Delgado, Tausiet e Ivars ‘ruedan’ para la editorial Altaria

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Por Carlos Calvo
Fotografías de Marisa Fleta

     Se abre el telón y aparece la silueta de Alfred Hitchcock, en su silla de director, concentrado posiblemente en su mundo de vértigos y sogas, náufragos y frenesíes, falsos culpables y rubias perturbadoras.

   Además de ver una y otra vez a los maestros, quien quiera saber cómo se ‘fabrica’ una película –corto, largometraje, documental, videoclip- solo tiene que leer el libro colectivo ‘El mundo del rodaje’ (Altaria, 2015), en torno a los procesos de realización audiovisual y dirigido a estudiantes y docentes de formación profesional, grados de comunicación, periodismo, academias o, por extensión, cualquier público interesado (curiosos, estudiosos, cinéfilos).

    Los zaragozanos José Ángel Delgado, Antonio Tausiet y Camino Ivars, todos ellos relacionados con el universo audiovisual –en tareas de docencia, periodismo, escritura, dirección o producción-, aúnan esfuerzos para sacar adelante este recorrido por los distintos aspectos que forman o conforman la labor del realizador para comprender los roles que conviven en una filmación, las tareas y documentos necesarios, los equipos técnicos o las claves y convenciones fundamentales del lenguaje audiovisual. ¿En qué consiste una grabación? ¿Cómo podemos enfrentarnos a tantas (y distintas) formas de rodaje?

     A estas y otras preguntas contestan sus autores, en esta especie de guía aderezada con ejercicios o prácticas (y citas a películas como ’King Kong’, ‘Ciudadano Kane’, ‘Sed de mal’, ‘Rashomon’, ‘Tiburón’, ‘En busca del arca perdida’, ‘Star wars’, ‘Birdman’, ‘Frozen’), que nos orientan en tan, a priori, complicados menesteres. Para ello, nobleza obliga, dan las gracias a textos previos de Walter Murch, Francisco Javier Osset, Katia Torrent, Enric Pla, Andrés Piñeiro, Tíscar Lara, Pere Marquès Graells, Eva Ferradas, Mónica Discépola, Jesús Nieves, Enrique Posada, Francisco Utray, Vicente Rodríguez Ortega, Antonio Benítez, Elena Capapé o Teresa Ojer. Está claro que para comprender cualquier lenguaje hemos de conocer sus códigos, reglas y vocabulario, y es evidente que lo manejaremos mejor cuanto mayor sea ese conocimiento.

    Si Hitchcock era muy poco amigo de rodar con niños, animales y… Charles Laughton, el libro de Delgado, Tausiet e Ivars nos da las claves para poder solventar esta dificultades. Los trucos y los consejos siempre están merodeando para no cometer errores tan clamorosos como el fallo de raccord en ‘Pretty woman’, en el que Julia Roberts y Richard Gere dialogan en una escena mientras ella come un cruasán en un plano y una torta en el siguiente. Para comprender, degustar y gozar de una película, ciertamente, hay que dominar la ortografía y la sintaxis fílmicas e ir ampliando día a día nuestros conocimientos. Así lo entienden los autores de ‘El mundo del rodaje’, y profundizan en esa alfabetización, porque en el cine y la televisión, o en el audiovisual en general, lo fundamental no se ve. “Lo esencial”, decía el zorro al principito, “es invisible a los ojos”.

    El volumen se divide en siete capítulos, y en el primero (los orígenes del cine y la televisión hasta nuestros días) se da cuenta de las primeras proyecciones de la historia, de su peculiaridad como industria o de las nuevas pantallas y últimos avances técnicos. El resto de los apartados está dedicado a los equipos, al material técnico, a la cámara, a los ensayos, a la puesta en escena y, finalmente, al montaje. Al mismo tiempo, ‘El mundo del rodaje’ se enriquece con dibujos o fotografías que no dejan de tener su guasa. Para enfatizar la importancia del trabajo en equipo durante un rodaje ahí tenemos, por irnos lejos, la expedición de Ernest Shackleton al Polo Sur…

    Al parecer, nuestro particular trío de la bencina se lo pasó en grande poniendo los pies de letra en las ilustraciones. Fíjense: “Hay tantos roles que desempeñar en un rodaje que la vocación puede cambiar al ver el trabajo de un compañero”. O la imagen del “angustioso descenso –y, sí, un poco lento- del carrito de bebé en ‘El acorazado Potemkin’, de Sergei Eisenstein. ¡Qué agobio!”. O una cámara de televisión en color WKY: “No es, precisamente, un equipo para echártelo al hombro”. O ese dispositivo emisor y receptor de televisión analógica: “Algo va mal en una película de época medieval cuando ves la antena en un tejado”. O, en fin, el fotograma de ‘Cantando bajo la lluvia’, de Stanley Donen: “¿Se puede ser más feliz en las peores condiciones climáticas?”.

