Javier Neveo: Los niños de la vacuna

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Por Jesús Soria Caro.  

     Javier Neveo ha construido una novela que retoma las técnicas literarias de compromiso social inherentes al realismo y a la picaresca, género, este último, del que el primero tomó su lectura social y moral de la vida.

   A su vez hay guiños al Quijote, novela de la que asume una técnica que era propia de las novelas caballerescas, esta consiste en crear un autor ficticio y hacer de este el intermediario de una narración que a su vez se nos dirá que ha llegado de manera ocasional a sus manos.

    Se nos narra como en el siglo XIX una expedición organizada por la corona española se dirigió a las colonias con el propósito de erradicar el virus de la viruela. La metodología consistió en hacer portadores de la vacuna a niños que procedían de orfanatos o casas de acogida para llevar el remedio de la enfermedad al nuevo mundo. La narración parte de un acontecimiento histórico y recurre a la combinación de hechos históricos y novelescos, de personajes que existieron y de otros que sin llegar a ser reales es posible que se pudieran encontrar en esa época caracteres parecidos. Uno de los elementos que asume del realismo es la carga ideológica de la mirada sobre la realidad, en este caso es la de un personaje, Juan Balmis (el doctor que dirige el proyecto), que se enfrenta a las autoridades científicas creyendo posible alcanzar una solución, haciendo portadores de la vacuna a los niños. Sin embargo, tendrá que comprar esclavas para poder mantener la vacuna, hecho que entra en conflicto con su ideario, pero posteriormente podremos conocer como las tratará como si fueran mujeres libres:

    Balmis sintió un vacío insondable, como si cayera en el abisal pozo de la ruindad humana: por un lado estaba decidido a recorre el mundo para salvar la mortal viruela a todos los indígenas y colonos de ultramar y, por otro lado, debía comprar tres esclavas menores de quince años y un niño usado como títere de la parafernalia militar (Neveo, 2013: 71).

    Este sentido de justicia social de este personaje también lo podemos encontrar cuando comparte la vacuna con ciudadanos británicos, siendo estos en ese momento habitantes de un país con el que España estaba en conflicto bélico. Si bien lo hace como estrategia para lograr que el gobernador inglés le dé permiso para aplicarla a los nativos, la conducta moral del personaje (vislumbrada a lo largo de todo el relato) nos hace sospechar que le mueve lo humano por encima de lo político:

   Se presentó como un servil médico cuyo deseo era el de salvar las vidas sin importar el color de las banderas, postrado con orgullo a la superioridad inglesa, pues gracias a ella el mundo obligaría a claudicar el más letal de nuestros enemigos: la viruela (Neveo, 2013: 157).

    También se asume de la literatura realista el hecho de que los personajes hagan uso de un lenguaje acorde a su condición sociolingüística. Así sucede, ya que los que provienen de los bajos fondos usan un léxico más pobre, mientras que el doctor posee un registro más culto. Lo podemos encontrar en este ejemplo, uno entre muchos, que relata cuando Balmis discute con el capitán del barco por haber permitido incorporarse a unos músicos a la expedición. Vemos como el doctor hace uso de oraciones subordinadas, un variado y estilístico empleo de los adjetivos y de formas verbales de cierto nivel culto en su valor semántico como son: otorgar, financiada, etc:

    -Capitán, le recuerdo que usted está al servicio de una Expedición real, financiada por la Casa de Carlos IV el cual, al no poder viajar como es lógico, me otorgó plenos poderes decisorios. Si usted y su corbeta se encuentran ahora mismo en Nueva España, es porque decidí contratarles. Así que dedíquese a cumplir su trabajo y no me obligue a arrepentirme por nuestro mutuo acuerdo  (Neveo, 2013: 87).

     También hay un uso dialéctico que denota la procedencia lingüística de un español surgido del influjo del andaluz, ya que numerosos colonos procedían de dicha zona dialectal. Así sucede con las tres esclavas que los expedicionarios se ven obligados a aceptar y a las que posteriormente concederán su libertad: “-Mi nombre es Melcedes, señol don Pedro. Para selvil a usted en lo que haga falta” (Neveo, 2013: 74).

