o a su obra, que no es lo de menos.

   A Elena le gusta escribir sobre mujeres, de todas las edades y condiciones posibles, mujeres que buscan su lugar pretendiendo reafirmarse y asegurar su condición en un mundo donde el patriarcado es un pulso permanente que se introduce en las neuronas de los más escondidos lugares y culturas, disfrazado de tradición, norma o ley como invisible guiño social difícil de traspasar. Sin embargo, la fuerza de sus protagonistas emerge para dejar su huella sin ser muy conscientes, tranquilamente a través de una lectura pausada, fácil y dinámica que te introduce en el relato para dejarte presa de la protagonista y reflexiva de si nosotras lo habríamos hecho de otra forma.

   Tomar un café con ella o charrar en momentos ganados al tiempo es saludable, porque no hay espacio para el desaliento o la melancolía y sí para comentar actualidad urbana que nos enzarza la vida,  recordar los comienzos del trabajo y de su escritura, o confirmar la dureza del pasado, un pasado a recordar para evitar recaídas. Vivir con naturalidad el día a día nos acerca y nos separa de lo artificioso, hay muchas personas artificiales, no es que sobren, tendrán sus raticos de descanso, pero cansan mucho y no vale la pena estar deslumbradas porque tenemos que continuar en nuestros diversos trabajos, cada una somos protagonista de nuestra propia vida. Elena saca del anonimato a mujeres que emergen en sus libros mereciendo ser recordadas por nosotras, aunque utilice nombres ficticios o mezcle realidad y ficción, vale la pena mantenerlas vivas en sus relatos y en nuestras mentes.

   Esta mujer posee una agenda muy completa dividida entre su trabajo remunerado, familia, amistades, escritura y  asociaciones, en la que desean su amplia participación. Así que tampoco dudo de sus quiebros y éxito con la gestión del tiempo. No hay lugar para muchas tonterías, aunque para el relajo y la disposición amable de entablar una conversación siempre está ahí.

    Mi deseo para ella: Tener muchas dosis de platos de jamón escanciados de buen vino, en la compañía que ella elija, hablando alto y fuerte, o en susurros, de los temas que le interesen en cada momento.

Artículos relacionados :