Por JUAN CRUZ PEÑA TWITTERCONTACT
El consejero delegado de Endesa, José Bogas, explicaba en las páginas de este periódico este mismo viernes que le «asusta la llegada de gigantes como Amazon al sector energético», que hasta ahora ha estado dominado por no más de cinco empresas.
Sin embargo, lo que se están encontrando las eléctricas en su día a día es una guerra de guerrillas de competencia. Su pelea no es con una superpotencia. Se parece más a la de EEUU contra Ho Chi Minh en Vietnam que contra los nazis de Hitler en Alemania.
Así lo demuestran casos como el millonario concurso convocado por el Gobierno vasco, que lanzó la clásica subasta competitiva para adjudicar el suministro de energía eléctrica de todos sus edificios. Sin embargo, a diferencia de lo que suele ser habitual, este año los agraciados no fueron los habituales. Los lotes destinados a Álava y Guipúzcoa no se los llevó ni Endesa, ni Naturgy, ni la vasca Iberdrola, sino Syder Comercializadora Verde.
Esta empresa desconocida para el gran público tiene su sede en Zaragoza y cuenta solo con nueve trabajadores. Pero lo más sorprendente no es que ganara sino la manera en que lo hizo. Su oferta fue escandalosamente más competitiva que la de las grandes eléctricas.
Mientras Syder ofreció realizar la gestión de la energía eléctrica que necesiten los edificios de la administración pública vasca por 0,5 euros por megavatio hora, las principales ni se acercaron. Naturgy ofreció realizar el servicio por 4 euros el megavatio hora, ocho veces más que Syder. Endesa pujó por 2,3 euros el megavatio hora, casi cinco veces el precio de la comercializadora maña. Iberdrola, ‘santo sanctorum’ de la energía en el País Vasco, bajó su oferta hasta los 2,2 euros MWh (cuatro veces más). Ni ellos, ni EDP, ni Fenie, ni Nexus, que ganó el paquete de Vizcaya, se acercaron al precio de Syder.
Tanto es así que en el difícil escenario actual con el que conviven las pequeñas eléctricas, amenazadas de muerte por la subida prolongada del precio mayorista de la luz (su materia prima), los técnicos de la administración vasca le pidieron a Syder que justificara tan ajustada oferta. En la jerga del sector de la contratación pública había sospechas de que hubiera realizado una baja desproporcionada u oferta temeraria.
Las razones de su oferta
En este escenario Syder hizo una descomposición de los precios que ofrece y tras descontar sus costes de gestión afirmó que le «queda margen bruto suficiente para cumplir con el contrato», según reza el acta de evaluación de justificación de bajas desproporcionadas y propuesta de adjudicación.
Defendió ante los técnicos del Gobierno del lendakari Iñigo Urkullu sus «bajos costes estructurales, bajos gastos fijos, gastos de costes financieros y aprovisionamientos por impago» y advirtió de «un alto grado de automatización con un alto componente tecnológico de la empresa como una de las razones de estos bajos costes».
Syder, empresa de 9 empleados, explica que gracias a sus bajos costes fijos y su alta automatización por la tecnología puede sostener su oferta de precio
Además, añadió que la repercusión que para la empresa supone tener de cliente al Gobierno vasco tiene un gran valor empresarial y de imagen, sirviendo de aval para la obtención de nueva clientela, y puede justificar plenamente su oferta.
Y aunque los técnicos consideran que «presenta un rigor y nivel desigual en el desarrollo de su razonamiento», creen en la idea principal de la viabilidad del contrato. Por ello, el jefe de la Oficina Técnica y Mantenimiento reconoce que sus argumentos son válidos y da viabilidad al contrato. El día 1 de enero de 2019 empezará a servirles la electricidad.
El director general de Syder, Jorge Soria, invita a pensar en los precios de manera contraria. No ver su oferta como temeraria o desproporcionada, sino quizás el resto demasiado altas, ya que cree que este tipo de negociaciones cuando se dan con empresas privadas son mucho más ajustadas. «Lo que sucede es que antes solo participaban en estos concursos tres o cuatro empresas y ahora somos muchos más», añade.
El director general de Syder invita a pensar de manera inversa: su oferta no es desproporcionada, sino la del resto de competidores muy elevadas
Por otro lado, afirma que es perfectamente posible dar el servicio a su precio ya que simplemente es el coste de gestión, ya que el contrato está indexado al precio mayorista de la electricidad (la materia prima cuesta para todos igual). Así, explica que ellos son un mero intermediario que proporciona la energía y están cubiertos antes las fluctuaciones del mercado eléctrico. En este sentido, señala que de manera automática se puede dar el servicio, no es necesario personal.
Esta situación cada vez es más habitual. Este mismo año lograron a bombo y platillo dos comercializadoras independientes como Holaluz y Nexus el megacontrato de suministro del Ayuntamiento de Madrid. Las eléctricas pusieron todas las trabas legales al desarrollo de la adjudicación y aún siguen batallando en los tribunales. Madrid llamó la atención de otras administraciones que quieren seguir por el mismo camino.
Los megacontratos cada vez se les escapan más de las manos a las grandes eléctricas. Puede, como decía el dirigente de Endesa, José Bogas, que se deban preparar para enfrentarse con grandes enemigos como Amazon si estos deciden dar el salto al negocio de la energía. Pero la guerra de guerrillas ya ha comenzado, y estas casi siempre son más difíciles de abordar, ya que sus golpes llegan de forma mucho más imperceptible.