Por Iñigo Rodríguez de la Rubia
I.
Me levanto, meo,
pienso en escribir pero no escribo,
pienso en estudiar pero no estudio.
Cogito ergo sum,
pero pensar no me va a dar de comer,
el ser y el no-ser es como un círculo
que gira continuamente sobre si mismo,
lo recorre poco a poco como yo alguna vez
recorrí tu cuerpo y al final forman un todo
único, la suma de la afirmación y la negación,
la supresión de las dicotomías occidentales,
bueno, malo, dios, hombre, vida y muerte
y tú y yo sentados frente al mar.
Fumo un cigarrillo que de una forma obscena anuncia mi muerte,
¿cómo si no lo supiera?
Es preferible fumar marihuana al menor ésta no impone
mandato alguno, libertad para fumar, libertad para sentir
como cada persona, cada mirada, toman un prisma
de una naturaleza radicalmente distinta de la ¿realidad?
¿pero que es real?
Principio máximo; dudo de todo,
como dice el poeta soledad no solo es estar solo,
es estar loco.
El destino del ser humano es trágico ¿por qué negarlo?
colgad sobre vuestras espaldas la danza de la vida y de la muerte.
Uno mas uno dos dice la ciencia,
yo digo que no existe
ni uno ni dos, ni mas ni menos,
inventamos sistemas para relacionar existencias
completamente subjetivas e individuales,
yo digo no a la ciencia , no a los sistemas, vayamos más allá,
más lejos de lo que nunca hemos podido imaginar.
II.
El tiempo no tiene importancia,
tú actúas sobre él,
tú eres el tiempo.
Las horas dejan de existir si la vida
se mueve en tu interior.
Encuentra tu tiempo
y encontrarás la solución.
III.
Tú que llenaste mi vida de rosas,
olvidaste las espinas,
que día a día me fueron recordando
que estoy vivo y que duele.
Por eso te pido aquí y ahora
que reces una plegaria salvadora
por mi alma cansada
de vivir en la tempestad.