    El realismo asumió la esencia del género picaresco de denunciar aquellos aspectos de la realidad censurables, opresivos, deformadores de un modelo social más justo. El personaje que narra la historia procede de los bajos fondos, ya que su madre era una mujer de dudosa condición que lo concibió con un hombre que los abandonó, por lo que él perteneció a un orfanato de niños abandonados, lo que supone un dibujo crítico de las miserias sociales de una época en la que nuestro país todavía era un imperio. En esta novela hay también un acercamiento estilístico a la picaresca en uno de los rasgos propios de la novela más importante de dicho género, ya que al final descubrimos que todo el relato ha sido escrito como explicación de un caso, lo que le acerca a la explicación de su vida que da Lázaro de Tormes en el Lazarillo, siendo en esta ocasión una justificación de la verdad de una expedición filantrópica cuya verdadera intención era erradicar una enfermedad, lo que supuso la injuria social y el abandono institucional de aquellos médicos idealistas. Además encontramos numerosos fragmentos epistolares que nos recuerdan dicho uso que es inherente a la citada obra picaresca. Pero unido a esto está el hecho de que el autor al final del libro nos dice que ha encontrado el manuscrito redactado por Andrés Naya, uno de los niños de la expedición que es quién relata todos los hechos. El autor, descubrimos que es Benito Pérez Galdós, es un personaje interpuesto entre el narrador y la historia que dice haber encontrado el manuscrito de otro, lo que implica un claro homenaje al Quijote.

    Otro movimiento o corriente literaria utilizada por el autor es el “realismo mágico” que suponía incorporar elementos irracionales en el nivel de lo racional, de lo real. Esto sucede cuando Andrés Naya tiene una serie de sueños premonitorios en los que puede hablar con Isabel, la mujer de Balmis, a la que había visto morir en un naufragio, considerándose un anticipo de que esta vive, como así se podrá comprobar al finalizar la narración. Otro efecto “mágico” acontece cuando en el humo generado por el botafumeiro puede vislumbrar el rostro de su hermano muerto.

    Javier Neveo ha construido una obra con múltiples miradas, perspectivas, juegos y guiños a corrientes literarias, pero haciendo suyos rasgos posmodernos: el descreimiento, la falta de una verdad definitiva, cerrada, sólida en el sentido líquido que propone el pensador Bauman. Esta hibridación de corrientes literarias contrapuestas (picaresca, realismo, técnicas cervantinas, realismo mágico) y diversas hace de la novela un crisol de formas literarias, lo que se logra transformando cada movimiento o época estética en una sugerente técnica de estilo puesta al servicio de una interesante y ecléctica narración posmoderna, nueva forma de contar desde la desconstrucción de moldes previos; algo que supone la revisión con perspectiva descreída y crítica un período anterior como es el de la modernidad. Esto se percibe también en la ironía con la que los editores discuten sobre la calidad y la verdad ideológica de la obra, ya que el autor utiliza a dos de sus personajes (los editores a los que acude Galdós) para hacer una crítica contra su labor como creador. Es la voz de unos personajes (ambos editores son un correlato de la visión del autor) que reniegan de la veracidad de la voz del autor, que hacen de toda la historia un ejercicio de ironía, de puesta en cuestión de la verdad, la voz, el sentido, la justicia. La verdad de la mirada del narrador es sometida a una revisión, a la duda,  ya que al final todo el sentido ideológico es puesto en cuestión por los dos editores que entienden que todo el relato es un alegato contra la rebelión de Cuba contra la dominación española, ya que si les llevamos la vacuna no era lícito posteriormente que ellos lucharan por la libertad y declararan la guerra a España, lo cual para ambos era una manipulación política de la verdad.

NEVEO, Javier (2013): Los niños de la vacuna, Pirineo, Zaragoza.

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