Por Valentín Corraliza
Fotografías de Xavi Buil
Dice el diccionario enciclopédico Larousse que el color violeta “es el morado claro, como el de esa planta herbácea muy apreciada en jardinería por sus flores”. Y el color violeta, en las últimas fiestas del barrio de la Magdalena, sirvió para decorar distintos escaparates de los comercios del lugar.
Las calles Mayor, Martín Carrillo, San Lorenzo, San Agustín, Don Juan de Aragón o San Vicente de Paúl, en efecto, fueron las escogidas para que sus boutiques, fruterías, ultramarinos, peluquerías, papelerías, librerías o jugueterías tuvieran su correspondiente actuación artística.
Comercios como ‘Tribamdrum’, ‘Dreams’, ‘Flamingos’, ‘Monalita’, ‘Esenzia’, ‘La pantera rosa’, ‘Desmontando a la Pili’, ‘Belula’, ‘Sehahechotrizas’ y ‘Quiteria Martín’, entre otros, formaron un cuerpo de sensaciones y revelaciones, nítidas o difusas, con mejor o peor tino, pero siempre con ese espíritu políticamente incorrecto que diferencia un barrio de alternancia e independencia. Y allá participaba, como digo, el bazar de La Quiteria que regenta nuestro compañero de fatigas Carlos Calvo, en la propuesta más original y desmarcada de todas ellas. Un escaparate intervenido por la artista zaragozana Paloma Marina, la cual se basa en una suerte de feminismo radical surgido a través del ‘Manifiesto SCUM’, publicado en 1967 por Valèrie Solanas. Esta autora, una paciente siquiátrica que pasó por varios hospitales, expresa su odio a los hombres y propone su exterminio. Tras su intento de asesinato a Andy Warhol en 1968 y su paso por prisión, Solanas afirmó que lo dicho en el manifiesto era solo un recurso literario y satírico para provocar el debate.
Y Paloma Marina, en el escaparate de ‘Quiteria Martín’, recurre a ese concepto satírico para provocar, esto es, el debate. A las iniciales del letrero del manifiesto –‘scum’ se traduce como capa de suciedad-, la artista zaragozana coloca ese tipo de flora acompañada de un ejército de indios y vaqueros –también de color violeta-, a caballos o sin ellos, con sus rifles, sus pistolas, sus hachas, sus lanzas, sus arcos, sus lazos, en un conglomerado de frutas de Aragón, adoquines del Pilar, piedras del río Ebro, del Huerva, del Gállego, guirlaches, piñones, peladillas, recuerdos pilaristas…
Carlos Calvo, cinéfilo de pro, nos ilustra y nos dice que en 1996 se filmó la película ‘Yo disparé a Andy Warhol’, basada en la vida de Valèrie Solanas, interpretada por Lily Taylor. En la película aparece como una mujer brillante y apasionada, frustrada por las relaciones abusivas padecidas y famosa por su inestabilidad emocional.
De todo esto se sirve la artista zaragozana Paloma Marina para esta actuación en uno de los escaparates con más sabor y solera de esta ciudad inmortal. Como bien lo explica la estudiosa Vivian Gornik, “el SCUM es la voz de una criatura, de una criatura del mundo occidental, una criatura de nuestra época, perdida y herida, salvaje y glacial, cruel, sin indulgencia para con el mundo: una voz situada más allá de la razón, más allá de la decencia burguesa”.