    Solo por esta retranca, que le da al texto una frescura inusual, se merecen los autores un aplauso. Aunque, a decir verdad, tampoco se han atrevido a ir más lejos. Uno, por ejemplo, hubiera apostado por el cartel de ‘Novatos’ y un pie que dijera: “Como comedia absurda es una obra maestra, pero como documento serio es un desastre”. Es broma, que tampoco hay que exagerar. Nos quedamos, pues, con Loarre, en la provincia de Huesca, “donde se han rodado más películas que bailes de salón hubo en el castillo”. O con ese fotograma de la película de Bayona: “Imposible rodar ‘Lo imposible’ sin un estanque de agua”. O una última, por no abusar de la paciencia lectora: esa instantánea del guion de ‘El Padrino’, de Francis Ford Coppola, decididamente “mejor conservado que algunos documentos personales de la mafia”.

    Si para pintar un cuadro se requiere un lienzo y unos pinceles, el requerimiento para realizar una película es colectivo (cámara, estudios, equipos técnicos, personal especializado), lo que significa, en pocas palabras, un buen montante de dinero. El audiovisual tiene unas características muy peculiares que le distinguen de las artes clásicas y centenarias como la pintura, la literatura o la música. Una película nace de la unión de la técnica industrial con la labor intelectual y creadora. Un cuadro, como un libro o una escultura, es la creación de un solo individuo, de un artista que la sociedad reconocerá como tal. El audiovisual, en cambio, es producto del esfuerzo y cooperación de muchas personas con diferentes especialidades.

    Este fenómeno, que se da en menor escala en el teatro, ha planteado desde lustros una controversia sobre quién debe ser considerado como “autor” de la película. Unos sostienen que el autor es, como en el caso del teatro, el firmante del guion literario. Los más consideran, no obstante, que el autor es el director de la película, aunque este tipo de obra no deja de ser, decía, una creación colectiva realizada por un equipo, cuyo jefe responsable, en el orden artístico, es el director, y en el orden administrativo, el jefe de producción. Lo que explican Delgado, Tausiet e Ivars a lo largo de las páginas de ‘El mundo del rodaje’ es conocer quiénes hacen las películas, desde el guion hasta la proyección, y por qué se hacen.

    No cabe duda de que la calidad profesional y la competencia del guionista, de los actores, del operador, de quien sea, influyen en el resultado final de la película. Incluso en algunos casos su personalidad es tan honda que llega a eclipsar en parte la figura del director. Esto ocurre, por ejemplo, con el fotógrafo Gabriel Figueroa en las películas de Emilio Fernández, o con el actor Charles Laughton en ‘La vida privada de Enrique VIII’, de Alexandre Korda. Pero lo normal es que el director venga a ser algo así como el capitán de la empresa y, por tanto, responsable del éxito o del fracaso artístico de la película. Si un automóvil nuevo funciona mal, raramente echaremos la culpa a los operarios o a los técnicos que lo han construido, sino más bien a la dirección de la empresa responsable. Pues en la película ocurre aproximadamente lo mismo.

    ‘El mundo del rodaje’, a fin de cuentas, ofrece al lector una información completa y precisa de esos procesos de creación audiovisual, y lo hace con una prosa funcional, fluida, elaborada. Delgado, Tausiet e Ivars son, además de amigos, compañeros de fatigas. Han compartido rodajes cinematográficos, experiencias televisivas, organización de festivales o, esto es, redacciones de texto. Fruto de todos esos años de colaboración, en efecto, se han lanzado ahora a la aventura de unificar muchos de sus conocimientos adquiridos para completar esta enciclopedia sobre los secretos de un rodaje, una suerte de manual tan útil para profesionales como para principiantes, repleto, además, de curiosidades y anécdotas sobre mitos del cine, siempre aderezadas con buen humor. Y se agradece.

    Como posdata, un ejercicio final. Se abre el telón y aparece, en plena faena, la rubia del porno Cicciolina. ¿Cómo se titula la película?

  1. ‘Frenesí’, de Alfred Hitchcock
  2. ‘La noche del cazador’, de Charles Laughton
  3. ‘Se corre el telón’, de Joe D’Amato

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