México: ‘ Tzintzuntzan, lugar de colibríes ‘


Por Emilio Mendoza

   Queridos lectores, en las pasadas vacaciones fuimos a dar una vuelta por algunos lugares del estado de Michoacán, al occidente de México.


Emilio Mendoza
Corresponsal del Pollo en México
www.emimendoza.com

  Uno de los puntos más atractivos fue la visita a Tzintzuntzan, una pequeña ciudad ubicada en la rivera del lago de Pátzcuaro.

     Los invito a conocer su sitio arqueológico y el antiguo monasterio franciscano, cuyo jardín hospeda a los olivos más antiguos del continente americano.

 Tzintzuntzan es uno de los 22 municipios del Estado de Michoacán que forman la región Purépecha, comunidad indígena que habita primordialmente en este Estado. Tzintzuntzan es una palabra purépecha que significa «lugar de colibríes». Tzintzuntzan era la capital del Imperio purépecha cuando los españoles llegaron a Michoacán en 1522, convirtiéndose en la primera capital de la nueva provincia española de Michoacán. Fue a esta ciudad que llegaron los frailes franciscanos para evangelizar al pueblo purépecha en 1536. Fue aquí también que se erigió el obispado de Michoacán, designando a Tzintzuntzan, sede de la diócesis durante algunos años. Se calcula que la ciudad tenía unos 30 mil habitantes al momento de la llegada de los españoles.

Zona arqueológica

     Actualmente, el municipio de Tzintzuntzan tiene un sitio arqueológico que custodia la mayor de las estructuras monumentales que se desempeñó como centro ceremonial y fortificación defensiva del antiguo imperio purépecha. El sitio consta de cinco edificaciones conocidas como yácatas, término de origen purépecha interpretado como “base de templo”. Se trata de basamentos piramidales de forma rectangular y redondeadas en un extremo a forma de ojo de cerradura.  Las cinco pirámides yácatas están alineadas con vista al lago de Pátzcuaro apoyadas sobre una “Gran Plataforma” de unos 450 metros de largo por 250 de ancho. Las yácatas sirvieron como base para la construcción de templos de madera donde se realizaban ceremonias religiosas.

    Las pirámides yácatas no están rellenas con piedras y tierra como las pirámides de otras culturas de México, sino en capas de rocas de basalto sueltas cubiertas con lajas procedentes de piedras volcánicas y unidas con arcilla. Las piedras eran decoradas con espirales, círculos y otros diseños geométricos. Dentro de las yácatas se han encontrado muros que forman parte de etapas de construcción precedentes. Las yácatas de Tzintzuntzan se han conservado en el tiempo como el testimonio arquitectónico de una civilización poderosa y próspera.

 

Museo del antiguo convento franciscano de Santa Ana

     A pocos metros de la zona arqueológica se encuentra el ex convento de Santa Ana, el primero fundado por los misioneros franciscanos en Michoacán. El conjunto conventual estaba constituido por el templo, el convento, el atrio con sus capillas posas, la capilla abierta, un amplio atrio y el hospital de indios. Por un tiempo, fue el núcleo de la evangelización en Michoacán y el occidente mexicano. Aunque la edificación ha sufrido modificaciones, aún muestra estilos arquitectónicos vigentes en el siglo XVI. Actualmente, la mayor parte del monasterio funciona como museo en el cual se exhiben objetos de la cultura purépecha y algunas reliquias del período misionero español. Tiene una serie de murales y algunos ornamentos en el techo de madera con diseños estilo mudéjar. El convento fue construido en parte con piedras tomadas de yácatas que habían sido desmanteladas.

 

Atrio de los olivos

    El atrio del convento está amurallado y alberga las capillas del via crusis. Las órdenes mendicantes usaron los atrios para adoctrinar y educar a los indígenas, así como para realizar diversas actividades artísticas vinculadas al culto. El atrio adoptó en la arquitectura religiosa medieval costumbres indígenas, como la del culto al aire libre. De hecho, a un costado del atrio se encuentra una capilla abierta en donde se celebraban misas en la época de la colonia. Igual que otros atrios novohispanos este también se usó como cementerio. Al centro del atrio se encuentra una cruz de piedra que constituye el emblema que utilizaron los misioneros para cristianizar a los indígenas.

Los olivos más antiguos de América

    El olivo fue introducido en México en 1524 por misioneros franciscanos y jesuitas y con el tiempo fue propagado por todo el continente americano. El éxito en el cultivo fue tal en la Nueva España, que ponía en riesgo a la producción española. Fue por eso que Carlos III ordenó en 1777 la destrucción de todos los olivos existentes en estas tierras, desarraigando la mayoría de ellos. Sin embargo, las plantaciones pequeñas pasaron desapercibidas y no fueron destruidas, tal como sucedió con los árboles de olivo que el primer obispo Vasco de Quiroga mandó a plantar en el atrio del convento a su llegada a Tzintzuntzan. Es así que el atrio del ex convento de Santa Ana en Tzintzuntzan conserva todavía en su jardín 56 olivos, los más antiguos de todo el continente americano. Con 470 años de vida, estos árboles son los monumentos históricos vivientes más viejos en su género que forman parte de nuestra rica historia.

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