El mundo cósmico según Miguel Ángel Yus


Por
Carlos Calvo
Fotos de Claudia Parra

De una curiosidad casi insaciable por el mundo, terrenal o cósmico, Miguel Ángel Yus (Zaragoza, 1956) es un artista que desarrolla su trabajo a pie de calle, más cerca de la vida que de los museos e instituciones.

   Y escarba y escarba, día a día, poco a poco, como hila la vieja el copo, en aquellos espacios inexplorados que se permiten leer los códigos no escritos de la vida social. Para Miguel Ángel Yus, “la pintura es un arte antiguo, un oficio de dinosaurios”. Lo dice bajito. Probablemente para no mancharse. Los gritos, ya se sabe, no los quita ni la lejía. De hecho, llama la atención verle tan limpio cuando pinta en su estudio. Y sorprende porque cada frase, cada cuadro, deja rastro. Un lamparón, que dirían las madres.

   El arte existe hasta en las piedras del camino, solo hay que verlo y disfrutarlo. En sus acrílicos, algunos de gran formato, se desprenden detalles de manchas y colores que se entremezclan en una suerte de expresionismo abstracto americano e informalismo español. Más que el finito, le interesa lo infinito, aquello que va más allá de los límites, sean físicos o mentales. Pasear por su cosmos particular, por su agitación, despierta el placer de los sentidos. Luego llega (o no) la satisfacción emocional. Cualquier otra cosa diferente ya depende solo del espectador.

    Porque lo suyo es la pintura y todo lo que tiene que decir lo hace a través de sus lienzos. Pero el arriba firmante le pregunta, porque es un preguntón, y le pide una entrevista. Dicho y hecho. Deseo concedido. Y entonces habla y habla, pausadamente, poco a poco, como hila la vieja el copo, y salta de un tema a otro convencido de que es la vida, así sin más, la que mancha.

-Para empezar, señor Yus, ¿qué entiende usted por la palabra artista?

-La palabra artista se ha cargado de significados muchas veces equívocos, asociada a elementos triunfalistas por un lado, y, por otro, a esa persona que la sociedad ha dejado de lado, una visión excéntrica como de algo romántica… Las dos aceptaciones están fuera de la verdad. El artista es alguien que trabaja con unos medios de representación de la sociedad y que, como cualquier otro profesional, cumple una función importante. En cambio, o se le reconoce según los baremos del mercado o tienden a infravalorarse a la baja.


-El día trece de enero ha finalizado su exposición en Houston. ¿Qué nos cuenta?

-La han prorrogado una semana más y ha sido un éxito de crítica y público. En cuanto al tema nutricio, no he hecho cuentas con mi representante, que, por cierto, las hace muy bien. Cuando las hagamos seguro que me toca poner.

-¿No se fía?

-Un principio inteligente es desconfiar de las buenas gentes, que siempre acaban vendiendo tus despojos al mejor postor. O al peor pastor.

-¿Qué espera de su próxima exposición en Shanghai?

-Hace mucho tiempo, por lo menos quince días, que aprendí a no esperar nada, pero por si acaso estoy pintando con mucho color amarillo. Shanghai tiene veinte millones de habitantes. Es posible que, entre tantos, haya algún despistado.

-¿Cómo empezó a pintar?

-Ejerzo, como diría Carlos Edmundo de Ory, el oficio del que fue dotado del don de la mirada. Si prefiere le doy una explicación psicológica. De adolescente escribí un bello poema que decía: “Qué amarillas, qué amarillas, sobre la bella hierba las bragas que llevabas”. Aquí se ve claramente mi propensión a la pintura. Era una evolución lógica.

-¿A qué aspira en el mundo de la pintura?

-Aspiro a que la cámara inglesa de los lores me nombre reina de Inglaterra.

-¿Es un buen momento para el arte?

-No tengo ni idea. Sí es cierto que abundan los supuestos artistas y la mayoría tienen la sensibilidad justa para apreciar un plato de abóndigas. O almóndigas.

-¿Cómo ve la evolución del arte?

-En la evolución del arte todo es copia. Rafael y Miguel Ángel (no yo, el otro) copian a los antiguos. Rubens copia a Tiziano. Cézanne copia a Poussin. Van Gogh copia a Millet. Yo empecé copiando a Zao-Wou-Ki y los que vengan me copiarán a mí.

-¿En qué consiste el arte?

-El arte consiste en transmutar la imagen de ese parásito neurótico que es el padre.

-¿A quién admira?

-A los creadores. Los demás son buenos para la cría de hijos.

-¿Qué habría que enseñar en las escuelas?

-En brillantes palabras de Cela, “se quiere castrar a la juventud confundiéndole la cabeza y haciéndole creer la falacia, punto menos que esperpéntica, de que la técnica, esa herramienta, puede suplir a la sabiduría, esa presencia de dios, en el alma”. Si alguien quiere enterarse de los saberes que se deben dar a los alumnos, que lea a Juan de Mairena. “Ommium malorum stultitia est mater”.

-Usted escribe y pinta. ¿Podría recitarme un poema?

-En la insondable soledad, / en los límites sin retorno, / lo único, tus ojos.

-¿Qué relación establece entre pintura y poesía?

-Ya lo decía el poeta: “Multiplica el color su forma adolescente / y va vistiendo el lienzo la imagen detenida: / un sueño de bohemia mordiéndole la frente / y un pincel derramando goterones de vida. / El pintor va soñando sus cielos, sus locuras, / sus músicas secretas y sus campos de fuego. / Una muchacha siembra tristezas y dulzuras / y el lienzo se entristece para alegrarse luego. / El pintor va dejando su vida hecha jirones / en cuadros imposibles de plenitud de vida…”.

-¿De música, qué nos cuenta?

-El único instrumento que toco es la campanilla. Y la debo tocar faltal porque nunca acude el típico mayordomo inglés.

-¿Qué nos dice del progreso humano?

-Lo que más ha influido en el supuesto progreso humano ha sido el contenido de alcohol en sus vinos.

-¿Cuál considera la más valerosa de sus acciones?

-Una tarde vi a mi bella dama paseando por la otra orilla del río y me tiré de cabeza al agua. Diecisite puntos. Poco precio para tan gallarda acción.

-¿Qué le gustaría que recordasen de usted?

-Reconozco que no he hecho nada por la humanidad y que abandonaré este planeta dejándolo peor de lo que lo encontré.

-¿Qué sensación le produce el paso del tiempo?

-El paso del tiempo produce recuerdos, y si algo recuerdo son desapariciones. Desaparecen mujeres que he amado, desaparecen hombres que he amado, desaparecen animales que he amado, desaparecen paisajes que he amado. Espero no amar más. Voy a desaparecer hasta yo.

-¿Quién acumula más poder?

-Las galerías y, sobre todo, los coleccionistas. Pero no quiero dar nombres. Hay ejemplos circulando por ahí que son muy claros. Pero no olvidemos que esto es un sistema y cada uno juega su rol.

-¿Nos iría mejor si una máquina nos gobernara?

-Sería más ecuánime, pero mucho más aburrido: meterse con una computadora no tendría gracia, ¿no cree?

-Siempre podríamos criticar su sistema de enchufes…