Operamía. “Post festum…Ada». Noviembre 16

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Por Miguel Ángel Yusta

     Ya pasaron las Fiestas del Pilar, con gran éxito de público en los numerosos  actos que han llenado calles y escenarios de variadas manifestaciones  al gusto los diversos tipos de público si exceptuamos, claro está, el “elitista” público operístico que, por estos lares, tiene que conformarse con ir al cine para ver, eso sí, estupendas retransmisiones en directo desde los mejores escenarios del mundo.

   No obstante han tenido y están teniendo lugar varias actividades relacionadas con el tema, como la exposición y recital homenaje a Pilar Lorengar en el XX aniversario de su muerte, recitales de solistas varios en un pequeño ciclo pilarista(  y la presentación de un libro, “Voces turolenses en la lírica”, de Juan Villalba Sebastián, que nos relata el glorioso pasado (también hay un muy esperanzador presente y futuro) de intérpretes aragoneses que han dado gloria a la ópera y pisado los mejores escenarios del mundo.

   En el Pilar, antaño y según cuentan los cronistas, se celebraban grandes funciones de ópera en nuestro Teatro Principal. Tres breves ejemplos: El doce de octubre de mil novecientos cuarenta se representó  Lucia de Lammermoor. El día del Pilar de mil novecientos cuarenta y seis, Gigantes y Cabezudos, la obra de Echegaray y Caballero, estrenada en el Teatro de la Zarzuela en noviembre de mil ochocientos noventa y ocho.  Y otro día del Pilar, en 1947, se representó La Dolores, la ópera  de Tomás Bretón  también estrenada, en mil novecientos ochenta y cinco, en el madrileño Teatro de la Zarzuela. Y eso que eran tiempos de la dictadura y, en efecto, casi solo acudían las élites y no precisamente musicales…También el Principal dió cobijo a las prestigiosas temporadas de los años setenta del pasado siglo, con elencos de primera fila que los veteranos recordamos con nostalgia.

     Los tiempos han cambiado mucho. La ópera y su público también, aunque personas como la inefable alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que -y eso la honra- renunció en julio pasado al palco reservado al consistorio,  haya manifestado muy recientemente su nulo interés por la ópera, no asistiendo, como alcaldesa, a la inauguración de la temporada y otros actos que marcan la actividad cultural del Liceo, cosa que se disputan mandatarios en los principales teatros de ópera, porque prestigia a la ciudad y a la cultura en general.

    Sí. Se acusa de elitista a este espectáculo y a su público, adoptando una actitud negativa cuando precisamente, y ya lo comentábamos en anteriores artículos, es cultura de la buena, eleva el nivel de conocimiento y sensibilidad del público y es fuente de ingresos -crea puestos de trabajo- y prestigio para la comunidad que lo apoya. Zaragoza carece de este importante filón que deberían disputarse entidades públicas y privadas. Y precisamente desde los poderes públicos, que nos representan a todos, no debería desatenderse esta importante faceta de la cultura: la ópera. Aunque no fuera para el Pilar…

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