La guitarra de Raquel


Por Javier López Clemente

    Raquel era una cantante muy alta con un sombrero muy pequeñoy una guitarra a la medida de su gran corazón.

    Raquel siempre usaba unas botas con cordones rojos para cantar, bailar o contar cuentos, por eso, una buena mañana se sentó en su habitación, se puso sus botas de cordones rojos y empezó a pensar y a pensar y a pensar en cómo sería su próximo espectáculo. Raquel escribió un cuento sobre un viaje que iba de la cima nevada de una montaña hasta las arenas calientes del desierto, pasando por lo más profundo del mar y lo más espeso del bosque.

Pero a Raquel no le gustaba viajar sola, así que comenzó a escribir de nuevo su cuento, pero esta vez estaba acompañada por el miedoso Alfredo, el alegre Pelacos y un dragón verde que se encontró debajo de su cama y que daba un miedo de no te menees.

El cuento había mejorado mucho pero a Raquel le faltaba lo más importante: Los acordes de su guitarra, así que no se lo pensó dos veces. Raquel tomó su guitarra entre las manos y por entres sus dedos empezaron a bailotear el Do Re Mi Fa Sol La Si Do Sostenido. Y muy pronto de sus cuerdas vocales surgieron frases que rimaban unas con otras y las  canciones llenaron toda la habitación, se escaparon por la ventana y, en un abrir y cerrar de ojos, todos los bailongos de la ciudad movían sus caderas con melodías que tan pronto estaban alegres, tristes, rabiosas o enfadadas.

A Raquel le gustaron tanto sus cuentos y canciones que enseguida pensó en un decorado: Un sol amarillo y otro mosqueado con un gran cartel en el que se leyera: La guitarra de Raquel. Y por ahí va Raquel recorriendo el mundo con una mochila de colores, una cesta para cabreados y un trocito de su vida que en una guitarra dejó enterrado. Si en algún pueblo, villa o condado encuentras el show de Raquel anunciado. No te lo pienses dos veces y acude al entoldado: Si tienes dos orejas, una nariz y el culo cuadrado, la guitarra de Raquel te dejara emocionado.

 

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