Vacaciones en Badalona


Por Cristina Beltrán

    Hay que ver con el paso de los años como cambian las circunstancias. Y para todo el mundo ¡Eh! Que a los mismos políticos que hoy les escuchamos un rancio discurso, hace un tiempo habría que escucharlos en la oposición.

   Mi estudiante americana de hace unos años en sus deberes de clase tenía unas cuantas preguntas que realizarme, como familia española, que de primera mano podría contarle sus impresiones y anécdotas sobre Cataluña, de esto ya hace unos 6 años, y para sus deberes en el colegio privado al que asistía puntualmente, extrañada de tales preguntas sobre mi opinión e impresiones acerca de Cataluña como país, yo le íba respondiendo así:

   “Mi madre no podía con todo el trabajo de los veranos, carnicería, tienda, atender a dos mellizos y otro más pequeño, era mucho, cuando llegaban los veraneantes, además nosotros teníamos vacaciones, esos eternos días de verano las correrías infantiles daban para mucho y no queríamos dormir siesta. El pueblo esos días de verano tenía esencia de espliego, cebada y trigo recién cosechadas, de los montones de trigo y cebada dispuestos para ser vendidos al mejor postor en las explanadas de la báscula, de la paja aventada en las eras, de ese polvillo que se nos metía y pegaba por todo poniéndonos dorados sobre el moreno del sol de campo. Creo que cundíamos mucho y esa debió de ser la razón por la cual mi madre me mandaba con su hermano unas veces y con su hermana otras, unos días para los veranos”…“Badalona era de otro color distinto al aragonés, más gris, blanco y azul, tenía olores de mar, arena, mercado, industrias y humedad, poco viento que añoraba y a cambio una brisa agradecida y suave. Un mar gris, plateado y bravo que algunos días tranquilos invitaba azul a disfrutarlo más rato hasta que me llamaban para ir a la toalla porque salía arrugadica”…“Badalona era para mí algo extraño y la descubría siempre acompañada de mis tías, hablando con vecinas, de compras entre buenas comidas y una horchata insuperable. Cuando era pequeña Badalona me parecía grande y distinta, las gentes con las que hablaba siempre  me mimaban y sonreían, entre ellos siempre hablaban en catalán y conmigo siempre en castellano yo intentaba aprender el catalán pero nunca tuve problemas con mi acento maño y de pueblo secano, cuando lo hablaba en frases cortas como por favor, buenos días, tardes o noches (lo básico y normal), se reían y me lo agradecían.”…“Al pasar los años en mis regresos a Badalona ya hacía incursiones a Barcelona y excursiones por la costa azul y brava, la perspectiva cambió y se amplió el horizonte, descubrí una sociedad abierta y rica, luminosa y cosmopolita, las industrias desaparecieron de las calles próximas y el gris se tornó de variados colores. La calle del Mar y los mercados seguían iguales y eso me encantaba.”

    En las respuestas daba por hecho que Cataluña era parte de mi vida, era mi familia y amigos, era mi país. Pero ella, “culé” hasta la médula y turista asidua no lo entendía…. había bebido ya de las fuentes de libros y anécdotas presenciadas en sus viajes.

   Estos días he recordado a Isabel Jones, mi hija americana por un año, y pensaba que si todos los jóvenes y niños hubieran tenido la oportunidad de esa formación que ella tenía, en nuestras escuelas, en todas las escuelas españolas, incluidas las catalanas, hoy no estaríamos así. Porque nuestros políticos no han bebido de buenas fuentes históricas, han leído distintos libros de historia en sus escuelas, y nuestros hijos ya ni que decir tiene, esos no tienen ni idea de la historia de las comunidades que componemos España, y claro así nos va….

   El discurso fácil del nacionalismo e independentismo no sería viable si nos hubieran formado en historia política contemporánea, las gentes no saldrían a las calles para hacer exaltación facilona de un patriotismo trasnochado, ni para reivindicar la independencia de un país que no se concibe sin Cataluña.

   Mi familia esta temporada está muy triste y con sentimientos encontrados, los que vivimos en Aragón y los que viven en Cataluña.

   Los veranos de Badalona hoy son más calientes que los de mi infancia, (y no sólo por el cambio climático global) este verano se ha ido fraguando la hoguera para el otoño, este próximo domingo 1 de octubre, alguien la quiere encender, pero aún no es tiempo de acercarse al fuego, el invierno también se espera caliente. Cuando salga este artículo en “El Pollo Urbano” ya habrá pasado el 1 de octubre, mi familia entera, los de aquí y los de allí pasaremos juntos el fin de año, unidos por lazos irrompibles y nos dará igual lo que una cuadrilla de inútiles políticos hayan hecho en nuestros territorios, pero cada vez resulta más difícil pasar de ellos, podrían haberse quedado en sus casas, o trabajando en otras cosas, porque la política brilla por su ausencia y como un buen amigo decía “ La política es el arte de hacer posible lo imposible” pero estos tipos que se llaman políticos y no lo son, hacen discursos fáciles y sin elaborar, no han previsto las consecuencias, o peor todavía si lo tienen previsto. Nosotras, las gentes del pueblo tendremos que ser fuertes para no romper a nuestras familias diversas y preciosas, valiosas siempre en cada uno de sus componentes y con elementos peculiares que nos engrandecen.

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