Por Liberata
VIVIR
Vivir se denomina a estar censado
en páginas pasivas y remotas,
a satisfacer cánones y cuotas,
a ser trabajador, o estar parado.
Eso, tras ser un púber despistado,
que inicia a duras penas un camino
dispuesto a transitar, cual peregrino,
siguiendo las señales del trazado.
El “homo sapiens” nace destinado
a ser carne de angustia y de consumo
y ver su libertad trocarse en humo
aun cuando crea haberla conquistado.
Nace para existir encadenado
a un sinnúmero de banalidades,
para eludir responsabilidades
y envejecer abúlico y cansado.
Infinitivo mal interpretado
-a algún error de análisis debido-
por una sociedad que ha preferido
ignorar su cabal significado.
Vivir es ejercer la autocensura
más ésta que cualquier otra temiendo;
es volar ascendiendo y ascendiendo
en tanto el ala se sienta segura.
Vivir es conmoverse, es derramarse
en múltiples anímicas vertientes;
es beber en silencio de las fuentes
de la sabiduría sin saciarse.
Vivir es compartir y es entregarse,
disfrutando del tiempo cada hora;
es conjugar el antes y el ahora
y del presente gozo saturarse.
Vivir es dejar algo en el camino
que sirva a los que vienen tras nosotros
y que ellos, a su vez, dejen a otros.
Es retar a la inercia del destino.