Érase una vez una niña con dos botones y un calcetín

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Por Andrés Sánchez Stuckler

(Dedicado a Kíra, mi mejor amiga, mi amante, mi vida).

     Un Cacique por favor….Arik era tan diminuta que pasaba desapercibida al punto de la invisibilidad, su voz dulce casi inaudible tampoco ayudaba mucho. Sedienta y harta, y lo que es peor sobria…, se marcha del bar, creo que antes protesto.
   Dos rasguños se descubren en forma de botones ante la ausencia de luz, suficiente para conducir hasta casa respetando todas las señales, en especial las de “prohibido-prohibir”.

    La lámpara del recibidor funcionaba…, el interminable pasillo distribuía multitud de puertas que rara vez se abrían, la que si se abría  y con frecuencia era la de la  nevera. De madrugada y de puntillas, tras la primera puerta a la derecha donde se esperaba el baño, Arik a falta de ron intenta hacerse con una tónica de la ultima balda, finalmente y ayudada de un taburete consigue prepararse un Gin-tonic, la botella de MG aun dará para dos o tres pensó.

     Nej estaba en el dormitorio, su puerta se enfrentaba con la de la cocina, por el resquicio la observo en silencio y tumbado para hacerse el dormido si fuera necesario.

       La adaptación al medio era casi completa, tras abotonar sus ojos se decidió también prescindir de un oído, dado el estado permanente de alerta que proporcionaba el estero, se determinó monoaural, sentada al piano tocaba para Elisa ajena por fin a las burlas del gigante de cola, sus pies colgaban a medio palmo de los pedales.

      Sabio, Nej había dejado a Arik entenderse sola con la nevera, hubiera sido como acariciar a un perro que esta comiendo, es más, no salio de la habitación hasta que escucho un fá sostenido; Se sentó a su lado pero no tocaron a cuatro manos, pues la suma de los oídos musicales de ambos nos daba uno, eso si la beso  y abrazo hasta doler,.pero ya era demasiado pronto, los botones de Arik se escondian dejando solo unos arañazos, le dio tiempo justo de bajar las pesadas persianas y llevarla al sofá, a estas alturas ya solo llevaba un calcetín.

     Al mediodía o al despertar, según se mire, Nej incombustible, quizás por la carga de alcohol, se ha levantado primero, o no ha dormido, no lo sé.., se siente un sinvergüenza con vergüenza, ya ha descorchado el vino y dispuesto la mesa, …sin mantel y con servilletas de papel.

     Echa un ovillo y tapada con una manta de fino algodón portugués, con los botones semiocultos, intenta recordar., se mira el pie desnudo, se incorpora y en silencio acompaña a Nej al recibidor, en este caso al despedidor, en forma de paga y señal o de finiquito véase, con un beso de amor casi fraternal le entrego lo que parecía ser una invitación, efectivamente “en mayúsculas y en negrita se invitaba a Nej a su no-asistencia”, esté que como todos los licores dulces tenía una buena entrada pero una nefasta salida, a falta del subrayado, lo puso él, así como el punto final, que resultaría ser un seguido.

    Arik comió sola y apenas toco el vino,  se preguntaba  si en una de las habitaciones del pasillo…, no había una mantelería de hilo.

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